Relevo histórico

Petro asume la presidencia de Colombia: "Tenemos una segunda oportunidad bajo el cielo de la tierra"

Es la primera vez que la izquierda llega al Gobierno por medio del voto en un país que ha atravesado un atroz conflicto armado

La toma de posesión ha sido acompañada en la plaza Bolívar por una multitud, además de una docena de jefes de Estado

Fuerzas Militares rinden honores al presidente Gustavo Petro

Fuerzas Militares rinden honores al presidente Gustavo Petro / EFE / Presidencia de Colombia

Abel Gilbert

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"Hoy empieza nuestra segunda oportunidad, se la han ganado, su esfuerzo valió y valdrá la pena. Es la hora del cambio. Podemos escribirlo juntos, en paz y unión", dijo Gustavo Petro a la multitud durante su toma de posesión. La Plaza Bolívar, en el centro bogotano, fue escenario de un hecho histórico. Con estas palabras rindió un doble homenaje. De un lado, glosó a la Cien años de soledad de Gabriel García Márquez que le dejó una huella profundo. Por el otro, recordó su propio pasado de guerrillero: su nombre en la clandestinidad era nada menos que Aureliano, el personaje de aquella novela. "Estamos acá contra el pronóstico de que nunca íbamos a gobernar, contra los que no querían soltar el poder, pero lo logramos, hicimos posible lo imposible. Si pudimos, podremos", señaló también durante su primer discurso como presidente, y miles de personas rugieron. Hombres y mujeres gritaron "sí, se pudo", convencidos de que eran testigos y protagonistas de un acontecimiento nunca experimentado: la llegada por primera vez de la izquierda a la presidencia en dos siglos de vida republicana, y nada menos que de la mano de un exguerrillero del M19 que abandonó las armas hace más de tres décadas.

Doce jefes de Estado, entre ellos Felipe VI, participaron del acto de traspaso de mando. Petro los fue nombrando con el agregado de los nombres de personas de a pie, una limpiadora, una vendedora ambulante. En esos agregados quiso darle un sentido al programa con el que ha llegado a la Casa de Nariño. Su agenda es ambiciosa y sin garantías de realización: lograr la paz integral de un país atravesado por la violencia, promover la justicia social y poner al Estado al servicio de la defensa del medio ambiente y la transición energética. "Que el futuro verde sea posible, el cambio climático es una realidad, es urgente, no lo dicen las izquierdas sino la ciencia".

La excepcionalidad del momento político no solo se ciñe a su figura. La abogada y activista ambiental Francia Márquez ha jurado como la primera vicepresidenta de origen afrocolombiano. La convergencia de ambos en el Gobierno es fruto de la finalización del conflicto armado, así como de los estallidos populares contra el presidente saliente, Iván Duque, en 2019 y 2021. Ha sido esa efervescencia en las calles, con un alto costo de muertes juveniles, la que ha desplazado a la elite tradicional del poder. Petro, quien tendrá mayoría en el Congreso, sabe la oposición, en especial la de derechas, no le facilitará una tarea que resumió en diez compromisos esenciales, con una fuerte impronta ecológica y de género. Por eso, llamó a "encontrarse en medio de las diferencias" y, "a través de la razón" facilitar la convivencia. "Lo importante no es de dónde venimos sino a dónde vamos. El diálogo será mi método". No obstante estableció un punto de fuerte distancia del pasado inmediato: el servicio de inteligencia y los tribunales, anunció, dejarán de perseguir opositores y periodistas.

El ritmo de la transformación

Petro se ha propuesto establecer un punto de corte en la historia de un país rico y, a la vez, injusto, con 39% de pobres y el 62% de la población en situación de informalidad laboral. Las reformas fiscal y agraria son algunos de sus proyectos nodales. "El 10% de la población tiene el 70% de la riqueza, es una amoralidad, un despropósito. Somos una de las sociedades más desiguales del planeta y es una aberración que no puede continuar si queremos vivir en paz. Con políticas de redistribución haremos una Colombia más igualitaria". Según el presidente, reforma impositiva, "no es un asunto de caridad, es de solidaridad". Los impuestos, aseguró, "no serán confiscatorios, simplemente justos".

Su Gobierno se ha propuesto reactivar con decisión el acuerdo de paz que Juan Manuel Santos suscribió con las FARC en 2016, y que Duque puso sistemáticamente en tela de juicio. "Tenemos que terminar para siempre con seis décadas de conflicto armado, yo diría dos siglos de una guerra permanente. Cumpliremos el acuerdo de paz", dijo, y recordó las cifras espeluznantes de víctimas que provocaron décadas de enfrentamiento: 800.000 muertos, la mayoría humildes. "No podemos seguir en el país de la muerte, este es el gobierno de la vida". La izquierda quiere también ser garante que los sistemáticos asesinatos de líderes sociales y defensores de los derechos humanos dejen de ser un hecho naturalizado y sin solución.

El problema del narcotráfico

El llamado clan del Golfo, el principal grupo narcotraficante del país, anunció este domingo el cese unilateral del fuego, "como expresión de buena voluntad con el Gobierno que inicia y su amplia disposición de búsqueda de caminos de paz para todos los actores del conflicto, a partir del 7 de agosto". La banda criminal puso en serios aprietos a Iván Duque en el último tramo de su gestión. Petro consideró durante su discurso que la paz será posible "si se cambia la política contra las drogas por una política de prevención fuerte del consumo en la sociedad desarrolladas". Remarcó en ese sentido que la guerra contra las drogas que ha liderado Estados Unidos "ha fracasado rotundamente, y ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados, la mayoría colombianos, en los últimos 40 años". La tradicional política antinarcóticos, subrayó, ha llevado a los Estados a cometer crímenes. "¿Vamos a esperar que otro millón de latinoamericanos caiga asesinados y 200.000 norteamericanos mueran por sobredosis o más bien cambiamos el fracaso por un éxito que permita vivir en paz? Llegó el momento de cambiar la política antidrogas en el mundo".

La espada de Bolívar

Unos 700 exguerrilleros del M 19 de todo el país se hicieron presentes en Bogotá durante el traspaso de mando. Ellos acamparon en la Quinta de Bolívar, el edificio en el que ese grupo robó la espada de Simón Bolívar, en 1974. El arma fue objeto de peripecias rocambolescas. Fue hasta escondida en un prostíbulo. La guerrilla urbana la devolvió en 1991, en el marco del proceso constituyente que llevó al M19 a abandonar la lucha armada e insertarse en la vida política democrática. Treinta y dos años más tarde, la espada del Libertador se ha convertido en estandarte de la ceremonia de posesión, pero, además, de un símbolo intenta resumir las aspiraciones de una nueva Colombia. “"Esta espada tiene tanta historia que hoy sumará una más", dijo el mandatario, con los ojos puestos en el cofre que la alojaba.

Gabinete heterogéneo

El flamante mandatario prometió no dejar nunca de caminar un territorio atravesado por distintos flagelos, ni dejar de escuchar al pueblo. En su Gobierno eestará acompañado por un gabinete heterogéneo que materializa cierta idea de entendimiento con sectores del centro político. De hecho, el propio Leyva es un veterano dirigente del Partido Conservador. Junto a Petro colaborarán figuras en principio tan variadas como el socialdemócrata José Antonio Ocampo, a cargo de la cartera de Hacienda, Iván Velásquez Gómez, quien fue nombrado como ministro de Defensa, ha acumulado pergaminos a través de sus investigaciones que arrojaron luz a uno de los grandes escándalos de Colombia: la llamada "parapolítica". En un país donde los discursos de la guerra fría han tenido hasta la victoria de la izquierda un fuerte predominio, la presencia de Gloria Inés Ramírez en Trabajo habría sido imposible años atrás. Licenciada en física y matemáticas, ha sido sindicalista, miembro del Partido Comunista, la Unión Patriótica y el Polo Democrático. No es una novedad menor la designación como ministra de Salud de Carolina Corcho, una psiquiatra y politóloga de 39 años.