La guerra en Ucrania arruina la credibilidad de los medios del Kremlin y les obliga a repensar su estrategia de propaganda

El canal del Kremlin se concentra en África y Latinoamérica, donde ve una fuente potencial de apoyos, mientras que en Occidente, Moscú recurre a los denominados 'agentes de influencia' para promocionar sus narrativas

Tras ridiculizar a la prensa occidental por anunciar el conflicto armado, RT sufre una oleada de dimisiones entre su personal extranjero, que intenta paliar ofreciendo sustanciosas subidas de salarios

La aplicación de RT, canal de la propaganda rusa bloqueado en la UE

La aplicación de RT, canal de la propaganda rusa bloqueado en la UE / Dado Ruvic (Reuters)

Marc Marginedas

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"A quienes venden titulares tremendistas jugando con algo tan serio como la guerra se les debería caer la cara de vergüenza, y si alguno tuviera algo de dignidad, quizás abandonaría su puesto de trabajo o saldría a pedir perdón". Javier Rodríguez Carrasco, presentador de informativos del canal RT en español, culminaba con estas contundentes palabras, el 16 de febrero pasado, una emisión titulada 'Historia de una gran histeria, ¿invasión inminente de Rusia a Ucrania?'.

Ocho días después, Vladímir Putin anunció el inicio de la "operación especial" para "desnazificar Ucrania", los tanques rusos irrumpieron en el vecino país, mientras las primeras bombas caían sobre Kiev y Járkov. Y tal y como afirma a EL PERIÖDICO Carlos Hernández-Echevarría, especialista en desinformación de Maldita.es, "todo el discurso de RT, de ridiculización de los medios occidentales, de acusaciones de histeria y tremendismo, saltó por los aires", dañando irremisiblemente la credibilidad del canal entre sus audiencias en Europa y EEUU.

La guerra, además, ha sido la gota que ha colmado la paciencia de las autoridades occidentales respecto a esta televisión, financiada por el presupuesto ruso que ha acumulado un sinfín de advertencias de los entes reguladores nacionales debido a su escaso respeto a la deontología profesional. Una semana después del inicio de las hostilidades, el Consejo Europeo acordó "suspender las actividades" de Spútnik y RT hasta que la Federación Rusa no cese sus "actividades de desinformación contra la UE".

Efectos colaterales

Por último, la onda expansiva del conflicto ha provocado la dimisión en cascada de personal foráneo. Numerosos periodistas, documentalistas y presentadores-estrella presentaron su renuncia en los días posteriores a la invasión, en especial en el canal inglés, -donde solo quedan dos presentadores británicos- incapaces de seguir trabajando en un medio que se niega a calificar de "guerra" los sucesos en el vecino país. "Yo estaba bien; me dedicaba a informar de deportes y a mostrar la parte buena de Rusia, pero cuando todo se hizo muy cínico, renuncié", explica desde el Reino Unido Daniel Armstrong, excorresponsal de Deportes y Actualidad en el canal ruso.

Pintan bastos para RT y otros medios controlados por el Kremlin, y en este entorno desfavorable, sus responsables han comenzado a repensar sus estrategias propagandísticas, habida cuenta de la gran importancia que concede Moscú a la información, considerada como un arma más contra el enemigo, tal y como especificó Valeri Gerásimov, jefe del Estado Mayor del Ejército, en un artículo en una revista militar en 2013: "El valor de los medios no militares para lograr fines políticos y estratégicos no solo se ha incrementado, sino que en algunos casos excede la efectividad de las armas".

Vetada en EEUU y la UE, el polémico canal, la más preciada herramienta de la propaganda rusa, se concentra ahora en América Latina y África, donde espera explotar el discurso anticolonialista y el histórico resentimiento hacia EEUU. "América Latina es un público más importante para RT en español que España; en los primeros 15 días de guerra, RT fue el medio más citado en Twitter en lengua española", constata Hernández-Echevarría. "En la región, hay una desconfianza mayor hacia los medios anglosajones, y existe una relación más complicada con EEUU que la que tiene Europa Occidental", continúa.

En África, todo apunta a que se librará, en los meses a venir, una enconada batalla informativa a raíz de la crisis alimentaria provocada por el bloqueo naval ruso a las exportaciones de grano desde Ucrania. Según Nicolás de Pedro, experto en desinformación del think tank británico Institute for Statecraft, en los medios rusos es frecuente ver a "diplomáticos dirigiéndose con gran interés a audiencias africanas y latinoamericanas para trasladarles el mensaje de que la posible hambruna es responsabilidad de Occidente", no consecuencia del despliegue militar ruso en el mar Negro. Por contra, en Occidente, la prohibida RT ha sufrido un duro golpe, que intenta superar mediante dos fórmulas, explica De Pedro. Por un lado "replica su página web con otros dominios", haciéndose accesible a la audiencia occidental; por otro, "difunde contenidos a través de numerosos canales de Telegram", continúa.

Explotar el cansancio

Pero sobre todo, para impulsar sus narrativas y explotar el posible cansancio futuro respecto a la guerra en EEUU y la UE, el Kremlin confía en la acción de los denominados 'agentes de influencia', "una figura definida como alguien que, de forma consciente o inconsciente, difunde narrativas favorables al Kremlin", afirma este experto. En un artículo reciente, El Confidencial se pregunta si Inna Afinogenova, exdirectiva de RT en español, durante mucho tiempo una de las principales propagandistas del Kremlin, ferviente defensora del presidente Putin y sus políticas, y recientemente fichada por Pablo Iglesias para La Base tras afirmar que había dimitido de la cadena rusa por su supuesto "desacuerdo" con "todas las guerras", encaja en este perfil. Kevin Rothrock, redactor jefe de la publicación independiente Meduza, asegura a The Washington Post que su renuncia no es creíble: "ha trabajado durante 12 años en RT; en ese periodo, Rusia se ha involucrado en muchas guerras similares".

La carestía de personal extranjero está causando estragos, lo que ha empujado a la dirección de la cadena a incrementar los salarios (que ya eran de por sí sustanciosos, algunos incluso podían llegar a 20.000 dólares mensuales) "en un 30%", afirman personas bien informadas sobre los avatares de la cadena. En algunos casos, incluso demandas de triplicar el salario han sido aceptadas. Estas mismas fuentes citan como ejemplo que el canal de información permanente ha tenido que "limitar sus emisiones", mientras que periodistas de documentales han tenido que ir a Bielorrusia "a hacer coberturas".

Algunas de las prácticas (des)informativas de RT, al descubierto

Corresponsales veteranos extranjeros supervisados desde la redacción en Moscú por jóvenes editores que siguen a pies juntillas las consignas de la dirección, clausulas abusivas con multas incluidas para impedir filtraciones acerca de los modos de trabajar, asignación de turnos o vacaciones incómodas a aquellos periodistas que planteen problemas, entrevistas a expertos desconocidos o de reputación cuestionable... Fuentes bien informadas aseguran que en la redacción de RT siempre reina un ambiente tenso, en el que muchos reporteros prefieren autocensurarse para evitarse problemas o trifulcas con la dirección. Muchos presentadores extranjeros juegan con el directo, e introducen cambios de última hora en el enunciado de los titulares y las noticias para evitar en lo posible la manipulación o el tono propagandista cuando están en antena.

Los editores que despachan con los enviados especiales "son los más talibanes", explican estas fuentes. Son capaces de enviar mensajes al periodista sobre el terreno en el último momento dando a entender lo "sensible" de tal o cual información, o recordando que en RT "al Ministerio de Exteriores o de Defensa de Rusia no se le cuestiona; solo se cita lo que dice". Otra de las consignas más repetidas se refiere a los cascos blancos, los voluntarios sirios que rescataban de entre los escombros a las víctimas civiles de los bombardeos rusos y del régimen de Asad. "No se les puede tratar como una fuente de información legítima".

Según Hernández-Echevarría, RT "no es un medio de propaganda al uso" y modula "la línea editorial siempre de acuerdo a los intereses el Gobierno ruso". Este experto cita como ejemplo la cobertura de la crisis de refugiados en 2015. En el canal en español, con una audiencia principalmente latinoamericana y de izquierdas, se criticaba que la EU fuese "un club blanco y hasta racista", mientras que RT en Alemania, con un público procedente de la ultraderecha, "predicaba todo lo contrario".

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