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Antony Beevor, historiador: "Putin tiene la obsesión de macho que solo quiere dominar"

El experto en historia militar del siglo XX está convencido de que la guerra de Ucrania marcará el siglo XXI y que 2022 será un año recordado.

Su última investigación, centrada en la revolución y guerra civil rusa de hace 100 años, aporta claves para entender el carácter de un pueblo acostumbrado a resolver con violencia la sensación de amenaza con la que vive

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Juan Fernández

Juan Fernández

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De Stalingrado a Berlín y de las Ardenas a la Guerra Civil española, el historiador y experto militar Antony Beevor (Londres, 1946) lleva cuatro décadas explicando las batallas más importantes del siglo XX como solo él sabe hacerlo: acudiendo a fuentes inéditas, bajando el relato al terreno y poniendo al lector en la piel de los protagonistas. En sus libros se huele la pólvora de los disparos y se masca la sangre de las víctimas, aparte de entenderse las claves que mueven los hilos de los conflictos.  

Desde la caída del Telón de Acero anda detrás de escribir la historia de la revolución y guerra civil rusa de 1917 a 1921. Lo último que pensaba cuando se puso a hincarle el diente era que tendría que explicar la ‘Rusia’ (Crítica) de hace un siglo poniéndola en el contexto acuciante de la de ahora. Nunca un libro de historia resultó tan oportuno. 

-Afirma que la guerra civil rusa fue el acontecimiento más influyente del siglo XX. ¿No exagera? 

-Hubo otras guerras más importantes, pero la revolución y el conflicto civil ruso situó el marco ideológico sobre el que discurrió toda la centuria. El enfrentamiento tan virulento que mantuvieron rojos contra blancos polarizó las posturas políticas de su tiempo, aniquiló las aspiraciones del centro liberal y se tradujo en el antagonismo que libraron el nazismo y el estalinismo en la Segunda Guerra Mundial o en la propia Guerra Civil española.  

-También llama la atención sobre el nivel de violencia y crueldad que hubo en aquel conflicto. 

-El horror de la guerra civil rusa no tiene parangón. Se ha hablado mucho de los crímenes nazis en la Segunda Guerra Mundial, pero no lo suficiente del sadismo tan brutal que hubo en las checas. En ese sentido, aquel conflicto fue también decisivo para fijar el marco de la violencia más brutal que podía llegar a aplicarse en una guerra, y de esto tomaron buena nota los nazis. 

-Vista en perspectiva, ¿fue necesaria tanta violencia? 

-Goebbels solía decir que el odio no es suficiente para manipular a las masas, hace falta sembrar en ellas el miedo más extremo. El terror es la mejor arma de guerra que existe. Fue la gasolina que propulsó la guerra civil rusa y también lo que dio firmeza al régimen soviético y permitió las tres mentiras sobre las que se sustentó. Lenin prometió tierras a los campesinos, poder a los obreros en las fábricas y paz a los soldados. No cumplió nada. El poder y la propiedad se los quedaron los soviets, que estaban controlados desde arriba, y el comunismo se convirtió en una guerra civil internacional. Pero nadie protestó por miedo. En el funeral de Stalin lloraban hasta sus víctimas. No por aprecio al difunto, sino porque temían una vuelta al horror de la guerra civil.

"El terror es la mejor arma de guerra que existe. Fue la gasolina que propulsó la guerra civil rusa y también lo que dio firmeza al régimen soviético"

-En su libro describe escenas escalofriantes. ¿Qué explicación da a tanto sadismo? 

-Soy incapaz de encontrarle un sentido a aquel grado de crueldad y barbarie. No torturaban para obtener información, lo hacían por puro placer. En la Segunda Guerra Mundial volvió a ocurrir con las violaciones de mujeres alemanas. Algunos psiquiatras rusos que han estudiado esos comportamientos hablan de una especie de atracción por la atrocidad masiva. Aquellos soldados preferían violar en grupo a hacerlo en solitario. Creo que tiene que ver con la forma como los rusos tratan a sus propios soldados. 

-¿A qué se refiere? 

-Ningún otro ejército trata tan mal a sus tropas, y eso ha seguido siendo así hasta la actualidad. En la década de los 90, cada año se suicidaban 5.000 reclutas rusos por las humillaciones que les causaban sus superiores, se supone que para hacerlos más duros y prepararles para la guerra. Esto lleva a muchos a comportarse con sus víctimas como se comportaron con ellos. Lo estamos viendo en la guerra de Ucrania. 

-¿Entender la Rusia de hace 100 años ayuda a comprender la de ahora? 

-En parte, sí. Desde las invasiones mongolas del siglo XIII, este país se ha sentido amenazado. Piensan que el mundo está contra ellos, que tienen que defenderse, y para lograrlo no les importa utilizar la mayor violencia posible. Esa narrativa la unen a un sentimiento imperialista que no ha mermado a lo largo de los años. Su conquista del Cáucaso y Asia central en el siglo XIX fue tan brutal que avergonzaría a cualquier país, pero a ellos les llena de orgullo. Y al frente tienen a Putin, un líder al que Occidente minusvaloró igual que Francia y Reino Unido minusvaloraron a Hitler en los años 30. Nadie hizo el ejercicio de intentar pensar como él piensa. 

"En la década de los 90, cada año se suicidaban 5.000 reclutas rusos por las humillaciones que les causaban sus superiores, se supone que para hacerlos más duros y prepararles para la guerra"

-¿Cómo piensa Putin? 

-Tiene la obsesión del macho que solo aspira a dominar. Dice que la caída de la Unión Soviética fue la gran tragedia de Rusia, pero él no aspira a regresar a la URSS, sino construir el nuevo imperio ruso, y en ese imaginario se ve a sí mismo como un zar. Su referente es Pedro el Grande, no Lenin. Su palacio está plagado de águilas bicéfalas imperiales y retratos de los grandes zares. En la guerra civil, él habría ido con los blancos, no con los bolcheviques. 

-El historiador Simon Sebag Montefiore, experto en los Romanov, me dijo en una entrevista: “Los rusos tienden a la autocracia, necesitan a un hombre fuerte que les mande, y Putin lo sabe”. ¿Está de acuerdo? 

-Totalmente. Por eso, esa imagen de Putin a caballo con el torso desnudo o practicando artes marciales es allí tan aplaudida. En el inconsciente ruso opera el recuerdo del horror que vivieron hace un siglo. Prefieren tener a un hombre fuerte que les mande antes de volver al caos de aquella guerra civil tan sanguinaria. 

-¿Cómo se hace frente a una manera de pensar así? 

-En primer lugar, siendo conscientes de lo que tenemos delante. La guerra de Ucrania ha evidenciado el fracaso de la diplomacia europea. Los intentos de Macron por negociar con Putin o de Merkel por incorporarle a la comunidad internacional con vínculos comerciales se han demostrado inútiles. La invasión de Ucrania nos ha hecho ver que no podíamos seguir dependiendo de las materias primas rusas. En el fondo debemos estarle agradecidos. Ahora, lo importante es que toda Europa se mantenga firme y unida. 

"Putin no aspira a regresar a la URSS, sino construir el nuevo imperio ruso, y en ese imaginario se ve a sí mismo como un zar. Su referente es Pedro el Grande, no Lenin"

-¿Teme que eso no ocurra? 

-En los próximos meses van a crecer las presiones para que Ucrania negocie con Rusia a cualquier precio, y eso es muy peligroso. Putin está desesperado por conseguir un alto el fuego y plantear una retirada, pero estoy convencido de que solo haría ese movimiento para volver más adelante con más fuerza. La retirada rusa solo sería aceptable si Ucrania queda protegida por algo parecido al artículo 5 de la OTAN, que obligaría a la Alianza a intervenir si Rusia vuelve a atacar. 

-Hace una semana se celebró la Cumbre de la OTAN en Madrid. ¿Qué le pareció su apuesta por incrementar el gasto militar, que en España ha generado controversia? 

-La Cumbre fue un éxito. En este momento, aunque estemos sufriendo una escalada de precios, no tenemos más remedio que reforzar nuestra defensa y mantenernos unidos. Es la única forma de que Putin frene sus planes expansionistas, que los tiene. No podemos fiarnos de alguien que miente cada vez que habla. 

-Hace 100 años, cuando acabó la guerra civil rusa, pocos imaginaban sus consecuencias. ¿Se atreve a calibrar las que tendrá la invasión de Ucrania? 

-Más de las que imaginamos. En el corto plazo, la guerra va a seguir como mínimo hasta el año que viene y va a provocar una recesión económica mundial con cortes de suministro energético en Europa, hambrunas en países asiáticos y africanos y movimientos migratorios que serán difíciles de gestionar. En el largo plazo, causará cambios de calado, y no todos serán negativos. De momento, nos va a obligar a acelerar la transición energética. Lo que tengo claro es que 2022 va a marcar un punto de inflexión en el siglo XXI. Este año pasará a la historia como lo hizo 1914 o 1945. 

HISTORIADOR SUPERVENTAS

Militar antes que historiador –fue oficial del 11º Regimiento de Húsares del Ejército británico- y novelista antes que historiador –sus primeros libros fueron relatos-, con su pluma vigorosa y sus investigaciones minuciosas ha conseguido convertir en superventas los voluminosos libros que ha escrito sobre las principales guerras de la primera mitad del siglo XX.

Su último trabajo, ‘Rusia’, pensaba presentarlo en persona en España, pero una infección de covid, unida al tratamiento oncológico que estaba afrontando, acabó con sus huesos en el hospital y le obligó a conceder las entrevistas por videoconferencia.  

 

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