La invasión rusa

¿Qué supone la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN?

La ruptura de la posición neutral de ambos países refuerza la estrategia de la Alianza Atlántica y derivará en reacciones de un Putin imprevisible

Turquía acepta que Finlandia y Suecia se incorporen a la OTAN.

Turquía acepta que Finlandia y Suecia se incorporen a la OTAN. / VIOLETA SANTOS MOURA

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Uno de los aspectos más ilustrativos para certificar que el mundo ha entrado en un nuevo escenario geopolítico tras la invasión rusa de Ucrania tiene que ver con Suecia, Finlandia y sus respectivas solicitudes para ingresar en la OTAN, poniendo fin a su histórica posición de neutralidad internacional.

A mediados de mayo, ambos países formalizaron sus solicitudes ante la inquietud que generan los planes expansivos del presidente ruso, Vladímir Putin, y la Alianza Atlántica acaba de aceptarlas como miembros de pleno derecho. La iniciativa, paradójicamente, puede elevar el riesgo de ponerse en el objetivo del dirigente ruso, puesto que la amenaza que representa para el Kremlin la ampliación de la Alianza Atlántica ha sido uno de los argumentos argüidos para la invasión de su vecino. Y sin duda supone un espaldarazo a los planes de EEUU en su empeño de contar con el apoyo de Europa en su pugna geopolítica con Rusia.

Lo que resulta indiscutible es que supone un refuerzo estratégico sensible en el norte del continente, tradicionalmente bajo dominio ruso en término de efectivos, además de engrosar el arsenal aliado: Helsinki dispone de 700 obuses, 700 morteros pesados y 100 lanzacohetes múltiples, dispone de la mayor capacidad de artillería de toda Europa occidental. Menos impacto tendrá Estocolmo, que pese a que actualmente cuenta con tropas desplegadas en Afganistán y Kosovo, acostumbra a desempeñar más habitualmente roles de observador en conflictos internacionales.

Amenazas

La incorporación de Finlandia representa, a su vez, una sensible ampliación del territorio colindante aliado con Rusia (es el único estado de la UE no perteneciente a la OTAN que limita con Rusia), unos 13.000 kilómetros, duplicando prácticamente la extensión fronteriza actual.

Más incógnitas genera la reacción efectiva de Putin que  ya advirtió de que “la expansión de la infraestructura militar” de la Alianza en la Europa del norte “provocará una respuesta” de Moscú que irá en proporción “de las amenazas”.  

La adhesión de ambos países comportará un incremento en los presupuestos de Defensa de ambos países, que actualmente orilla el 1,3% del PIB. Y va a desencadenar casi con toda seguridad un movimiento de tropas en las fronteras rusas así como un probable aumento de los ciberataques contra los intereses de Helsinki y Estocolmo, habitualmente de origen desconocido, pero con no pocos indicios señalando al Kremlin como principal instigador. El resto de consecuencias son tan imprevisibles como la voluble mente de Putin.