Análisis

Albares esquiva un tercer frente diplomático con Malí tras los de Argelia y Marruecos

Las palabras del ministro de Exteriores sobre una posible implicación de la OTAN en Malí provocaron el enfado de Bamako

José Manuel Albares.

José Manuel Albares. / EFE

Mario Saavedra

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El terreno que pisa la diplomacia española en el ‘flanco sur’ es deslizante, y siempre se está a un paso de tropezar. Hace un mes, Argelia lanzó un órdago diplomático a España, suspendió el Tratado de Amistad y congeló parte del comercio bilateral. Se crispó Argel por el acercamiento a Marruecos, y precisamente por eso se esperaba tranquilidad con el vecino marroquí. Pero hace diez días una avalancha de inmigrantes repelida con dureza por sus fuerzas de seguridad en la frontera volvió a encender las alarmas. Murieron un número aún por determinar de inmigrantes (Rabat reconoce al menos 23). 

En este contexto, difícilmente el responsable de Exteriores, José Manuel Albares, podía permitirse otro conflicto. Por eso, cuando el Gobierno de Malí le afeó sus declaraciones sobre una potencial intervención de la OTAN en el país y llamó al embajador español para pedir explicaciones, la reacción fue rápida. En menos de 48 horas, la embajada española publicó un comunicado aclarando su postura y Albares llamó a su homólogo para arreglar la situación.

Las palabras del responsable de la diplomacia española se habían producido en el contexto de la cumbre de la OTAN en Madrid. España había pedido durante meses a la organización que incluyera en su mandato estratégico para la próxima década una referencia explícita al Sahel, y los problemas que allí persisten: terrorismo de las filiales de Daesh y Al Qaeda en el propio Malí, Níger o Burkina Faso; presencia de mercenarios rusos Wagner; y uso de las migraciones y las fuentes de energía como arma política, algo que España ya ha sufrido tanto con Marruecos como con Argelia. 

La OTAN incluyó finalmente las “amenazas híbridas” provenientes de la vecindad sur de España. “Los vecinos meridionales de la OTAN, en particular las regiones de Oriente Próximo, Norte de África y el Sahel, se enfrentan a problemas interconectados de seguridad, demográficos, económicos y políticos [...] Esta situación proporciona un terreno fértil para la proliferación de grupos armados no estatales, incluidas las organizaciones terroristas. También favorece la injerencia desestabilizadora y coercitiva de competidores estratégicos”. 

"Creo que la OTAN vaya a abrir una confrontación con Rusia en Malí bajo el lema de la lucha contra el terrorismo"

Barah Mikaïl

El lenguaje era genérico y no se apuntaba a ningún país. Pero Albares concretó en Malí. En una entrevista en Radio Nacional de España le preguntaron: “¿Se puede descartar una misión en Malí, donde la presencia de tropas europeas ha sido tan controvertida hasta hace muy poco?”. Y él respondió: “No, no hay que descartarlo”. “Si fuera necesario, y se concretara una amenaza para nuestra seguridad, por supuesto se haría. El Sahel es el epicentro del terrorismo internacional”, añadió. Albares se congratuló de la inclusión de “todo lo que había pedido España” en el Concepto Estratégico de la OTAN: “Tanto las amenazas híbridas como el uso político de la inmigración o el control de los flujos energéticos quedan perfectamente delimitados como amenaza. Incluso, a un cierto nivel, podría suponer que se pudiera solicitar la entrada del artículo 5 de defensa colectiva”, dijo. 

La Junta Militar de Malí saltó como un resorte y llamó al embajador español José Hornero Gómez para pedir explicaciones. Y España las dio, con un comunicado (de tan solo cuatro líneas) colgado en la página web de la embajada española en Bamako: “España no ha solicitado ni durante la cumbre de la OTAN ni en ningún otro momento una intervención, misión o algún tipo de actuación en Malí de la Alianza”, decía.

Para cauterizar cualquier posible herida, José Manuel Albares reforzó el movimiento con una llamada a su homólogo maliense, Abdoulaye Diop. Este publicó un tuit haciendo énfasis en que Albares le había expresado la profunda amistad que unía a ambos países. Además, la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores, Ángeles Moreno Bau, ha mantenido también unas conversaciones “técnicas” con el encargado de Exteriores de Malí para las estrategias en el Sahel, Abdoulaye Tounkara. 

No se sabe sobre qué han versado estas conversaciones. Y, al cierre de esta edición, la embajada maliense en España no ha respondido a las preguntas de este diario sobre si da o no por aclarado el asunto diplomático. 

“El enfoque de la diplomacia española de los riesgos que vienen del ‘flanco sur’ lo comparten países como Francia, Reino Unido o Italia”, explica Barah Mikaïl, director del programa de ciencias políticas en la universidad Saint Louis en Madrid. “Pero no creo que la OTAN vaya a abrir una confrontación con Rusia en Malí bajo el lema de la lucha contra el terrorismo. Han aprendido de misiones pasadas [como en Libia]. Y saben que si hay una intervención militar se debe tener en cuenta si las poblaciones locales están predispuestas a la presencia de la Alianza”.

El rifirrafe diplomático con Malí justo a la vez que se han dado por oficialmente finalizadas las operaciones de la fuerza militar europea Takuba en el país. Soldados europeos (provenientes de Bélgica, República Checa, Dinamarca, Estonia, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Portugal y Suecia) llevaban más de dos años luchando para evitar la implantación del Estado Islámico del Gran Sáhara en la “zona cero” del yihadismo, la de las tres fronteras compartidas por Níger, Burkina Faso y Malí. 

Soldado del ejército de Malí.

Soldado del ejército de Malí. / EP

Pero tras sendos golpes de Estado en 2020 y 2021 en Malí, Francia, que lideraba la misión, consideró que no se daban las condiciones de confianza suficiente para seguir luchando junto a las Fuerzas Armadas malienses. Bamako había acusado a París de espionaje tras publicar imágenes de soldados Wagner enterrando cuerpos en una población. Las Fuerzas Armadas del país tienen cada vez más como consejeros militares y como operativos a mercenarios rusos de la organización, controlada por Moscú. 

También España se está planeando una reducción drástica de la contribución a otra de las misiones activas, la EUTM-Malí de la Unión Europea. Hay alrededor de 400 soldados españoles ayudando al Ejército maliense a mejorar sus capacidades militares para que pueda recuperar la integridad territorial del país (llegaron a ser 600, la mitad de la misión). 

Pero, según ha anunciado el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Teodoro López, después de la salida de Francia y tras la negativa del Gobierno de Malí a aceptar los puntos que ha propuesto Bruselas para continuar la misión, “la UE ha decidido no continuar con el entrenamiento a nivel táctico de las unidades de las Fuerzas Armadas de Malí”, según palabras recogidas por InfoDefensa. Entre otras cosas, porque no han dado garantías de que esas fuerzas entrenadas por la UE “no fueran luego utilizadas con Wagner”. 

Hay otra misión de Naciones Unidas, la Minusma, que trata de proteger a los civiles en medio del conflicto. Sin embargo, también está teniendo dificultades, ya que el gobierno maliense dificulta su movimiento en el país. El Sahel se ha convertido en un avispero terrorista y en un enjambre diplomático. Y no solo para España.