Elecciones en Francia
Macron se juega hoy su futuro en el duelo con la izquierda en las legislativas
Francia vuelve a las urnas para elegir a los diputados de la Asamblea Nacional
Los sondeos pronostican prácticamente un empate en la primera vuelta entre el partido del presidente y la nueva coalición unitaria de la gauche
La “tercera vuelta” de las elecciones presidenciales. La controvertida fórmula utilizada a finales de abril por Jean-Luc Mélenchon (ecosocialista) ha terminado siendo una realidad. El presidente francés, Emmanuel Macron, se juega el futuro de su segundo mandato en las elecciones legislativas de este domingo y del 19 de junio (segunda vuelta). La orientación de sus políticas dependerá del color mayoritario en la futura Asamblea Nacional. La mayoría absoluta de la coalición macronista Juntos pende de un hilo ante la configuración de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES, formada por la Francia Insumisa, el Partido Socialista, los verdes y los comunistas), que aspira a un gobierno de cohabitación con Mélenchon como primer ministro.
Los últimos sondeos pronostican prácticamente un empate en la primera vuelta entre la flamante coalición unitaria de la gauche (28%) y los partidos afines al dirigente centrista (27%). En principio, la segunda vuelta en las 577 circunscripciones —solo saldrá elegido el más votado en cada una de ellas— resultaría más bien propicia para los candidatos macronistas, al disponer de una mayor reserva de votos procedentes de otros partidos (de derecha o ultraderecha). Pero estos pronósticos deben cogerse con pinzas al tratarse de un escenario nuevo.
Los franceses que viven en el extranjero votaron en la primera vuelta la semana pasada y los resultados no fueron demasiado buenos para el partido del presidente. Lo que desembocó en un mayor nerviosismo en las filas macronistas. Hasta el punto que el dirigente centrista atacó con dureza a sus nuevos rivales.
Campaña del miedo de Macron contra Mélenchon
Durante un desplazamiento a Puycelsi, cerca de Toulouse, el presidente advirtió que ante el peligro del “desorden”, los franceses deben darle una mayoría absoluta, si no quieren adentrarse “en una gran agitación que se traducirá inevitablemente en un viaje en terreno desconocido”. “Nada sería más peligroso que sumar al desorden mundial un desorden francés”, dijo en un discurso en el que equiparó a la Nueva Unión Popular con la extrema derecha de Marine Le Pen, que ha quedado relegada a un segundo plano en esta campaña y los sondeos le otorgan entre 20 y 40 diputados de un total de 577.
Tras un mes de mayo salpicado por numerosas polémicas y marcado por el mensaje de continuidad dado con el nombramiento de la nueva primera ministra Élisabeth Borne —con un perfil tecnocrático parecido al de Jean Castex, su antecesor en Matignon— y los nuevos ministros, el macronismo se ha dedicado en la recta final de la campaña a atacar a Mélenchon y sus nuevos aliados.
El ministro de Economía, Bruno Le Maire, tachó al líder de la Nueva Unión Popular “de Chávez galo”. Gabriel Attal, ministro de Finanzas, predijo que si gana la izquierda, supondría una “guillotina fiscal”. Incluso dirigentes macronistas recurrieron a las fake news al decir que la gauche prohibiría a los franceses que “corten los árboles de sus jardines” o los obligaría a "utilizar carnets de racionamiento”.
La abstención, un factor clave
“Existe un peligro real de la extrema izquierda que defiende un proyecto violento y demagógico a nivel económico”, declara a El Periódico Benjamin Haddad, candidato macronista en el distrito XVI de París, uno de los más ricos de la capital, que debería pasar de la derecha republicana al partido del presidente.
“Creo que todas estas críticas nos benefician y muestran la febrilidad del macronismo”, afirma Thomas Portes, aspirante mélenchonista en un distrito de la “banlieue” parisina, donde la izquierda podría ganar la mayoría de circunscripciones. La NUPES ha basado su campaña en proponer medidas ambiciosas, como aumentar el salario mínimo hasta 1.500 euros netos o limitar los precios de los productos de primera necesidad, para hacer frente a la actual coyuntura económica degrada por la inflación.
“En esta campaña hemos constatado un retorno del clásico eje derecha-izquierda, del partido del orden (Macron) contra el partido del movimiento (Mélenchon)”, destaca el politólogo Christophe Bouillaud, profesor en Sciences Po Grenoble, quien considera poco probable una mayoría absoluta de la izquierda: “Sería casi un milagro”. “La abstención diferencial —los jóvenes y los trabajadores franceses votan mucho menos que la gente mayor y acomodada— debería beneficiar a Macron”, recuerda.
“Con su idea genial de presentar estas elecciones como una tercera vuelta de las presidenciales, Mélenchon dio a estas legislativas una mayor relevancia de la que tuvieron este tipo de comicios desde el año 2000”, cuando se alineó el calendario electoral de las presidenciales con las elecciones parlamentarias, destaca el analista político Thomas Guenolé. No obstante, “ha sido una campaña bastante apática, ya que los franceses no se interesan en las legislativas”, añade sobre unos comicios en que se prevé una baja participación, alrededor del 50%. La abstención será probablemente un factor clave para decantar la balanza a favor de Macron. Pero tampoco puede descartarse una sorpresa.
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