100 días de guerra / Posibles finales

Analistas del Ejército no descartan que Rusia emplee el arma nuclear en Ucrania

Para junio y julio esperan una contraofensiva ucraniana clave para el desarrollo del conflicto

Lanzamiento de un misil balístico Yar ruso el 19 de febrero de 2022 desde el campo de entrenamiento de Kura - Ministerio de Defensa de Rusia

Lanzamiento de un misil balístico Yar ruso el 19 de febrero de 2022 desde el campo de entrenamiento de Kura - Ministerio de Defensa de Rusia / Ministerio de Defensa de Rusia

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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En el día cien de la guerra en Ucrania la amenaza más inquietante no se ha reducido: los analistas que elevan informes al escalón político de Defensa no descartan entre sus prospecciones de futuro el empleo por Rusia del arma nuclear con impacto limitado. Y no eliminan esa previsión en la misma semana en que Moscú dice que es “echar gasolina al fuego” que Estados Unidos done a Kiev misiles cada vez más poderosos.

La previsión cobrará cuerpo según escale la potencia de las armas que done Occidente a Ucrania, pues Rusia no tiene armamento convencional superior con el que responder a esa escalada. Un alto oficial del Ejército de Tierra lo explica así: “Como previsión, un bombardeo nuclear táctico en Ucrania lo hemos pasado de imposible a solo improbable”.

Y ese matiz implica “incluir entre lo que puede ocurrir” –sostiene, entre otros, un experto del arma de Caballería- un ataque ruso a una concentración de fuerzas ucranianas con una bomba nuclear pequeña, o “táctica”; o sea, de entre cuatro y seis kilotones, suficiente para aniquilar a dos batallones y con reducida afectación territorial. La lanzada sobre Hiroshima en 1945 estalló con una potencia de 16 kilotones.

Cuatro caminos

Las fuentes militares consultadas creen que la posibilidad de ataque nuclear sigue siendo baja –pese a las repetidas amenazas del propagandista del Kremlin Vladimir Soloviov en la televisión pública rusa- porque la doctrina de Moscú sobre armas atómicas sigue previéndolas para cuando la supervivencia del país esté en peligro. “Otra cosa es qué entiende Putin por peligro, y si confunde su propia supervivencia política con la de Rusia”, plantea un mando de estado mayor.

El comunicador próximo a Putin Vladimir Solovyov amenaza con un ataque nuclear en la televisión pública rusa.

El comunicador próximo a Putin Vladimir Solovyov amenaza con un ataque nuclear en la televisión pública rusa. / El Periódico

Observadores adscritos a órganos del Ministerio de Defensa para el análisis de la guerra admiten cuatro posibles caminos, y ninguno con victoria total de un contendiente:

Uno, contraofensiva ucraniana exitosa. Victoria parcial que fuerza a Rusia a la negociación entregando lo ganado en su invasión.

Dos, contraofensiva ucraniana que encalla. Victoria parcial rusa que fuerza a Ucrania a la negociación de una pérdida de su territorio este.

Tres, se cronifica la batalla del Donbás, y aparecen focos de extensión de la guerra fuera del escenario, quizá incluso en África del norte... hasta una mediación internacional con posible creación de una franja desmilitarizada de entre 50 y 100 kilómetros de ancho en el Donbás.

Y el cuarto: endurecimiento inopinado del conflicto, Putin pierde los triunfos que ahora puede vender a su pueblo, amenaza ucraniana sobre territorio ruso… y golpe nuclear.

Tras la explosión atómica, territorio desconocido: “En todo juego de guerra, lo nuclear siempre es el final del ejercicio; no hay más", cuenta un alto oficial.

Para el cuarto, una de las fuentes conciben un ataque en el frente para abrir un corredor devastado de unos cuatro kilómetros de ancho por cuatro de profundo, que solo parte de los vehículos rusos estaría en condiciones de atravesar una vez contaminado, aquellos con sistemas de presión positiva de aire en su interior. Los analistas más cercanos a Defensa descartan ese tipo de ataque por “el mal estado de mantenimiento que han demostrado los blindados rusos, y porque han retirado la mayoría de sus carros más modernos, los T80 de motor de turbina; su gran consumo de queroseno duplicaba sus problemas de logística”.

Habida cuenta de que las fuerzas rusas habrían perdido la capacidad de cruzar terrenos contaminados por bombardeo atómico, la habilidad que entrenaban en tiempos de la URSS, estas otras fuentes se inclinan –insistiendo en su baja probabilidad- por un ataque nuclear más atrás, en la retaguardia ucraniana, “golpeando una concentración de fuerzas de reserva junto al Dnieper”.

Y después de la explosión nuclear… todo es incógnita, territorio desconocido. “En todo juego de guerra, lo nuclear siempre es el final del ejercicio –explica el alto oficial de estado mayor-. Hasta ahora cualquier doctrina sobre armas nucleares las concibe para no ser usadas…”

Contraofensiva

Esa concentración de fuerzas de reserva que buscarían los misiles rusos se incluye en la principal previsión militar española, que aparece en dos de los caminos: una gran contraofensiva ucraniana este mes de junio o en julio.

Esa contraofensiva no se ha producido aún porque “Ucrania necesita tiempo para integrar los sistemas de armas de nuevos envíos de Occidente”, explica uno de los ojos de Defensa sobre la guerra. Se refiere a los lanzacohetes múltiples de larga distancia MLRS, con munición guiada, y a los HIMARS (Lanzacohetes de alta movilidad), aún más precisos, cuyo envío inició EE.UU. y cuya prórroga medita el presidente norteamericano, Joe Biden.

Lanzacohetes múltiple en el sur de Ucrania 4 Mayo 2022

Una mañana no tan plácida en el campo ucraniano. En la imagen, lanzacochetes múltiple actuando con munición occidental en la zona sur del país, el pasado 4 de mayo. /

Habla además del sistema de defensa antiaérea Iris-T prometido por Alemania, y que, con nuevos envíos de misiles Stinger americanos, acabaría de clavar al suelo a la fuerza aérea rusa. Concede un mes para su integración en el sistema de defensa ucraniano.

Los preparativos de esa contraofensiva se topan con un problema de carencia de suministros. La guerra de Ucrania, ahora en una fase tan artillera, ha devorado las existencias de munición de una media Europa que no creía en la posibilidad de una guerra como esta en 2022.

Los análisis que maneja Defensa –como los del resto de estados mayores europeos- señalan que en estos cien días de guerra Ucrania ha sabido conservar su JOF (Joint Operacional Force, Fuerza Conjunta Operacional), núcleo de su ejército regular. “Ha sufrido mucho desgaste estos tres meses, pero el mando ucraniano ha podido hacer una rotación razonable, cuidando mucho que no se sepa dónde se hacen los relevos”.

Funeral militar ucraniano en el cementerio de Dnipro. Un grupo de soldados cargan los ataúdes de sus compañeros muertos.

Funeral militar ucraniano en el cementerio de Dnipro. Un grupo de soldados cargan los ataúdes de sus compañeros muertos. / EFE / MANUEL BRUQUE

Así, “las tropas que aguantaron el embate de febrero están ahora reconstituidas –asegura-, se les ha renovado material, se les ha reforzado con armas como el obús M-77 americano con proyectiles dirigidos Excalibur –que también recibirá España en 2023- y ya son una importante reserva para el verano”.

Echar el resto

“A Putin le queda un mes echando el resto”, resume uno de los altos oficiales consultados. Esa, echar el resto, poner toda la carne, artillería e infantería masivas, en el asador del Donbás es la forma de combatir que atribuye a Rusia, y ese plazo, “un mes, si llega”, es el que tiene el líder ruso para presentar a su pueblo triunfos como Mariupol, la costa del Azov, el ensanche al norte de Crimea… quizá Severodonetsk. Todo antes de una ofensiva generalizada.

Esa ofensiva le obligaría a hacer más evidente “la conscripción encubierta” que ha emprendido Moscú. El líder ruso ordenó en abril elevar la edad de incorporación a sus tropas profesionales de 40 a 45 años. Pero en los cuadros de previsiones que se elevan a Defensa no se contempla una gran leva en Rusia, “porque no llegaría a tiempo para sus necesidades a corto plazo: se necesitan meses para formar a un recluta”. En eso Ucrania lleva ventaja.

Valdimir Putin y su ministro de Defensa, Serguei Shoigu, en Moscú el 9 de mayo.

Valdimir Putin y su ministro de Defensa, Serguei Shoigu, en Moscú el 9 de mayo. / EFE

No obstante, algo le va mejor al ejército Z. Todos los militares consultados coinciden en que el problema de logística que evidenció Rusia al comienzo de su invasión ya no es tan grave. Centrando su esfuerzo en las provincias de Donetsk y Luhansk y recolocando ahí sus fuerzas, tienen cerca grandes centros militares en Belgorod y Kursk, y una cadena de suministro más potente y difícil de atacar.

También ha solucionado parte de sus problemas de comunicaciones, patéticos cuando el ejército invasor tuvo que recurrir a la red civil ucraniana de telefonía, evidenciando dramáticamente las localizaciones de sus puestos de mando, “lo que costó la vida a varios generales”.

Lento y sangriento

Pero los analistas del Ejército ven “lento y con muchas bajas” el avance ruso en el Donbás. En el día 100 de la guerra sigue resultando imposible una contabilidad real de los muertos. La estimación militar española es de 37.000, con mayoría (15.000) entre los atacantes.

Es “un balance muy alto”, lo suficientemente grave como para que la negociación se haga muy difícil. Los componentes más nacionalistas del gobierno ucraniano ya no aceptarían volver a la situación del 23 de febrero: pedirían más concesiones rusas. Tampoco ese retorno al día anterior a la invasión lo creen aceptable para Rusia.

Y los rusos… las fuentes consultadas no desvelan un canal de conversación con ellos, pese a que su legación en España sigue abierta. “Perdimos mucha interlocución cuando echaron a 25 funcionarios –relata un oficial con antiguos contactos moscovitas-. Lo que más les preocupaba cuando se tenían que ir era lo que iban a dejar de cobrar por dejar Madrid”.

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