El presidente argentino Alberto Fernández paga unos 15.000 euros para cerrar una causa judicial por haber violado la cuarentena
El Gobierno había impuesto un riguroso confinamiento que fue sin embargo violado por el propio Fernández y su esposa al organizar un cumpleaños
El presidente paga en la actualidad mayores costos políticos por el descalabro de la inflación que reduce sus aspiraciones de ser reelecto
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Todo le cuesta muy caro al presidente argentino, Alberto Fernández. Este lunes tuvo que desembolsar unos 15.000 euros, según el mercado negro, para cerrar una causa judicial que ha carcomido su imagen tanto como la inflación: el propio incumplimiento de la draconiana exigencia que impuso en 2020 para enfrentar la pandemia. En agosto de 2021, cuando se sentía el cansancio social por el confinamiento, se conoció una fotografía que mostraba al mandatario como sonriente acompañante de la primera dama, Fabiola Yáñez, quien festejó su cumpleaños en la residencia oficial y en pleno inverno con unos amigos. Fue una clara violación de las normas que había impuesto un teatral Fernández bajo la amenaza de ir a buscar a la casa a quienes la trasgredieran.
Durante los primeros meses de la cuarentena, cuando el fantasma de la muerte no había alcanzado las proporciones de los últimos meses de 2021, Fernández llegó a gozar de una alta ponderación, casi del 80%. Su popularidad se derrumbó con el correr de los meses, especialmente como consecuencia de los costos económicos y humanos de una pandemia que ha matado a 123.000 personas. La fotografía de la residencia de Olivos, en la periferia bonaerense, no hizo más que profundizar el enojo colectivo que se materializó en la estruendosa derrota del peronismo en las elecciones legislativas de noviembre pasado y condiciona seriamente las aspiraciones oficiales de cara a los comicios de 2023. "Fue algo que nunca debió haber pasado", dijo el presidente sobre aquel cumpleaños. Su autocrítica se ha repetido en varias oportunidades.
El azote inflacionario
No es el único precio alto que paga Fernández por estas horas. El aumento del costo de la vida ha saltado por los aires por una combinación de problemas estructurales y el impacto en la economía internacional de la invasión rusa a Ucrania. Se esperaba cerrar 2022 con una inflación de 33%. Ya se sabe de antemano que se duplicará esa cifra. El Gobierno festejó casi como un triunfo que la inflación de abril fuera de 6,7%, apenas menor que la de marzo.
En este contexto, el presidente presentó los nuevos billetes con las imágenes de próceres nacionales que sustituirán a los emitidos durante la presidencia del derechista Mauricio Macri (2015-19) con ilustraciones de animales autóctonos. Fernández destacó la importancia de "la figura de hombres y mujeres inmensos y trascendentales que hicieron la Patria que hoy vivimos". Según el jefe de Estado, "silenciar a quienes nos dieron una riqueza infinita a nuestra Patria no le hace bien a nuestro colectivo social".
No han faltado los opositores que le recordaron cuál es el principal problema de los billetes en la actualidad: la pérdida de su poder de compra. Durante la anterior gestión macrista, el salario se deterioró un 20%. En 2018, cuando todavía gobernaba Macri, una familia de dos personas asalariadas que trabajaban en el mercado informal necesitaban uno poco más de 100 euros para comprar la canasta básica que les evitaba caer en la indigencia. A fines de 2021, esa misma familia necesitaba de más de 250 euros para comprar lo mismo.
"Hoy esta moneda tiene un valor distinto, estos próceres dieron la vida por la Argentina. La moneda en un símbolo de soberanía y es un instrumento de política económica a la cual nunca vamos a renunciar", dijo no obstante Fernández quien este mismo lunes se encontró con la dimisión del secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, en desacuerdo con la política del ministro de Economía, Martín Guzmán, para enfrentar el problema inflacionario.
Feletti habló en su carta de renuncia sobre las "discrepancias" con el "sendero trazado y las herramientas económicas seleccionadas" para atacar la estampida inflacionaria. El funcionario saliente, cercano a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, era proclive a políticas más agresivas para controlar a los principales grupos económicos y el sector agroexportador, que tienen una fuerte incidencia de la formación de los precios.
El portazo de Feletti es otro capítulo de la sorda disputa entre los Fernández. El presidente y su vice no se hablan hace varias semanas y se lanzan mutuamente dardos a través de terceros. Mientras, los precios suben y suben.
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