Presidenciales en Francia
Macron y Le Pen, a la caza del votante 'écolo'
El presidente promete una mayor ambición en la lucha contra el cambio climático para seducir al electorado joven y de izquierdas
La candidata ultra renuncia al escepticismo climático y presume de su modelo "localista"

Carteles electorales de Emmanuel Macron y Marine Le Pen en la población de Cambrai. /
A la caza del electorado ecologista. Desaparecida a lo largo de la campaña para la primera vuelta -una marginalización preocupante-, la lucha contra el cambio climático ha emergido como una de las temáticas con cierta importancia en la recta final de la campaña presidencial en Francia. El presidente Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen se enfrentarán el domingo en la segunda vuelta de estos comicios. Aunque ninguno de los dos destaca por una ambición inequívoca para hacer frente a la urgencia ecologista, ambos defienden visiones con diferencias significativas. El capitalismo verde de Macron contra el "localismo" de Le Pen.
"Una de las cosas en que más me he transformado intelectualmente es mi relación con la naturaleza, el pensamiento ecologista", aseguró Macron el lunes en una entrevista en la emisora de radio France Culture. Tras haber decepcionado a lo largo de su mandato a asociaciones, partidos y votantes verdes, el dirigente centrista ha recuperado esta carta en la recta final de la carrera hacia el Elíseo. Ahora promete una metamorfosis écolo. Una mutación que se debe sobre todo a la mercadotecnia electoral. Es decir, a la necesidad de convencer de que lo apoyen en las urnas, y no se abstengan, a los votantes de izquierdas, como el 4% del verde Yannick Jadot y sobre todo al 22% del insumiso Jean-Luc Mélenchon.
"La batalla por el clima no puede resolverse solo con manifestaciones y exigencias (…). Cada uno de nosotros debe asumir su parte de responsabilidad en este futuro en común", dijo el presidente el sábado en Marsella. En su principal mitin en la campaña para la segunda vuelta, se refirió en varias ocasiones al "futuro en común", parafraseando así el nombre del programa de Mélenchon, que con sus propuestas socioecologistas sedujo a la mayoría de votantes de menos de 34 años.
Como sucede en muchos otros países europeos, las nuevas generaciones galas son las más comprometidas en la lucha contra el cambio climático. Macron, cuya primera plaza en la primera vuelta (con el 27%) se debió sobre todo a los votantes de más de 60 años, confía en reconciliarse con los jóvenes a través de la carta climática.
La mutación verde del discurso de Macron
"Durante los cinco años de su mandato, predominó la sensación de que la ecología no era su principal preocupación", explica a EL PERIÓDICO el politólogo Daniel Boy, especialista en el ecologismo político e investigador emérito en Sciences Po París. Pese a su proclama de Make our planet great again, los desencuentros entre el dirigente centrista y el movimiento ecologista resultaron numerosos. Los tribunales condenaron en dos ocasiones al Estado francés por su "inacción climática". Francia es uno de los malos alumnos europeos en la producción de electricidad a través de las renovables, solo el 19,1%. También decepcionaron las medidas adoptadas tras la Convención Ciudadana por el Clima, cuyas propuestas fueron ignoradas o rebajadas por la mayoría parlamentaria macronista.
A pesar de ello, "esto no significa que no haya hecho nada para luchar contra el cambio climático", recuerda Boy. El ejecutivo macronista adoptó algunas medidas interesantes en este sentido. Por ejemplo, la prohibición de los vuelos dentro de Francia siempre que exista una alternativa ferroviaria de menos de dos horas y media. Una precedente valioso, pero que solo sirvió para reducir el 6,6% de las emisiones de CO2 de los viajes aéreos en el territorio metropolitano. También impulsó una legislación para que se establezcan zonas con una contaminación reducida en todas las grandes ciudades.
"Vamos a ir el doble de rápido en la reducción de emisiones de CO2", afirmó el presidente en Marsella, donde prometió que su futuro primer ministro se ocupará de la "planificación ecológica" y habrá dos ministerios encargados de luchar contra el cambio climático, uno al frente de la transición energética y el otro del ecologismo territorial. Macron calcó en las últimas semanas dos de las medidas emblemáticas de Mélenchon: la "planificación ecológica" -un Green New Deal con pinceladas de intervencionismo gaullista- y la renovación energética de 700.000 viviendas cada año. "Dudo mucho que el electorado de izquierdas vote a Macron al creer en su nueva voluntad ecologista. Básicamente, lo hará porque tiene miedo de Le Pen", puntualiza Boy.
Le Pen renuncia al escepticismo climático
"Ni el programa de Macron ni el de Le Pen brillan por sus medidas a favor del clima", criticó Jean-François Julliard, director general de Greenpeace en el país vecino. De hecho, ambos coinciden en un aspecto central: su apuesta decidida por la energía nuclear y la construcción de nuevos reactores.
Mientras el dirigente centrista decepcionó a las asociaciones ecologistas, en el caso de la líder de la Reagrupación Nacional (RN, extrema derecha) estos colectivos temen que su llegada al poder convierta a Francia en uno de los peores alumnos entre los Estados que firmaron los Acuerdos de París de 2015. De hecho, el proyecto lepenista propone "pasar página de la ecología punitiva y la mala conciencia". "Los franceses podrán seguir saliendo con su familia en coche", insiste la candidata ultra en sus mítines.
Sin embargo, Le Pen se diferencia de la ultraderecha de otros países, como el trumpismo en Estados Unidos o las críticas de Vox a Greta Thunberg, al oponerse al escepticismo climático. La líder de la RN, siempre hábil en su comunicación, asegura que defiende las medidas más eficaces para hacer frente al calentamiento global a través de su visión "localista".
Esta consiste en "priorizar los productos franceses"; por ejemplo, con un 80% de alimentos de proximidad en las escuelas. "El hecho de consumir productos locales es algo que suele gustar mucho a los franceses, pero resulta demasiado simplista pensar que se hará frente al cambio climático solo con esta medida", critica Boy. Además, "cerrar las fronteras a los productos del exterior incluye el mensaje subliminal de cerrarlas a las personas", añade este experto.
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