Elecciones del 24 de abril

La Fiscalía francesa abre una investigación a Le Pen una semana antes de las presidenciales

Un informe europeo acusa al partido de la líder ultraderechista, la Reagrupación Nacional, de malversación de fondos de la Eurocámara por un valor de 600.000 euros entre 2004 y 2017

Esta revelación sacude la recta final de la campaña de la segunda vuelta electoral a pesar de la impermeabilidad del electorado lepenista

Francia

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Enric Bonet

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La fiscalía francesa investiga al partido de Marine Le Pen por la presunta malversación de 600.000 euros de fondos del Parlamento Europeo. Magistrados galos recibieron a principios de marzo un informe de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) en que se acusa a la Reagrupación Nacional (RN, hasta 2018 se llamaba Frente Nacional) de haberse apropiado de una cantidad considerable de dinero de la Eurocámara, según reveló el sábado el diario digital Mediapart. Esta información supone un obstáculo más para la aspirante ultraderechista en la recta final de la campaña de las presidenciales, en la que se enfrentará al presidente Emmanuel Macron en la segunda vuelta del 24 de abril.

La fiscalía está analizando este informe en que se acusa a Le Pen de haber malversado unos 137.000 euros entre 2004 y 2017, cuando ejerció como eurodiputada. La OCLAF también acusa a su padre Jean-Marie Le Pen, fundador de esta formación de extrema derecha en 2012, de haberse apropiado de unos 303.000 euros para sus fines personales o partidistas, alejados de la actividad parlamentaria europea a la que se destinan estas subvenciones. 

El contundente informe acusa a los eurodiputados ultras de haber llevado a cabo sobrefacturaciones, financiado actividades del partido con subvenciones continentales, desviado fondos a través de pedidos ficticios a empresas satélite o haber pagado con dinero europeo productos para un uso puramente personal, como la compra por parte de Jean-Marie Le Pen de 129 botellas de vino y champagne de marcas de lujo para celebrar en su mansión parisina la fiesta de Nochevieja en 2016. Rodolphe Bosselut, abogado de la aspirante ultra, ha criticado la “coincidencia” con la publicación de esta información con “la campaña de la segunda vuelta”.

Macron amplía ligeramente su ventaja

No se trata del primer affaire relacionado con la malversación de fondos europeos que salpica a la nacionalista Le Pen. La líder de la RN ya había sido imputada en 2018 por el “desvío de fondos públicos” a través del presunto uso con fines partidistas de asistentes parlamentarios en la Eurocámara, que le exigió la devolución de unos 300.000 euros. Sin embargo, toda esta implicación en casos de corrupción y otros asuntos turbios, como el haber recibido dos préstamos por parte de bancos rusos, no suelen afectar las intenciones de voto de Le Pen, segunda en la primera vuelta con más del 23% de los sufragios.

Según los últimos sondeos, Macron se impondría en la segunda vuelta con el 55% de los sufragios, mientras que Le Pen obtendría el 45%. Aunque se trata de una distancia mucho más ajustada que en 2017 —entonces el dirigente centrista ganó con el 66%—, en la última semana amplió ligeramente su ventaja. 

Una vez la campaña se centró en el duelo entre los dos finalistas, la líder de la RN perdió el pararrayos perfecto que fue el polemista Éric Zemmour. La prensa gala se ha centrado mucho más en criticar el carácter inconstitucional de algunas de sus principales promesas, como la “prioridad nacional” que dejaría sin ayudas sociales a los extranjeros. También se ha visto lastrada por su propuesta radical de prohibir el velo islámico en el espacio público, una medida matizada este fin de semana por dirigentes de su partido.

El electorado de izquierdas como árbitro

Gracias a todas sus argucias comunicativas, la reptiliana Le Pen ha basado toda su campaña en dejar de dar miedo. De esta forma, pretende convertir los comicios en un referéndum en contra del dirigente centrista. “Creo que es un mandato de más de Macron lo que supone un riesgo para el país”, dijo el jueves en un mitin en Aviñón, en el sur de Francia. “En estas elecciones muchos franceses no irán a votar a favor de un proyecto, sino en contra del otro”, lamenta en declaraciones a El Periódico el politólogo Jean-Yves Camus, director del Observatorio de Radicalidades Políticas de la Fundación Jean-Jaurès, afín al Partido Socialista.

Un cordón democrático para evitar la llegada al poder de la extrema derecha. O un frente de contestación contra el dirigente centrista. Es el dilema de una parte considerable de los votantes respecto a unos comicios que contarán con un árbitro inesperado: el electorado de izquierdas, especialmente el del insumiso Jean-Luc Mélenchon, que quedó tercero con casi el 22%.

Después de que en los últimos años corrieran ríos de tinta sobre la discutible teoría de la derechización de Francia —en lugar de haberse vuelto más conservador, el país vecino parece haberse fragmentado en tres bloques casi idénticos (un centro liberal, una ultraderecha nacionalista y una izquierda socioecologista)—, los votantes progresistas tendrán la última palabra en la repetición del duelo Macron-Le Pen. Por tercera vez en los últimos veinte años, un aspirante de extrema derecha disputa la segunda vuelta. A diferencia de la traumática clasificación de Jean-Marie Le Pen para la final electoral de 2002, esta vez no se ha producido un electrochoque en la sociedad gala.

Menos de 23.000 personas se manifestaron el sábado en protestas contra la extrema derecha en varias localidades, convocadas por los sindicatos y organizaciones progresistas como Greenpeace o la Liga de los Derechos del Hombre. Esta escasa participación refleja el cansancio de una parte de los franceses ante el gesto electoral de votar por aquel candidato que se enfrenta a la ultraderecha.