El terror como arma de guerra

Masacre en Bucha

Masacre en Bucha / RICARDO MIR DE FRANCIA

Ramón Lobo

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La matanza de Bucha, en Kiev, y la destrucción de la ciudad portuaria de Mariúpol por parte de las tropas rusas buscan un objetivo: aterrorizar a la población civil, convertir estas barbaries en advertencias de lo que les sucede a los que se enfrentan a su poder. Bucha es una represalia a la derrota inesperada ante el Ejército ucraniano en la capital. Acordaros de Mariupol podrán gritar en la ofensiva sobre la región del Donbás, la última opción de Vladimir Putin para cantar algún tipo de victoria, aunque sea pírrica.

Acordaos de Deir Yassin repetían las milicias judías de Irgun y Stern en los pueblos palestinos en 1948. Pese a que Irgun colocó una bomba de 350 kilogramos en el hotel rey David de Jerusalén, sede del Mandato británico sobre Palestina, en el que murieron 91 personas, se le considera un movimiento de liberación. Si no hubieran ganado la guerra tras la creación del Estado de Israel, serían terroristas. La victoria y la derrota deciden los adjetivos del relato.

El miedo es un sentimiento, un mecanismo de supervivencia y defensa. Es el que empujó a los hombres a moverse en tribus-familia y a los mamíferos en rebaños. Juntos es más seguro. Las ciudades tienen esa función: muchas personas juntas están mejor protegidas. A veces, el miedo extremo, gana batallas sin librarlas. Decía Hermann Hesse que el miedo es la consecuencia de haber concedido al otro poder sobre nosotros mismos. En las guerras del Imperio Romano y en las medievales se crucificaban a los vivos en los caminos para que sirvieran de advertencia. A diferencia de Mariúpol y Bucha, entonces no existían medios para una comunicación masiva, global e instantánea.

Gernika, símbolo universal

En Deir Yassin murieron 107 palestinos en unas horas. La matanza corrió como la pólvora. Su sola mención vaciaba pueblos que pasaban a ser judíos en una ocupación sin esfuerzo. Solo en el norte de Israel, en Nazaret sobre todo, hubo resistencia. Las mujeres del Partido Comunista se lanzaron a las calles para impedir el éxodo, "quien se vaya será refugiado toda la vida".

El bombardeo de Gernika es un símbolo universal de la barbarie. Sucedió el 26 de abril de 1937. Murieron cientos de personas. Fue la aviación nazi que ayudaba a Franco. Pese al tiempo transcurrido y la información de la que se dispone, aún produce urticaria en una extrema derecha que se siente heredera de aquella dictadura y, al parecer, de sus crímenes. Gernika fue el caso elegido por el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, para ayudarnos a entender la tragedia de su país. Además de una advertencia del poderío destructor, Gernika es gracias a Picasso un emblema internacional de la lucha contra el fascismo.

Lo que han hecho las tropas rusas en Bucha y Mariúpol, y otros lugares de Ucrania, sigue un patrón. Sucedió en Chechenia y en la Segunda Guerra Mundial. El historiador Anthony Beevor sostiene que el Ejercito Rojo violó a más de 100.000 mujeres alemanas tras la caída de Berlín en 1945. La violación es otra arma de guerra. Produce terror y humillación. La víctimas quedan marcadas en sus comunidades.

Violación, arma de guerra

Las tropas serbobosnias violaron entre 20.000 y 44.000 mujeres en la guerra de Bosnia, según el Tribunal Penal Internacional de la exYugoslavia. Sucedió también en Kosovo, entre febrero de 1998 y junio de 1999, cuando las tropas de Slobodan Milosevic expulsaron a la mitad de la población de sus casas. Quemaron pueblos, mataron a jóvenes, violaron mujeres. Fue el terror lo movió a cerca de un millón de personas.

Los nazis asesinaron en los campos de exterminio a seis millones de judíos. No era una información al alcance de todos, porque se hizo con sigilo y una precisión burocrática en medio de una censura total. Eran frecuentes las venganzas nazis sobre la población civil tras un revés militar. Fue celebre la masacre de Oradour-sur-Glane en junio de 1944, durante la batalla de Normandía: 190 hombres fueron fusilados; 245 mujeres y 207 niños, ametrallados y quemados en una Iglesia. Entre los muertos había 19 españoles.

También son un símbolo Sabra y Chatila, y Srebrenica. Y lo es la amenaza constante de Putin de un eventual uso de sus armas nucleares si la existencia de Rusia estuviese en peligro. El problema es que Putin se siente Rusia. Si él está en peligro, lo estamos todos.

Los yihadistas también recurren al terror para generar pánico. Fue el caso de los atentados del 11-S en EEUU, los del 11-M en Madrid o los dos de París contra la revista satírica Charlie Hebdo y la sala Bataclan. El miedo paraliza.

Se habla mucho estos días de guerra híbrida (noticias falsas, propaganda, ataques cibernéticos) combinada con la guerra convencional. El terror busca evitar el combate. La negociación honesta solo es posible si el fuerte siente que puede perder. La guerra de Ucrania no ha terminado, habrá más matanzas. Los asesinos quedarán impunes porque la paz siempre tiene prisa y nunca protege la memoria de los muertos, solo ayuda a que callen las armas y comience la reconstrucción.

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