Consecuencias de la guerra

Alemania activa un plan de emergencia para garantizar gas si falta el suministro ruso

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gas natural licuado crisis en ucrania

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Andreu Jerez

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No es un paso sorprendente, pero ello no le quita peso: el Gobierno federal de Alemania ha anunciado este miércoles la activación de la primera fase del plan nacional de emergencia del gas. El ministro federal de Economía y Protección Climática, el verde Robert Habeck, reacciona así ante un eventual cierre del suministro de fuentes de energía fósiles (gas, petróleo, carbón) procedentes de Rusia. “De momento no hay problemas de abastecimiento”, ha subrayado Habeck, que, sin embargo, no los descarta para el futuro, especialmente durante el próximo invierno.

Alemania es enormemente dependiente de las importaciones fósiles rusas: en el 2020, la primera economía europea compró a Moscú el 34% del petróleo consumido, el 45% del carbón y el 55% del gas natural. Esa dependencia pone ahora en jaque a la llamada locomotora económica europea. No se trata en primera línea del consumo de los hogares y de los servicios mínimos de hospitales y otras infraestructuras de primera necesidad – que está garantizado, según el Gobierno –, sino del funcionamiento de la industria nacional, cuyos procesos productivos dependen enormemente del gas natural.

Como vienen anunciando expertos en política energética y economistas desde el inicio de la guerra en Ucrania, Alemania difícilmente podrá sustituir el gas ruso si los gasoductos procedentes del vecino oriental se cierran de manera inmediata, ya sea por decisión de la Unión Europea o como medida de respuesta del Kremlin a las sanciones aprobadas por el bloque occidental contra su economía.

Advertencias de la industria

El trasfondo del plan de emergencia anunciado por Berlín es el reciente anuncio del Gobierno de Rusia de que en un futuro sólo aceptará el rublo como divisa para el pago de las importaciones fósiles. El Kremlin pretende así reforzar su golpeada moneda nacional y amortiguar las sanciones occidentales. Alemania y sus socios europeos ya han respondido que consideran la condición una violación de los contratos vigentes, y que no piensan cumplirla. El Kremlin ha anunciado este miércoles que la introducción del pago con rublo será progresiva, con lo que Alemania y la Unión Europea parecen ganar algo de tiempo para seguir reduciendo su dependencia energética de Rusia.

El Gobierno alemán asegura haber reducido sus importaciones de gas ruso de un 55% a un 44% durante las últimas semanas. Habeck ha cerrado nuevos acuerdos con Qatar y negocia con otros países exportadores de gas como Estados Unidos. El problema es que se trata de gas licuado, y Alemania sigue sin contar con terminales transformadoras, con lo que depende de las infraestructuras de otros países europeos.

Esa falta de infraestructuras – un grave error estratégico, visto con perspectiva – no se podrá solventar como mínimo en un plazo de dos años, apuntan los análisis más optimistas. Por ello, tanto el Gobierno federal como los sindicatos del metal y la industria se oponen a un embargo del gas ruso. El presidente de la patronal industrial alemana (BDI), Joachim Lang, habla abiertamente de “dificultades existenciales” para el sector y de amenaza para “el crecimiento, las cadenas de suministro y el empleo” de Alemania si se frena de súbito el suministro de gas ruso.

Encendido debate

El reciente informe The Economic Effects for Germany of a Stop of Energy Imports from Russia , firmado por nueve renombrados economistas alemanes – sumado a las voces políticas que exigen un inmediato embargo del importaciones fósiles rusas – ha desatado un encendido debate en Alemania. El canciller Olaf Scholz calificó el pasado fin de semana en una entrevista en la televisión pública de “irresponsables” los cálculos de esos economistas, e insistió en que la industria alemana no puede prescindir a corto plazo del gas ni el petróleo rusos.

Las autoridades alemanas aseguran que las reservas de gas están actualmente en un 25% del total. Pase lo que pase, el consumo de los hogares parece estar asegurado hasta el próximo otoño. Si el próximo invierno, Alemania se enfrenta a una oleada de bajas temperaturas, la situación podría agravarse y el colapso industrial sería un escenario factible. Ello explica la petición que el ministro Habeck ha vuelto a hacer este miércoles a la ciudadanía alemana y que recuerda a un política de racionamiento de guerra: "Cada kilovatio hora de energía ahorrado supone una contribución".