Guerra en Ucrania
La fuga de capitales y yates rusos hacia Turquía
El oligarca ruso expropietario del Chelsea, Román Abramóvich ha mandado sus dos mansiones flotantes hacia el país anatolio huyendo de Europa
Muchos bancos turcos, que sufren la crisis y depreciación de la divisa local, abren sin preguntas depósitos a los rusos que llegan al país
La guerra de Rusia y Ucrania, en directo
Reportaje multimedia: Un mes de invasión rusa

El yate ’Solaris’, de Roman Abramóvich, en el puerto de Barcelona el pasado 3 de marzo. /
La pugna fue desigual: por un lado, llegaba al puerto el inmenso yate de 140 metros de eslora, un spa flotante con helipuerto, piscinas, puerto interior para lanchas y capacidad para 36 huéspedes. Por el otro, una pequeña embarcación, de apenas un par de metros, con cinco personas dentro y dos banderas.
Las banderas eran ucranianas y sus tripulantes, que intentaban bloquear a su enorme rival, gritaban al unísono: "¡Fuera de aquí, barco ruso!". El superyate, 'Solaris', intentaba hacer puerto en la ciudad sureña de Turquía de Bodrum. Su dueño: el magnate multimillonario ruso, sancionado en Europa y expropietario del club de fútbol londinense Chelsea, Román Abramóvich.
No es su único barco que ha llegado a las costas turcas huyendo de las sanciones europeas. También lo ha hecho el 'Eclipse', más grande aún que su compañero de flota y que, además, tiene un sistema de misiles antiaéreos en la cubierta.
También han atracado en el país anatolio el yate de Dmitri Medvedev, hasta hace bien poco número dos del presidente ruso, Vladímir Putin, y el barco del magnate de la construcción ruso Maxim Shubarev. Hay más en camino.
Equilibrios de Ankara
El motivo es que Turquía, hasta la fecha, se ha mostrado reacia a aplicar sanciones -como sí han hecho los países de la Unión Europea y Estados Unidos- en contra de Rusia. Aunque apoya formalmente a Ucrania, Ankara intenta crear un equilibrio con Moscú, con quien teme enemistarse.
"Creo que hay dos grandes razones por las que Turquía no se quiere unir a las sanciones -explica el analista geopolítico y conocedor de todo lo que ocurre en las costas turcas, Yörük Isik-. La primera es práctica: Turquía atraviesa una crisis económica grave. La segunda es que Turquía, en el mundo, tiene una posición de país emprendedor y enfocado al negocio. Y por esto está en contra de cualquier tipo de sanción. Estamos hablando de un país que sigue comerciando con países con los que está directamente involucrado en hostilidades".
"Además, existe una irritación general del Gobierno turco con la UE. En la mente turca, ¿por qué tendría Turquía que unirse a unas sanciones en las que no tiene poder de influencia ni decisión?", continúa Isik.
El intermediario
Y de hecho, la UE se muestra relativamente cómoda con la situación de Turquía: el último puente -junto con Israel- que queda entre Moscú y Bruselas. "Valoramos la posición de mediadora entre Europa y Rusia que puede ejercer Turquía y también nos interesa que siga siendo así", explica una fuente diplomática europea, que confirma que Bruselas sí que ha pedido a Turquía que aplique las sanciones, pero que se ha hecho informalmente, en conversaciones privadas, y sin insistir demasiado.
Pero, de momento, las sanciones no han llegado y el dinero ruso empieza a llegar al país anatolio y a sus costas. Hay incluso rumores de que Abramóvich estaría interesado en comprar el club Göztepe de Izmir, uno de los históricos de la liga turca pero en horas muy bajas.
Algunos, sin embargo, son cautos. "Estos superyates serán un dolor de cabeza para nuestro Gobierno. Pero según las informaciones de la prensa, la posibilidad de que los oligarcas rusos aparquen su dinero en Turquía hace que la boca de nuestro Gobierno chorree. Esta ruta puede ser peligrosa. Cuidado", escribe Selim Kuneralp, un antiguo embajador turco.
Y el peligro, dice, Kuneralp, es fácil de ver y tiene un ejemplo claro: el banco público turco Halkbank está siendo juzgado en la actualidad en EEUU por haber montado presuntamente un esquema para ayudar a Irán a esquivar las sanciones.
Rédito económico
Noticias relacionadas"Los bancos privados turcos, entre ellos el Garanti, propiedad del BBVA, no están queriendo abrir cuentas a los rusos que llegan, incluso a clientes pequeños y medianos. Pero los bancos públicos turcos están haciéndolo, para sacar el máximo rédito económico", explica Isik, que considera que en un futuro Turquía podría llegar a imponer sanciones si el conflicto en Ucrania se alarga, pero que hará todo lo posible para no hacerlo.
"Muchos multimillonarios rusos, por mucho que no estén sancionados, tienen miedo y escapan de Europa igualmente. Algunos de ellos puede que se queden en Turquía. Pero los que están sancionados -entre ellos Abramóvich- no tomarán ningún riesgo. Después de que sus barcos sean atendidos aquí, transitarán por los Dardanelos y el Bósforo hacia el mar Negro, a Sochi; o a través del canal de Suez hasta Vladivostok y el Pacífico, en dirección a los puertos seguros de Rusia y bien lejos de la UE", dice Isik.
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