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Parir bajo las bombas en Ucrania

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El Periódico

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Las imágenes del bombardeo al hospital pediátrico y maternal del hospital de la ciudad de Mariúpol han dado la vuelta al mundo. Imágenes que han ido acompañadas de noticias desgarradores, como el que anunciaba la muerte de la mujer embarazada que todo el mundo puedo ver mientras era evacuada en una camilla en medio de la destrucción.

Muchas otras mujeres, en maternidades de todo el país, viven con gran angustia los momentos que en condiciones normales deberían ser de máxima felicidad. Porque la vida no se tiene y bajo las bombas, siguen naciendo criaturas. La agencia France Presse ha pasado una noche en la maternidad de Mikolaiv, ciudad cercana a Odesa. Este es el relato.

Son las seis de la tarde y el siniestro sonido de la sirena se eleva sobre Mikolaiv. Muy tranquilas, con las manos posadas en sus abultados vientres, las mujeres bajan lentamente los dos pisos que conducen al sótano de la maternidad N. 3 de esta ciudad ucraniana sometida a fuego ruso.

En silencio, se instalan en sus camas, dispuestas en una habitación con suelo de tierra. Han llegado a la maternidad hace solamente dos o tres días, pero ya están acostumbradas. Siete mujeres están a punto de dar a luz en una ciudad sobre la que súbitamente se ha abatido la guerra.

Natalia Reznikova, una pelirroja de unos 30 años espera su tercer hijo, otro niño más. "No tengo miedo. Solo rezo para no tener que dar a luz en el sótano" explica, antes de bajar al refugio.

En otra habitación, tres mujeres se han instalado con sus bebés recién nacidos. Entre ellas Natalia y su pequeña María, su primer hijo, nacida hace menos de 24 horas. Antes de la alerta, la joven mamá, agotada pero radiante en su bata azul eléctrico, volvía a su habitación, sostenida por su compañero Oleksander. "Somos unos padres felices", sonríe la joven pareja. Natalia dice que tuvo suerte: no tuvo que dar a luz en la sala de parto acondicionada en el sótano.

Esta sala, los médicos han tratado de que sea lo más cálida posible. Dos camas con estribos, un sofá y un tranquilizador acuario. Alina Bondarenko, una joven que ya empieza a tener contracciones, está en esta habitación, junto a su compañero. "En tiempos de paz era un lugar usado por los fontaneros o los técnicos. Hace cuatro o cinco días, tuvimos a dos mujeres que dieron a luz simultáneamente en esta sala" relata el médico jefe de la maternidad, Andriy Hrybanov, que recuerda de forma conmovedora los pesos de los recién nacidos: "5,18 kg y 5,4 kg".

Mariúpol en la mente

Durante las alertas y los bombardeos, si no hay tiempo para hacer bajar a las mujeres al sótano, el parto se produce en el pasillo del departamento de obstetricia, "entre dos muros" porque "es un poquito más seguro" explica el Dr Hrybanov. La sala quirúrgica, para los nacimientos complicados o las cesáreas, está instalada en el cuarto piso del edificio, "pero es muy peligroso, porque necesitamos luz pero nos convertimos en un objetivo", agrega, y se congratula de que de los 49 partos desde el inicio de la guerra, solo hubo tres cesáreas.

Casi la mitad de las 49 mujeres debieron dar a luz en el sótano desde el 24 de febrero. En efecto, Mikolaiv es escenario de violentos enfrentamientos ya que las fuerzas rusas quieren que caiga esta ciudad antes de proseguir hacia el gran puerto de Odesa, a 130 km mas al oeste en la costa del mar Negro.

"El departamento de Salud nos había aconsejado colocar una gran cruz roja en el techo de la maternidad, pero hemos visto todo lo que pasa, ninguna convención es respetada" explica el Dr Hrybanov recordado el bombardeo del hospital de Mariúpol

'Pretty woman'

El corredor del sótano de la maternidad, repleto de 'pósters de bebés, sirve también de refugio para los habitantes del barrio, personas mayores, mujeres, niños, e incluso un perro. Cuando se levanta la alerta, una hora mas tarde, todo el mundo vuelve a subir. Incluida Alina, la joven paciente que, esperan los médicos, pueda evitar al sótano.

A las ocho de la tarde, nueva sirena, y nuevo descenso al sótano. Pero los médicos han decidido que Alina, que ya tiene contracciones, se quedará arriba. Pese a las alertas, la noche parece tranquila.

En la sala de parto del segundo piso, se escucha a su marido contar para ella, entre las contracciones. La joven permanece en silencio, y el médico, un hombre de rostro bondadoso, pone música. Mylène Farmer. Sting. Y "Pretty Woman" cuando nace el bebé, la pequeña Snijana.