Guerra de Ucrania

Escenarios catastróficos o una paz incierta

Interactivo: dos semana de guerra en Ucrania

La invasión rusa de Ucrania, en directo

Ramón Lobo

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Entre los escenarios catastróficos y una intervención diplomática salvadora de China, apuesten por los primeros. Pekín lanza mensajes que deseamos leer como contradictorios pese a que no sea partan del apoyo a Rusia. El presidente Xi Jinping no va a acudir al rescate de Occidente, y menos de EEUU. Nuestro desgaste reforzará su dominio mundial. Este juego de esperar y ver tiene un tiempo de caducidad: hasta que afecte a su economía.

Tenemos dos escenarios catastróficos y uno preocupante que puede terminar muy mal. Desde Moscú se ha lanzado la idea de que habrá retirada de tropas si Ucrania acepta la soberanía rusa de Crimea y del Donbás, renuncia a entrar en la OTAN y se desmilitariza. Suena a intento de confundir y dividir a la opinión pública pese a que más adelante termine por ser una posible solución. Lo que quiere Vladimir Putin hoy es la rendición incondicional de Ucrania.

El líder ruso vive en una burbuja rodeado de una camarilla que le dice lo quiere escuchar. Cuenta Fiona Hill, una de las mayores expertas en Putin, que su sala favorita del Kremlin está decorada con las estatuas de Catalina la Grande, Pedro el Grande, Nicolás I y Alejandro el Grande, el que se enfrentó a Napoleón. Se ha pasado la pandemia estudiando mapas de las épocas más gloriosas de Rusia. Su anhelo es ser el quinto de los grandes zares.

Error de cálculo

Debió creer que los ucranianos recibirían jubilosos a sus tropas, que la victoria sería sencilla. La realidad le obliga a readaptar los planes. Su cultura militar, como demostró en Grozni y Alepo, consiste encausar la máxima destrucción. Kiev puede sumarse a la lista.

Si logra sus objetivos que, según Macron, consisten en la conquista de todo el país y el cambio de gobierno, comenzará una ocupación que exigirá la presencia permanente de una fuerza significativa. La actual resistencia militar y civil le auguran una ocupación costosa. Putin ha hecho más por la identidad ucraniana en dos semanas que la revolución de Euromaidán en ocho años. La ruptura es completa, e incluye a los ruso parlantes.

El jefe del Kremlin no va a aceptar una salida que considere humillante. Está en juego su cargo. ¿Sería humillante quedarse solo con el Donbás y Crimea y dejar en Kiev al presidente Zelenski, al que ha llamado nazi y drogadicto? Cualquier pacto de seguridad debería incluir a China, que no quiere una OTAN dependiente de EEUU en su zona de influencia (Taiwán, las islas del mar del sur de China). El pacto tiene que ser global.

¿Escalada atómica?

Para Hill es esencial que Putin no perciba que el objetivo es forzar su caída. Su gran temor es acabar como Gadafi. Si se siente acorralado, entraríamos en el peor escenario catastrófico, el que puede incluir el lanzamiento de una bomba nuclear táctica sobre Ucrania. ¿Estamos listos para iniciar una escalada atómica? Sería un jaque mate a la OTAN. Que pensemos que esto es posible ya es una victoria psicológica de Putin.

Otro escenario peligroso sería dejar de enviar armas sofisticadas al Ejército ucraniano para no prolongar la guerra y minimizar el número de bajas civiles, como propone Pablo Iglesias. No hacer nada o poco en el pasado es lo que ha terminado por envalentonar a Putin. Sucedió en 2008, cuando Rusia arrebató a Georgia las regiones de Abjasia y Osetia del Sur tras coquetear con la OTAN, y en 2014, después de anexionarse Crimea y provocar la guerra en el Donbás. Tampoco se dijo nada en las dos guerras de Chechenia, consideradas un asunto interno. 

Expansionismo zarista

¿Se parará Putin en Ucrania o tiene más objetivos estratégicos? ¿Será suficiente para vender un éxito histórico o querrá incluir Moldavia y Georgia?

Putin sabe que tocar a los Bálticos sería causa de una Tercera Guerra Mundial, pese a que en sus delirios imperiales forman parte de su área de interés. Por los libros de historia sabrá que Polonia, Lituania y Suecia fueron en algún momento imperios que rivalizaron con el ruso. La jugada más audaz sería atacar Finlandia. No pertenece a la OTAN, no exige una respuesta.

El artículo 5 de la Alianza Atlántica obliga a todos a actuar si un país miembro es atacado. La redacción permite una interpretación menos literal. Ucrania queda fuera, pero Finlandia podría ser una causa bélica, como lo sería un ataque de los suministros de armas a Ucrania en Polonia, como ha advertido el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg.

La UE cree que a corto plazo solo existe la opción de ayudar al Ejército ucraniano con armas sofisticadas que permitan resistir o ralentizar el avance. Espera que si Rusia se entrampa y sufre bajas será más fácil que Putin acepte una salida negociada que considere honorable.

Rusia tiene su economía al borde del precipicio debido a las sanciones, pero Putin aún tiene a mano una opción terminal: cortar el suministro de gas a una Europa dependiente. Sabe que las extremas derechas europeas, que ha financiado y mimado durante años, se van a beneficiar de la irritación que provocarán las subidas de los precios de la luz, la gasolina, el aceite de girasol y los cereales. Son su quinta columna en una guerra total.

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