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Mapa de la guerra de Ucrania: bombardeos y avance del Ejército ruso
Cientos de mujeres, niños y ancianos huyen de la localidad de Mykolaiv entre un horizonte presidido por columnas de humo de los disparos de artillería realizados por el Ejército ruso
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
La imagen parecía extraída de uno de esos enormes volúmenes históricos sobre la segunda guerra mundial que descansan durante décadas en las bibliotecas familiares de las casas, sin que nadie les eche siquiera un vistazo. Eso sí, en lugar de una densa fotografía blanquinegra con los contornos borrosos debido al paso de los años, se trataba de la contemporánea representación de un sobrecogedor escenario bélico, a todo color y con la mayor nitidez del mundo, que impactaba y conmovía a otros sentidos, más allá de los ojos o la vista.
A media mañana de este lunes, cientos de niños, mujeres, ancianos y jóvenes atravesaban a pie, arrastrando pequeños maletines o a bordo de vehículos cargados hasta los topes, el puente Varvarivskyy, que supera el río Bug Meridional y vincula dos distritos centrales de la estratégica localidad de Mykolaiv, al este de Odesa, un importante puerto fluvial a unas decenas de kilómetros del mar Negro y sede de los principales astilleros de Ucrania. Había ancianos que a duras penas arrastraban sus equipajes, mujeres de media edad, parejas con escasos enseres, y hasta jóvenes con niños en los brazos.
Como si se tratara del avance de las tropas ocupantes durante los primeros compases de la 'Operación Barbarroja', la invasión de la URSS por parte de la Alemania nazi en la primavera de 1941, sobre el horizonte se elevaban densas columnas de humo producidas por los impactos de la artillería rusa, posicionada a unas decenas de kilómetros más al este. En medio del estruendo de los disparos realizados por el Ejército ucraniano, que quería de esta manera impedir el fuego de los ocupantes y proteger el paso de los civiles ante la ausencia de corredores humanitarios que facilitaran la evacuación, incluso el aire emitía un penetrante olor a pólvora. Conscientes de que dejaban atrás hogar y pertenencias que muy probablemente tardarán años o décadas en recuperar, ninguno de los protagonistas parecía querer hablar, y la evacuación se realizaba en medio de un sepulcral silencio que enfatizaba la gravedad del momento.
Una semana así
"Llevamos una semana así, en esta situación, los rusos están más allá del río", relata Artur Gorpenich, habitante de Mykolaiv de 24 años, mientras aguarda en la cola de una tienda de comestibles. Pese al estruendo constante de la artillería, asegura que todavía "es posible vivir" en la ciudad, aunque también admite que muchas "mujeres y niños han huido", incluido su esposa y su bebé de corta edad, quienes se hallan a salvo en la República Checa. "Los rusos están al otro lado del río", apunta, sin atreverse a dar una distancia o localización exacta. Si sus previsiones fallan y las tropas ocupantes acaban alcanzando la localidad, no tiene intención alguna de huir. "Me quedaré y me alistaré en el Ejército", apunta, decidido.
A decir de la policía local que dirige el tránsito de vehículos en el lado occidental de este puente, Mykolaiv es desde este lunes uno de los escenarios donde el Ejército de Rusia podría estar cometiendo crímenes de guerra. Sin mencionar su apellido, Serguéi, al frente del puesto de control, muestra fotografías de supuestos cadáveres de civiles ocasionados durante los bombardeos de la mañana con proyectiles de la familia RS-132, más conocidos como Snariad, y lanzados por baterías de uso múltiple BM-30 o Smerch. En ambos casos, se trata de armamento de escasa precisión destinado a la neutralización de grupos de infantería o columnas de blindados, totalmente inadecuado para su uso en áreas pobladas.
De la suerte que corra esta localidad y en particular su estratégico puente móvil de 750 metros de longitud y construido en la década de los 60, dependerá el destino que pueda correr Odesa, población de poco más de un millón de habitantes a 120 kilómetros al oeste y bautizada como la 'Perla del mar Negro'. "Si los rusos logran tomar el puente, tendrán el camino expedito" a la ciudad, asegura Alekséi, un adinerado empresario agrícola que prefiere no revelar su apellido y con entrenamiento militar.
De hecho, Mykolaiv, situada en la confluencia de tres ríos, constituye el último obstáculo geográfico antes de llegar al principal puerto ucraniano en el mar Negro. Más allá de esta población, tan solo quedan campos de cultivo y terreno llano que permitiría a los tanques y blindados rusos avanzar con rapidez y cercar Odesa por el oeste, una ciudad fundada por la emperatriz Catalina la Grande y por lo tanto, pieza codiciada del nacionalismo imperialista ruso.
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