Foco global

China persigue la estabilidad económica y social frente a un mundo volátil

Pekín se marca un crecimiento del 5,5% y sube tres décimas el presupuesto militar

Gente en un túnel en el metro de Pekín

Gente en un túnel en el metro de Pekín / REUTERS / GRACE LIANG

Adrián Foncillas

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Ante un mundo volátil no hay más prioridad que la estabilidad. La estabilidad, siempre presente en el discurso oficial de Pekín, se convierte en obsesión cuando arrecia la guerra entre dos aliados comerciales y la economía nacional afronta retos mayúsculos. En esa línea se entienden las dos cifras que cada año monopolizan la atención de la apertura de la Asamblea Nacional Popular, el Parlamento chino. La economía se expandirá “alrededor” del 5,5%, un objetivo tan humilde como sensato, y el presupuesto militar crecerá un 7,1%, tres décimas por encima del anterior. 

El primer ministro, Li Keqiang, aludió a la incertidumbre en su discurso frente a los 2.800 representantes llegados de todo el país para atender una edición descafeinada. El foco global está anclado en Ucrania y la política interna tiene este año su cumbre en el congreso del Partido Comunista de China de octubre del que saldrá Xi Jinping con un tercer mandato inédito. Tampoco había sobre la mesa de la Asamblea, que se limita a poner el sello legal a las políticas del Ejecutivo, iniciativas importantes como la Ley de Seguridad Nacional de Hong Kong de años atrás. Esta edición tiene un acentuado aroma de trámite lo que la población desdeña como el “Gran salón del té”. 

Li se ventiló con alusiones oblicuas la guerra que capitaliza las portadas. “China continuará persiguiendo una política exterior independiente de paz, continuará en la senda del desarrollo pacífico y trabajará para conseguir un nuevo tipo de relaciones internacionales”, aseguró.  

Riesgos y retos

El objetivo del 5,5%, si se cumple, será el segundo más bajo de las últimas tres décadas, tras aquel 2,2% causado por el coronavirus. Subraya que a China le preocupa menos la cifra que la salud de su economía. Los mercados reaccionan con un exagerado pesimismo al reciente frenazo como acogían con desmedida euforia aquellas dobles cifras de décadas pasadas. Pero China hace tiempo que sacrificó décimas a cambio de un patrón económico más maduro y racional, que pivota desde las manufacturas baratas a la tecnología y el autoconsumo y es menos cruel con el medioambiente. Es costumbre que fije un pronóstico asumible que será desbordado ampliamente.

Su PIB se expandió el pasado por encima del 8% cuando había previsto el 6%. El cuadro actual desaconseja el optimismo. Pasado el efecto rebote, la economía china fue castigada en los últimos meses por el tibio autoconsumo o los problemas del sector inmobiliario, con la caída en picado de las ventas y gigantes como Evergrande en crisis galopantes. Ninguno de esos asuntos se han resuelto y se sumará el comercio debilitado con Rusia y Ucrania y el aumento del precio de las materias primas. 

“Nuestro país se enfrentará este año a más riesgos y retos y debemos esforzarnos para superarlos. Tenemos que fijar la estabilidad económica como la máxima prioridad y perseguir el progreso sin descuidarla”, ha aclarado Li.

Potenciar el autoconsumo

China persigue la estabilidad interna con una tasa de desempleo urbano del 5,5%, gracias a 11 millones de trabajos nuevos, y una inflación que no supere el 3%. Otras medidas, en la línea de ejercicios pasados, incluyen las ayudas para estimular la natalidad y el gasto de infraestructuras. Pekín aumentará un 18% sus transferencias a las provincias y entes locales, endeudados hasta las cejas. También se han anunciado recortes de impuestos para potenciar el autoconsumo

El aumento del 7,1% del presupuesto militar permite interpretaciones opuestas. Son tres décimas adicionales al del pasado año, que había sido el segundo más bajo en tres décadas. Pekín colecciona pleitos territoriales en el Mar del Sur de China, padece el hostigamiento en el Pacífico de Estados Unidos y desde Japón llegan voces pidiendo la jubilación de su política antinuclear.

Ese contexto delicado resta dramatismo a las tres décimas. La segunda economía mundial cuenta con el segundo presupuesto de Defensa pero a un océano del primero porque Estados Unidos gasta el triple. China ha subrayado que el grueso del presupuesto se destina al bienestar de las tropas, un esforzado gremio que disfruta en menor medida del apogeo económico de las últimas décadas que el resto de la sociedad. Muchos analistas, sin embargo, opinan que Pekín minimiza en las cuentas el desarrollo de nuevo armamento con el reduce la brecha tecnológica con el de Estados Unidos.  

China se ha esforzado en renovar y limpiar el esclerotizado estamento militar. Lo ha recortado en 300.000 tropas y subrayado la urgencia de modernizarlo. También ha llevado su campaña contra la corrupción a un sector tradicionalmente impune, con cargos comprados en masa y dudas justificadas sobre la competencia de sus mandos en un escenario bélico. 

También ha servido el discurso en el Gran Palacio del Pueblo, en la orilla oeste de la Plaza de Tiananmén, para subrayar el éxito de su política de tolerancia cero contra el coronavirus y descartar cualquier viraje hacia la apertura de fronteras que se impone en el resto del mundo. No habrá cambios al menos hasta pasado el congreso de octubre para evitar que los contagios descontrolados arruinen el enésimo encumbramiento de Xi.

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