Los cimientos de la organización transnacional

¿Puede perder Rusia su derecho a veto en la ONU?

 

La crisis de Ucrania renueva el debate sobre el derecho de Moscú de ocupar un asiento permanente con capacidad para vetar en el Consejo de Seguridad

El Consejo de Seguridad de la ONU.

El Consejo de Seguridad de la ONU. / EFE

Idoya Noain

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Reuniones, votaciones, discursos, negociaciones, vetos, acciones, inacción... Conforme Rusia ha hecho rugir de nuevo la guerra en Europa, Naciones Unidas ha vuelto a poner a rodar toda la maquinaria diplomática para tratar de abordar la crisis bélica y humanitaria en Ucrania, sin demasiado éxito hasta el momento. El guion habitual en el organismo trasnacional, no obstante, se está alterando en esta ocasión y, como casi nunca antes, se ha puesto en entredicho el poder de Moscú en la ONU.

El derecho ruso a ocupar un asiento permanente, con su consiguiente derecho a veto, en el Consejo de Seguridad, vive un momento de escrutinio sin apenas precedentes. Y aunque por diversos motivos y por intereses y preocupaciones no solo de Rusia sino de otros miembros permanentes hay prácticamente nulas opciones de que Moscú acabe perdiendo ese asiento, al menos se ha reanimado un debate dormido.

El adalid del escrutinio esta siendo el embajador de Kiev ante la ONU, Sergii Kislitsia. En sus frecuentes intervenciones de los últimos días tanto en el Consejo de Seguridad como en la Asamblea General, ha cuestionado el derecho de la Federación Rusa a ocupar el asiento de miembro permanente que se dio a la Unión Soviética. Y el miércoles pasado, cuando Vladimir Putin hizo coincidir con una reunión del Consejo de Seguridad su anuncio del inicio de la “operación militar especial” en el Donbás, Kislitsia acusó a Rusia de haber heredado el asiento “a escondidas”.

De la URSS a la Federación Rusa

Para entender el debate que plantea Kiev hay que remitirse a la historia. El Consejo de Seguridad nació en la Carta de la ONU en 1945 como un órgano con 10 miembros rotatorios que elige la Asamblea General cada dos años y cinco permanentes, con derecho a veto. Ese quinteto original lo componían Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República de China.

Desde entonces, solo dos miembros permanentes han cambiado. En 1971, y por la aprobación de la Asamblea General de la resolución 2758, el asiento que desde 1945 había ostentado la República de China, que tenía su gobierno en Taiwán, pasó a la República Popular China, es decir, a Pekín. Sin una votación semejante se produjo, en 1991, el otro cambio, al que ahora señala Ucrania como el que potencialmente invalidaría el derecho de Moscú al asiento: el traspaso del que ocupaba la URSS a la Federación Rusa.

El argumento de Kiev es que, una vez disuelta la URSS, Rusia debería haber vuelto a solicitar la admisión en la ONU como hicieron prácticamente todas las anteriores repúblicas soviéticas, o como tuvieron que hacer individualmente los estados sucesores de la antigua Yugoslavia y Checoslovaquia.

"Durante 30 años la gente se ha sentado en Consejo de Seguridad con un cartel que lee Federación Rusa y pretendiendo ser un miembro legítimo. Todo el mundo piensa que esto es normal”, denunciaba  la semana pasada en una entrevista con The Kiev Post el embajador Kislitsia, que este lunes, en su discurso ante la Asamblea General, también ha pedido que levantaran la mano todos los países que votaron por la sucesión de Rusia para el asiento que ocupó la Unión Soviética, dejando en evidencia que nunca se produjo esa votación.

Estado de "continuación" o de "sucesión"

Uno de los temas de fondo en el debate, sobre el que discrepan expertos en Derecho Internacional y en la ONU, está la cuestión de si Rusia es el estado de "continuación" o de "sucesión" de la URSS. En el segundo caso se trataría de un país formado de disolución de otro que no tiene derechos ni responsabilidades continuadas, por los que estos deben ser renegociados. Pero en el de estado de continuación, que queda con la mayor parte de un país después de que se separe una parte más pequeña, se mantienen los derechos y responsabilidades, incluyendo la membresía en organizaciones internacionales, y eso es lo que alegó para Moscú Alexander Vladimirovich Yakovenko cuando defendió que Rusia debía heredar el asiento permanente.

En opinión de Andrew MacLeod, profesor en el King’s College de Londres, la expulsión de Rusia del Consejo de Seguridad no tiene opciones también porque toparía con rechazos adicionales. Por una parte, el de China, que según ha escrito el experto en un artículo en The Conversation "no querrá empezar una conversación sobre el asiento de Rusia en el Consejo de Seguridad en parte porque no querría ver su propia membresía cuestionada si se entrara a hablar de Taiwán”. Por otra parte, el rechazo de Reino Unido, que según MacLeod podría verse enfangado en el debate sobre derecho al asiento permanente si Escocia lograra sacar adelante un referendo de independencia.

Aún así el potencial de la expulsión rusa también ha llegado, con iguales perspectivas nulas de éxito, al Congreso de Estados Unidos, donde una representante republicana y otro demócrata han empezado a hacer circular una resolución que llamaría a esa expulsión, aunque Washington no tenga capacidad para hacerla efectiva.

Expulsión de la ONU

Ucrania está poniendo sobre la mesa, además, otra posibilidad: expulsar a Rusia de la organización por sus vulneraciones de sus documentos fundacionales. Y así como la Carta de la ONU no recoge ningún mecanismo para sacar a un miembro permanente del Consejo de Seguridad sí lo incluye para la expulsión total, algo que no se ha hecho nunca.

La opción de hacerlo con Rusia, en cualquier caso, se plantea como otra misión imposible: para lograr la expulsión debería haber un voto en la Asamblea General basado en una recomendación del Consejo, y el derecho de veto de Moscú da la certeza de que nunca llegará.

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