Crisis geopolítica en el este

Desinformación y ciberataques: Rusia activa su maquinaria de guerra en el ciberespacio

Desde la ocupación de Crimea en 2014, Moscú ha disparado las agresiones informáticas contra el gobierno de Ucrania y sus sectores estratégicos

Guerra Rusia-Ucrania: última hora en directo

El presidente ruso, Vladímir Putin.

El presidente ruso, Vladímir Putin. / DPA

Carles Planas Bou

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Tras meses de tensión y retórica bélica en la frontera oriental europea, Rusia ha lanzado finalmente este jueves una "operación militar especial" a gran escala contra Ucrania, la mayor invasión que ha visto Europa desde la Segunda Guerra Mundial y que amplifica el conflicto armado latente en el este del país desde 2014. Aunque el operativo incluye métodos tradicionales como el lanzamiento de misiles y el despliegue de tanques, Moscú lleva años con su maquinaria de guerra informática activada. Y es que las guerras híbridas del siglo XXI también se libran en un frente digital menos ruidoso pero crucial en la desestabilización del enemigo.

El pasado 14 de enero Kiev sufrió un ciberataque masivo que paralizó durante horas hasta 70 páginas webs del Gobierno ucraniano, incluidas las del Ministerio de Defensa. "Toda la información sobre vosotros se ha hecho pública", rezaba en tono de amenaza la exitosa incursión a los sistemas informáticos del país. Tras acusar al Kremlin, las autoridades terminaron señalando a un grupo de ciberdelincuentes vinculados a los servicios de inteligencia de Bielorrusia.

La operación sirvió a modo de advertencia psicológica pero no sorprendió a Ucrania. En noviembre, sus servicios de seguridad acusaron a Rusia de haber lanzado más de 5.000 ataques contra su país desde 2014, cuando se produjo la anexión por la fuerza de la península de Crimea. Desde entonces, las agresiones informáticas han sido una constante. Durante las navidades de 2015, una supuesta unidad cibermilitar rusa hackeó el sistema eléctrico ucraniano, provocando cortes de energía en todo el país. Los últimos días se han replicado todo tipo de ataques informáticos que han paralizado las webs del ministerio de Defensa y de dos bancos del país, imposibilitando las transacciones y retirada de dinero.

Militarización del ciberespacio

Su potencial no es menor. Desde hace años, naciones de todo el mundo invierten cada vez más en la militarización del ciberespacio. La creciente digitalización de las sociedades y su dependencia tecnológica han abierto la puerta a acciones que a pesar de no acarrear violencia física como en los conflictos tradicionales sí pueden impactar en la economía del país enemigo. "Se está produciendo una guerra con mucha intensidad en el ciberespacio (…) Esto es ya una Tercera Guerra Mundial, pero no sabemos el alcance de los daños, ni quién perderá al final, ni cuál será la configuración del mundo como resultado", señaló a finales de diciembre Andrey Krutskikh, director del Departamento ruso de Seguridad de la Información Internacional.

Durante años, el Kremlin ha acentuado sus operaciones cibernéticas para desestabilizar los brazos político, militar y económico de sus rivales. Ucrania ha sido su objetivo principal, pero otros países como Estonia, Georgia o Estados Unidos también han estado en su punto de mira. En 2017, el virus informático NotPetya infectó los sistemas de empresas, bancos y medios ucranianos y terminó propagándose por todo el mundo, causando pérdidas de miles de millones de dólares. Aunque hasta ahora ningún ciberataque ha llevado a una guerra, los expertos señalan que una oleada de incursiones para colapsar las comunicaciones de Kiev y el funcionamiento de sus sectores estratégicos podría ser la antesala de una invasión terrestre.

Desinformación y propaganda

Rusia ha desplegado su artillería en el ciberespacio para articular su lucha por el poder diplomático, militar y económico, pero también para tratar de imponer su relato sobre la crisis geopolítica abierta en el este del continente. A través de medios públicos, el Kremlin ha acusado a EEUU de estar considerando el uso de armas químicas, a las fuerzas ucranianas de planear atentados de falsa bandera en la frontera y a la OTAN de preparar un ataque a Rusia durante los Juegos Olímpicos de invierno, todo ello sin pruebas.

Washington y la Unión Europea (UE) han alertado que las tácticas de desinformación rusas buscan socavar a sus rivales, seducir a la opinión pública y fracturar las alianzas en Occidente. La guerra informativa es algo habitual en escenarios de crisis donde la manipulación psicológica viaja en múltiples direcciones, sirviendo a los intereses propagandísticos de cada nación. Sin embargo, Rusia ha destacado en la aplicación de esa táctica, como se vio en su interferencia en las elecciones de EEUU de 2016 o en las presidenciales francesas de 2017.

A diferencia de lo que hizo en 2014 durante la invasión de Crimea, cuando era vicepresidente junto a Barack Obama, Joe Biden ha optado por lanzar todo tipo de acusaciones -información de inteligencia sin pruebas que la corroboren- contra el Kremlin: desde que prepara una operación de falsa bandera como pretexto para justificar un ataque a la creación de vídeos falsos con el mismo objetivo. Aunque Kiev ha criticado que ese discurso alimenta el "pánico", la Casa Blanca ha usa las advertencias públicas como estrategia para adelantarse y mermar la campaña de desinformación de Moscú y obligarle a ponerse a la defensiva. Washington puede decir que ya lo había advertido, pero el Kremlin ha optado por el acción a gran escala.

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