Tensión bélica en el Este

La estrategia de Biden en la guerra informativa en la crisis de Ucrania

EEUU, en estrecha coordinación con el Reino Unido, ha hecho pública la información de sus servicios de inteligencia para abortar la desinformación rusa

Tanques rusos se retiran de las zonas fronterizas con Ucrania, en una imagen tomada de un vídeo

Tanques rusos se retiran de las zonas fronterizas con Ucrania, en una imagen tomada de un vídeo / AFP / MINISTERIO DE DEFENSA RUSO

Marc Marginedas

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Ha sido un torrente de revelaciones originadas casi siempre en los servicios de inteligencia, y que abarcan desde movimientos de tropas rusas hasta despliegues militares junto a la frontera con Ucrania, eventuales planes para sustituir al actual Gobierno europeísta ucraniano por otro de carácter prorruso, e incluso posibles atentados de falsa bandera llevados a cabo por elementos rusos para justificar un ataque o invasión. Desde los inicios de la crisis ucraniana, la Administración Biden ha venido empleando, de forma inusitadamente agresiva y en estrecha coordinación con el Reino Unido, la información que manejaba, poniéndola a disposición de la opinión pública con gran rapidez e informando por adelantado de posibles planes del Kremlin en el país vecino. Aunque los efectos de esta política informativa deben ser aún estudiados, muchos expertos consideran que, como mínimo, está impidiendo a las autoridades rusas desplegar sus habituales técnicas de desinformación, además de ponerles a la defensiva a Moscú y sembrar el desconcierto en sus filas.

"Hemos aprendido mucho, especialmente desde 2014, acerca de cómo Rusia utiliza el espacio informativo como parte de su aparato de seguridad y militar", asegura Emily J. Horne, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad. "Y hemos aprendido como impedir que algunas (de estas informaciones) tengan un impacto en este espacio", continua. Se trata de una estrategia ganadora, al menos a corto plazo, según afirma a El País Angela Stent, agente de inteligencia para Asia y Eurasia entre 2004 y 2006. “Si hay una incursión, EEUU puede decir que ya lo advirtió; si no la hay, puede decir que la impidió destapando sus planes”, continúa.

Desvelar los planes que podría estar barajando el Kremlin en el estado vecino tiene además el efecto adicional de desmoralizar y desconcertar al rival, opinan los expertos: dan a entender que van por delante y que disponen de un elevado grado de penetración en un país como Rusia, en el que los servicios secretos constituyen uno de los pilares más importantes del Estado. Son una forma de la Administración Biden de demostrar a los rusos que Washington “sabe lo que están haciendo”, a la vez que “compromete sus operaciones”, ha declarado James C Johnson, exsecretario de seguridad interior estadounidense, a The New York Times.

Algo que, además, parece estar materializándose en estrecha coordinación con el Reino Unido, con cuyos servicios de inteligencia EEUU mantiene una estrecha cooperación. “Tenemos información que indica que el Gobierno ruso planea instalar en Kiev un líder prorruso”, denunció a finales de enero la ministra de Exteriores británica, Lis Truss, poniendo nombre incluso al personaje que se haría cargo del país: Yevhén Murayev, líder de un pequeño partido político prorruso que ni siquiera tiene representación parlamentaria.

Perder la guerra informativa

La respuesta de Moscú ha sido acusar a su vez a Washington y a Londres de desinformación, aunque eso sí, dando a entender con su comportamiento que por vez primera en este repunte de las tensiones geopolíticas con Occidente, han perdido la iniciativa en la guerra informativa y lo único que puede hacer es reaccionar. En un tono de triunfalismo algo forzado, la portavoz de Exteriores, Maria Zajárova, calificó el anuncio, aun por confirmar, del inicio del repliegue de las tropas rusas desplegadas junto a la frontera con Ucrania, como “el día en que la propaganda occidental fracasó, humillada y destruida sin haber disparado un solo tiro”.

La política informativa de Biden ha generado un enconado debate en EEUU. Muchas voces ven reminiscencias de lo sucedido hace casi dos decenios en los prolegómenos de la guerra de Irak, en el que revelaciones similares que demostraron ser falsas condujeron al país a iniciar una guerra cuyas heridas ni siquiera aún han cicatrizado. Sin embargo, muchas voces de expertos replican que en este caso los despliegues militares rusos están siendo corroborados por imágenes transmitidas por los satélites, además de recordar que en este caso se trata de impedir una guerra y no de argumentar un casus belli.

La principal crítica, sin embargo, procede no de los medios de comunicación, sino del propio Estado. Estas crudas revelaciones pueden tener el efecto boomerang de exponer a las fuentes de información estadounidenses en el Estado ruso, permitiendo a Moscú eventualmente cegarlas y complicar aún más en el futuro el acceso a las verdaderas intenciones del Kremlin. "El gran peligro es que corremos el riesgo de desvelar fuentes y métodos", ha declarado, también al rotativo neoyorkino, Glenn S. Gerstell, general exconsejero en la Agencia Nacional de Seguridad.

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