Crisis en el país sudamericano

El acuerdo de Argentina con el FMI enciende la discordia en el peronismo

El kirchnerismo ha expresado su disgusto por los términos del entendimiento que debe ser aprobado por el Congreso

Las disputas internas en el oficialismo acotan aun más las posibilidades de retener el poder en los comicios de 2023

Maximo Kirchner

Maximo Kirchner / ALEJANDRO PAGNI

Abel Gilbert

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El presidente argentino Alberto Fernández aterrizó en la helada Moscú con un oído puesto en ese volcán político que humea en Buenos Aires. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de la semana pasada le ha dado una efímera tranquilidad. El Frente de Todos, el conjunto de vertientes del peronismo que gobierna desde fines de 2019, está a punto de entrar en una erupción sin retorno como consecuencia de las miradas encontradas sobre los alcances del acuerdo.

El organismo financiero refinanciará durante los próximos dos años y medio los vencimientos de capital e intereses por 43.000 millones de dólares. El precio que ha deparado eludir la suspensión de pagos de una deuda contraída por el anterior Gobierno anterior de derechas no pudo evitar que se profundice la grieta entre los integrantes de una coalición que tiene a Cristina Fernández de Kirchner como su accionista principal.

Máximo Kirchner, su hijo, decidió renunciar a la jefatura del bloque de diputados del Frente de Todos, una medida al parecer no compartida por su silente madre. Máximo explicó a través de una carta sus desavenencias con "la estrategia utilizada" frente al FMI, así como "los resultados obtenidos". Kirchner hijo se cuidó de hablar esta vez de "ajuste", pero a nadie le pasó inadvertido que esa era la razón de su malestar.

Nuevo ciclo de austeridad

Está convencido que un país con más de 40% de pobres no aguanta un nuevo ciclo de austeridad. Pero, además, otros dirigentes de su espacio consideran que el peronismo terminó por validar el pasivo que el presidente Mauricio Macri contrajo en 2018. Aquel crédito sin precedentes en la historia del organismo, que tuvo a Donald Trump como principal garante, debido a su interés en la reelección de Macri, sirvió en parte para financiar una ingente fuga de capitales. Fernández no se cansó de repetirlo cuando era candidato a presidente. La pandemia, la debacle económica y una cruda dosis de realismo lo conminaron a olvidarse de sus diatribas.

El portazo de Kirchner hijo llegó antes de las reuniones de Fernández con Vladimir Putin y, el viernes, con su homólogo chino, Xi Jinping, en el marco de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. Ambos encuentros habían sido planificados con un claro propósito: reclamar inversiones y financiación. El acuerdo con el FMI debía funcionar ante ambos como una constancia de que el peor de los escenarios había quedado atrás. La dimisión de Kirchner hijo no solo ha quitado consistencia a los argumentos optimistas del presidente. El entorno de Fernández teme ahora un cimbronazo mayor en el Frente de Todos que acote aún más las posibilidades de retener el poder en 2023.

Las discusiones entre peronistas son un clásico de la cultura política argentina. No podían estar al margen en esta oportunidad. "¿No te gusta el acuerdo? Y bueno, esperemos a la próxima cuando seas presidente", le reprochó al hijo de la vicepresidenta el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. Hasta la oposición de derechas intentó sacar partido de estas disputas. "La situación interna del oficialismo genera una incertidumbre que, en este momento tan crítico, no ayuda en absolutamente nada", dijo el alcalde de la ciudad de Buenos Aires y aspirante presidencial el año venidero, Horacio Rodríguez Larreta.

Queja de los kirchneristas duros

Días atrás, el Gobierno creía haber cantado victoria. El propio Fernández dijo entonces que el FMI no exigía una reforma laboral ni de las pensiones. Tampoco una devaluación. Hasta el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, consideró que el acuerdo "brinda a la Argentina espacio para continuar con su recuperación económica". No es lo que piensa el kirchnerismo, y se fijan en los números pactados. Para este año, el presupuesto contemplaba un déficit del 3% del PIB. Ahora será del 2,5%, mientras que se ha definido que sea de 1,9% y 0,9% en 2023 y 2024. Una misión del FMI revisará cada tres meses el cumplimiento de esas metas en Buenos Aires. "Nos convertimos en semi-colonia", se quejan los kirchneristas duros.

El acuerdo con el FMI debe ser aprobado por el Congreso. Los seguidores de la vicepresidenta cuentan con 40 diputados. La derecha advirtió de que avalará el entendimiento solo si la facción díscola hace lo mismo. El Gobierno ya ha detectado que esas discusiones provocan inquietud en el organismo financiero. La llamada ley de Fortalecimiento de Sostenibilidad de la Deuda Pública debe tener luz verde antes del 21 de marzo, cuando vencen 2.800 millones de dólares de la deuda con el FMI. El Banco Central no tiene ese dinero. 

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