Entrevista

Creig Whitlock: “EEUU sabía que el Ejército afgano no era capaz de defenderse solo”

Creig Whitlock Washington Post Los Papeles de Afganistán

Creig Whitlock Washington Post Los Papeles de Afganistán

Kim Amor

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El periodista estadounidense Creig Whitlock se ha pasado una larga temporada consultando miles de documentos confidenciales y entrevistando a cientos de personas que tuvieron una relación directa con la guerra de Afganistán. Laureado con varios premios en sus país, el reportero del 'Washington Post', que cubrió el conflicto afgano sobre el terreno, ha publicado en España el libro 'Los papeles de Afganistán' (editorial Crítica), un laborioso trabajo de periodismo de investigación en el que saca a la luz las mentiras que tanto la Casa Blanca como el Pentágono han ido vertiendo a lo largo de los 20 años de guerra. Como ocurrió en Vietnam, ocultaron que era una guerra que no podían ganar.

¿Entre todos los documentos que consultó, que información le sorprendió más?

Muchas, pero siempre recordaré cuando leí una entrevista confidencial al general Douglas Lute, el 'zar de guerra' de la Casa Blanca bajo las presidencias de Bush y Obama. El militar dijo: "Carecíamos de una comprensión básica de Afganistán. No sabíamos lo que estábamos haciendo. No entendíamos el país. Es mucho peor de lo que se cree". Lute incluso sugirió que los 2.400 soldados estadounidenses muertos podrían haber perdido la vida "en vano", algo absolutamente impactante en boca de un militar de EEUU.

En su libro explica cómo al principio el presidente Bush ni siquiera sabía el nombre del general que comandaba las tropas en Afganistán y que hubo desencuentros entre los diferentes presidentes y el Pentágono. ¿Quién es más responsable del fracaso, la Casa Blanca o el Pentágono?

El presidente de EEUU es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y en consecuencia es el principal responsable de los éxitos y fracasos en tiempo de guerra. Pero es cierto que hay mucha culpa a repartir. Después de la elección de Obama en 2008, los jefes del Pentágono le instaron a intensificar la guerra enviando 150.000 soldados estadounidenses y de la OTAN a Afganistán como parte de una estrategia de contrainsurgencia. Esa estrategia fracasó y los generales deben de asumir también esa responsabilidad. Además, en 2001 el Congreso autorizó al presidente la operación en el país centroasiático y contra Al-Qaeda y aprobó más de 1 billón de dólares en gastos para operaciones militares. Sin embargo, los legisladores hicieron mal su trabajo y no llevaron a cabo una buena supervisión. A partir de 2015, en gran medida dejaron de prestar atención a Afganistán.

En el libro da varios ejemplos sobre la ignorancia absoluta de los políticos y militares estadounidenses sobre la historia, la cultura y la población de Afganistán. La anécdota de regalar a los afganos, como acto propagandístico, balones de fútbol con inscripciones de versículos del Corán es muy reveladora ¿Puede explicar más al respecto?

Ni los soldados, ni los diplomáticos ni los trabajadores humanitarios de EEUU entendieron nunca la cultura y la sociedad afganas. Eso fue comprensible al principio de la guerra. El país había estado años cerrado al mundo exterior bajo los talibanes. Pero con el paso del tiempo, el Gobierno de EEUU no hizo hincapié en la importancia de hablar los idiomas afganos, ni de aprender sobre su estructura social y su historia. En el libro explico el caso de un soldado de las Fuerzas Especiales, cuerpo de élite que se supone entrenado en las culturas locales, que admitió que no sabía prácticamente nada sobre Afganistán y que leía un libro que se titulada 'Islam para tontos'.

¿Cómo es posible que el Ejército de Afganistán fuera derrotado en 10 días después de años de entrenamiento?

Uno de los mayores mitos o mentiras que los generales estadounidenses contaron sobre la guerra fue que el Ejército afgano y las fuerzas policiales estaban mejorando constantemente y que podrían defender su país por sí mismos. Los documentos que obtuve para el libro muestran que el Pentágono siempre supo que las fuerzas de seguridad afganas estaban mal entrenadas y desmotivadas, y que no podían ganar batallas sin el apoyo de EEUU y la OTAN. Los comandantes militares afganos eran terriblemente corruptos. Se embolsaron la ayuda estadounidense que se suponía iba a pagar las municiones, los alimentos y los salarios de sus soldados. Las tropas afganas desconfiaban de su Gobierno, por lo que rápidamente cambiaron de bando o se rindieron cuando vieron que la toma del poder por parte de los talibanes era inminente.

El presidente Biden aseguró que el caos de Saigón no se repetiría en Kabul. ¿Qué sucedió? ¿Cree que fue un error de cálculo o una mentira más?

En este caso, creo que Biden cometió un error de cálculo honesto, pero vergonzoso. Esperaba que el Gobierno del presidente Ashraf Ghani pudiera permanecer en el poder durante varias semanas o meses más y, como mínimo, defender Kabul. Una vez más los dirigentes estadounidenses no entendieron lo que estaba sucediendo sobre el terreno en Afganistán y la realidad de la situación les cogió por sorpresa.

¿En qué medida ayudó la industria militar estadounidense a prolongar la guerra?

Es difícil de decir. No hay duda de que las empresas de defensa y otras compañías, no solo estadounidenses, se beneficiaron enormemente de los 20 años de guerra. Pero creo que es demasiado fácil culpar a la industria de la prolongación del conflicto. La responsabilidad principal recae en los líderes electos.

Vietnam cayó en manos de los comunistas, Irak de los chiís aliados con Irán y Afganistán de los talibanes. Derrotas con mentiras. ¿Cree que la experiencia de Afganistán servirá para no repetir los errores del pasado?

Honestamente, no lo sé. El tiempo lo dirá. El presidente Bush y su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, prometieron repetidamente al pueblo estadounidense que no repetirían los mismos errores que en Vietnam, que habían aprendido la lección. Cuando empezó la guerra, Rumsfeld prometió decir la verdad y no lo hizo. Es difícil confiar en que las cosas vayan a cambiar.

¿Por qué cree que no ha habido un fuerte movimiento de protesta en EEUU contra las guerras de Afganistán e Irak como sí hubo en la de Vietnam?

En mi país la guerra en Afganistán se ha vivido de manera muy diferente. En 2001, la gran mayoría de la población consideró justificadas y necesarias las operaciones militares por los ataques terroristas del 11-S. Con el tiempo, más y más estadounidenses se cuestionaron la permanencia de las tropas, sobre todo después de que Osama bin Laden fuera asesinado en Pakistán en 2011.

Los Papeles del Pentágono sobre Vietnam tuvieron un gran impacto en su país. ¿Cómo ha sido recibido su libro hasta ahora?

Muchos estadounidenses se sorprendieron en agosto al ver a los talibanes tomar el poder tan rápido mientras las tropas de EEUU y de la OTAN luchaban por evacuar Kabul. La gente quería saber cómo y por qué EEUU ha podido perder una guerra que inicialmente apoyó. Se sorprendieron aún más al leer las confesiones de los generales y diplomáticos estadounidenses afirmando no saber lo que estaban haciendo en Afganistán y las pruebas de que habían engañado y mentido a la población durante tanto tiempo. Existe un aprecio y respeto en mi país por el periodismo de investigación de alta calidad que hace que los poderosos rindan cuentas. Me gustaría pensar que este libro ha transformado la visión del público sobre lo que salió mal en Afganistán.