Votación en el Parlamento

La elección del próximo presidente de la República sume a Italia en una gran incertidumbre

El eventual nombramiento del primer ministro italiano, Mario Draghi, como jefe del Estado significaría el fin del actual Gobierno de unidad

La elección por parte de senadores y diputados se lleva a cabo cuando el país ha recuperado credibilidad internacional y su economía viaja a velocidad de crucero

Votación parlamento italiano nuevo presidente

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Irene Savio

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Los italianos están pendientes estos días de Mario Draghi. Pero no por si anuncia nuevas restricciones por la pandemia o alguna ayuda a sectores golpeados por la crisis. La atención se debe a que el actual primer ministro es el gran favorito para sustituir al saliente presidente de la República, el cargo institucional más importante de Italia. Un nombramiento que, de producirse, supondría una crisis política y el fin del actual Gobierno de unidad —una heterodoxa coalición que incluye tanto a fuerzas de izquierda y centroizquierda como a la ultraderechista Liga de Matteo Salvini—, lo que forzaría a los partidos a negociar una alternativa, cuya naturaleza de momento ningún analista de peso se atreve a adelantar con precisión.

De ahí que la primera votación en el Parlamento italiano para elegir al nuevo presidente italiano -el órgano que en Italia tiene la función de elegir a esta figura- se haya celebrado este lunes sin obtener resultado alguno, con una parte considerable de los electores que depositaron la papeleta en blanco. Reflejo de un Parlamento completamente dividido, en el que ni el centroderecha ni el centroizquierda tienen los números para imponer en solitario su candidato, lo que durante el día abocó a un sinfín de reuniones de última hora entre los partidos con mayor peso político, en particular la ultraderechista Liga, el progresista Partido Democrático (PD), y el populista Movimiento 5 Estrellas (M5S).

La votación empezó a las tres de la tarde con la convocatoria al voto de los senadores vitalicios -a la que le siguió la llamada del resto por orden alfabético-, y se clausuró cuando ya había anochecido, unas seis horas después. Entonces todos los 1.008 grandes electores (senadores, diputados y representantes de las regiones) habían tenido la posibilidad de expresar su preferencia, lo que incluía a los delegados positivos del covid-19, a los que se les permitió votar en un estacionamiento cercano al Congreso italiano.

Diferencias entre partidos

El esfuerzo, sin embargo, de poco sirvió puesto que ninguno de los candidatos a presidente mencionados —entre los nombres aparecieron personajes tan excéntricos como el presidente del equipo de fútbol de la Lazio y un juez antimafia fallecido- logró reunir el número necesario de votos para ser elegido.

Las diferencias dentro del centroderecha -cuyo candidato, el magnate Silvio Berlusconi, se retiró el sábado y el domingo ingresó en un hospital de Milán-, la descomposición del Movimiento 5 Estrellas (M5S), y el taciturno silencio del Partido Democrático (PD), no ha permitido entrever con claridad cuál podría ser la solución. Como sintetizó el ministro de Salud, Roberto Speranza: “me han dicho que el acuerdo parece aún lejano”.  

Es posible que este escenario se repita en las próximas votaciones, por lo menos hasta el jueves. A causa del covid solo habrá un escrutinio por día y, según establece la Constitución de 1947, durante las tres primeras votaciones se requieren dos tercios de los votos, que son secretos y no son antecedidos por debate alguno dentro del Parlamento, lo que también alimenta la presencia de los llamados ‘francotiradores’. Estos son parlamentarios que votan de una manera distinta a la indicada por su partido. En la cuarta votación la elección es por mayoría.

Elecciones anticipadas

El principal motivo de la preocupación que rodea la elección no es solo la pandemia en sí, si no los escenarios que puede abrir la posibilidad de que Draghi pase de ser el primer ministro en funciones a ser el presidente de la República. Algo que sería una novedad absoluta, ya que nunca ha ocurrido antes y que podría propiciar un giro semi-presidencialista del país y, eventualmente, también culminar en unas temidas elecciones anticipadas. A ello se suma a que todo ocurre cuando la economía italiana corre a velocidad de atleta olímpico, Roma ha recuperado credibilidad internacional y el país está a la espera de recibir los primeros fondos europeos del plan EU Next Generation para llevar adelante reformas que lleva aplazando desde hace décadas.

Como insisten los analistas, lo cierto es que, para la sucesión del presidente Sergio Mattarella —cuyo mandato expira el próximo 3 de febrero—, lo ideal sería encontrar un candidato de consenso, que no esté directamente vinculado a partido alguno —un tecnócrata como Draghi, por ejemplo—, o, en todo caso, una figura moderada ajena a las principales controversias que atraviesan las fuerzas políticas. Que esta síntesis pueda no ser una quimera se sugirió durante el primer día de votaciones, después de varias rondas de reuniones entre los líderes de la Liga, del PD y del M5S. Quien lo anunció primero fue el jefe del PD, Enrico Letta, al asegurar que “se ha abierto la vía del diálogo”. La reunión con Letta “fue larga y cordial”, y se reanudará este martes, dijo, por su parte, Salvini, el jefe de la Liga.