Crisis sanitaria global

Francia levantará de forma progresiva la mayor parte de restricciones a partir de febrero

La mascarilla dejará de ser obligatoria en exteriores y el ocio nocturno volverá casi a la normalidad

El primer ministro, Jean Castex, afirma que el país ha “entrado en una nueva etapa de la epidemia”

Primer ministro francés Jean Castex

Primer ministro francés Jean Castex / JULIEN DE ROSA / AFP

Enric Bonet

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El uso de la mascarilla en la calle dejará de ser obligatorio en Francia a partir del 2 de febrero. El Gobierno francés anunció este jueves por la tarde una flexibilización progresiva de las restricciones anunciadas en diciembre para hacer frente a la multiplicación de casos del covid-19. Además de la mascarilla en exteriores, también se pondrá punto final el mes que viene a la exigencia de un mínimo de tres días de teletrabajo y las restricciones en aforos, hasta un máximo de 2.000 personas en interiores y 5.000 exteriores.

“La ola a causa de ómicron empieza a retroceder en aquellas regiones en que sacudió primero”, como en el área metropolitana de París, aseguró el primer ministro francés, Jean Castex, en una rueda de prensa en el Palacio de Matignon. “Hemos entrado en una nueva etapa de la epidemia”, destacó Castex, quien subrayó la peligrosidad “claramente menos severa” de la nueva variante. “Tenemos buenos motivos de esperar una mejora sanitaria a medio plazo”, añadió.

El jefe del Gobierno también anunció la reapertura de las discotecas y el retorno a una casi normalidad en el ocio nocturno —la mascarilla seguirá siendo obligatoria en interiores— a partir del 16 febrero. Además, aprovechó su intervención para indicar que el lunes que viene entrará en vigor el pasaporte de vacunación, necesario para participar en prácticamente todas las actividades de ocio, culturales y deportivas. Su aplicación dependerá, sin embargo, de la decisión comunicada este viernes por el Consejo Constitucional, equivalente galo del Tribunal Constitucional.

Confianza de la opinión pública degradada

Como ha sucedido en el resto del Viejo Continente, la aparición de ómicron, mucho más contagiosa pero menos peligrosa para la salud, ha desembocado en cifras récord de contagios en el país vecino. En los últimos días se superaron los 400.000 diarios. Sin embargo, el elevado porcentaje de población vacunada —alrededor del 80% recibió al menos una dosis— ha permitido resistir a la proliferación de casos. Más de 3.800 enfermos de coronavirus están ingresados en las unidades de cuidados intensivos. Unos datos elevados, pero que representan la mitad de los picos de las anteriores olas.

Estos anuncios tienen lugar 24 horas después de que el Reino Unido anunciara el final del uso obligatorio de la mascarilla y del pasaporte sanitario, a partir del 27 de enero. La irrupción de ómicron y la alteración de la sociedad que ha comportado no solo ha indignado a los profesores franceses, sino que también ha afectado la imagen pública del gobierno de Emmanuel Macron.

Un 45% de los franceses —diez puntos menos que en octubre— asegura confiar en su gestión de la crisis sanitaria, según un sondeo reciente del instituto OpinionWay. Cuando faltan menos de tres meses para las presidenciales, en las altas esferas macronistas siguen al detalle estos indicadores. Ahora intentan corregirlos con este retorno progresivo a una vida normal. Incluso Castex matizó este jueves la voluntad de Macron de emmerder (hacer la vida imposible) a los no vacunados. “Voy a ser muy claro. El pasaporte de vacunación podrá ser suspendido si la presión hospitalaria se reduce de manera considerable”, afirmó sobre el certificado de vacunación. Y eso que ni siquiera ha entrado en vigor.