Líder debilitado

Una rebelión de diputados 'tories' pone a Johnson contra las cuerdas

El primer ministro advierte de que presentará batalla contra una moción de confianza.

Anuncia el fin de la mayor parte de las restricciones anticovid como parte del plan para relanzar su liderazgo

Boris Johnson abandona el 10 de Downing Street para dirigirse a la comisión de control

Boris Johnson abandona el 10 de Downing Street para dirigirse a la comisión de control / AFP / JUSTIN TALLIS

Begoña Arce

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"En nombre de Dios, ¡marchesé!". La frase iba dirigida a Boris Johnson y la pronunció en la Cámara de los Comunes el que fuera ministro del Brexit, David Davis. El veterano diputado conservador protagonizó el momento más dramático en la tensa sesión de control celebrada este miércoles con un Johnson acosado y luchando por su supervivencia. Si el ejemplo cunde entre los 'brexiteers', hasta ahora guardia pretoriana de leales al primer ministro, habrá llegado la hora del cese. Una portavoz de Johnson hizo saber que luchará contra cualquier posible moción de confianza.

En un intento de distraer la atención y congraciarse con el público, como parte de la campaña para reconquistar el liderazgo, Johnson anunció el fin de casi todas las actuales restricciones por el covid en Inglaterra. Adiós a la mascarilla en las escuelas desde este jueves y de las mascarillas en general, así como al teletrabajo y al pasaporte de vacunación para entrar en locales de gran aforo a partir del 27 de este mes. Quienes den positivo deben seguir aislándose, si bien se espera que cuando esa regulación concluya el 24 de marzo, no sea necesario renovarla. Se relajan también las normas de visitas en las residencias. ¿Son las medidas una precipitación oportunista? El miércoles hubo más de 100.000 nuevos casos de covid y 359 muertos.

La campaña de vacunación durante la pandemia fue uno de los logros a los que se aferró el primer ministro para defenderse durante la agitada reunión parlamentaria. Un encarnizado intercambio de acusaciones del líder de la oposición laborista, Keir Starmer y un primer ministro esquivando los golpes con explicaciones pueriles. Hubo carcajadas cuando Starmer recordó las absurdas declaraciones de Johnson el día anterior afirmando que "nadie le había dicho" que la fiesta en Downing Street en mayo del 2020 era ilegal.

"El primer ministro quiere que nos creamos que mientras a cada uno de los invitados el 20 de mayo le dijeron que se trataba de un evento social, sólo a él le dijeron que era un encuentro de trabajo", señaló Starmer. "Nos pide que aceptemos que cuando caminaba entre botellas vacías y platos de sándwiches, no se dio cuenta de que era una fiesta. ¿Se percata el primer ministro de lo ridículo que suena?".

Esas explicaciones de la víspera fueron también la gota que colmó el vaso de David Davis. Explicó que se había pasado semanas defendiendo a Johnson ante "votantes enfadados", pero las noticias de continuas de fiestas durante el confinamiento habían llegado al límite. "Espero que mis líderes asuman la responsabilidad de los actos que han realizado. Ayer hizo lo opuesto", remachó.

Deserción al laborismo

La sesión en los Comunes estuvo precedida por el anuncio del pase a los laboristas del conservador Christian Wakeford, por la circunscripción de Bury South, en el norte de Inglaterra. Wakerford declaró que "Johnson ha demostrado ser incapaz de poseer el liderazgo que el país merece". El diputado había obtenido el escaño en la última elección en 2019 y es precisamente el grupo de esos nuevos parlamentarios los que se están movilizando para forzar el cese de Johnson.

Harían falta 54 cartas para iniciar el proceso de una moción de confianza y hasta la noche del miércoles sólo siete diputados habían reconocido en público haberlas presentado, uno de ellos era Wakerford. La mayoría de los miembros del grupo 'tory' está esperando para tomar una decisión conocer el resultado de la investigación sobre las fiestas que está llevando a cabo la alta funcionaria Sue Grey. Johnson está lejos de haber superado la crisis.