Carrera hacia el Elíseo

La exministra Taubira sumará su candidatura a la debilitada izquierda francesa

Pese a su prestigio por haber legalizado el matrimonio homosexual, los sondeos solo le dan entre el 3% y el 4% de los apoyos

Christiane Taubira, durante una reunión en el Ministerio de Economía y Finanzas, en París, el 15 de diciembre.

Christiane Taubira, durante una reunión en el Ministerio de Economía y Finanzas, en París, el 15 de diciembre. / periodico

Enric Bonet

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Eran pocos y parió la abuela. Es imposible deshacerse de esta sensación ante la probable candidatura de Christiane Taubira en las elecciones presidenciales de Francia. La exministra de Justicia anunciará en los próximos días su voluntad de presentarse en los comicios de abril. Convertida en un símbolo en la izquierda gala por haber legalizado el matrimonio homosexual, esta carismática dirigente ya había insinuado sus aspiraciones en diciembre. Pero las supeditó a una hipotética unidad del progresismo. Lejos de sus intenciones iniciales, todo apunta que se convertirá en un nombre más en la larga lista de aspirantes de la debilitada y dividida gauche.

Por su oratoria lírica y elegante y por haber llevado las riendas de la última gran conquista social en Francia —casi la única medida positiva del decepcionante mandato del socialista François Hollande—, Taubira es considerada por una parte de la izquierda como la mujer providencial que logrará sacar el espacio progresista del ostracismo. Así ella misma lo esperaba. Confiaba que al abrir la puerta a sus aspiraciones lograría que la socialista Anne Hidalgo y el verde Yannick Jadot aceptaran un proceso unitario. Pero nada de esto ha sucedido.

Su candidatura, cuyo anuncio está previsto de aquí a principios de la semana que viene, sumará una más en las ocho ya previstas de aspirantes progresistas: el insumiso Jean-Luc Mélenchon —el mejor posicionado en los sondeos (entre el 13% y el 9%)—, el verde Jadot, la socialista Hidalgo, el comunista Fabien Roussel, el exministro Arnaud Montebourg y hasta tres candidatos troskistas. De manera bastante improvisada, la alcaldesa de París propuso a principios de diciembre unas primarias para paliar el lastre de la división. Su propuesta recibió, sin embargo, un portazo en los morros, sobre todo por parte de los ecologistas, socios habituales del Partido Socialista. Hidalgo rectificó y ya dijo la semana pasada que renunciaba a participar en una votación interna de la izquierda.

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la Primaria Popularbanlieueuna votación ciudadana

A pesar de ello, sus organizadores quieren someter a votación a través de un sistema de juicio mayoritario —los inscritos darán notas a los aspirantes— a los distintos candidatos, también a aquellos que han rechazado involucrarse en estas primarias. Sin duda, se trata de un proceso extraño y con una legitimidad discutible. Mélechon bromeó diciendo que podían añadir “el nombre del pato Donald”. También resulta poco comprensible para los ciudadanos de izquierdas, que temen asimismo una carrera presidencial monopolizada por la derecha y la ultratraderecha. Como mucho servirá como una investidura ciudadana de la exministra de Justicia, la gran favorita de la iniciativa. Pero no resolverá la difícil ecuación de la fragmentación de la gauche.

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La exministra debutó en la política en un partido independentista de la Guyana y se presentó en las presidenciales de 2002 con un programa económico con tintes neoliberales. Entonces, obtuvo el 2% de los votos en unos fatídicos comicios en que la división del progresismo dejó al socialista Lionel Jospin fuera de la segunda vuelta, en beneficio del ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Ahora los sondeos le otorgan unas perspectivas del 3% o el 4%, similares a las de la errática Hidalgo. Según Bouillaud, la socialdemocracia “paga su incapacidad por marcar distancias con el mandato de Hollande y por no haber sabido mostrarse como una fuerza antimacronista”.