Represión

Un tribunal birmano condena a Suu Kyi a otros cuatro años de cárcel

La justicia asesta un segundo golpe a la lideresa depuesta, en la segunda ronda de sentencias del proceso de demolición con el que los militares pretenden apartarla para siempre

Archivo - Mural de la antigua 'líder de facto' de Birmania Aung San Suu Kyi en Bangkok, Tailandia.

Archivo - Mural de la antigua 'líder de facto' de Birmania Aung San Suu Kyi en Bangkok, Tailandia. / Watcharawit Phudork/SOPA Images / DPA - Archivo

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

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La presidenta birmana de facto hasta la asonada del pasado año ha sido condenada a dos años por violar la ley de importaciones debido a los walkie-talkies que utilizaban sus guardaespaldas. La condena por violar la ley de gestión de la desastres naturales, por la que le han caído otros dos años, no es menos inverosímil: durante la campaña electoral del pasado año había saludado con mascarilla el desfile de sus seguidores por las calles de Rangún. Suu Kyi ya había sido condenada en diciembre a cuatro años por incitar a la violencia, aunque la pena fue recortada horas después a la mitad por el Gobierno golpista. En el horizonte espera el fraude electoral, la recepción ilegal de lingotes de oro y de medio millón de euros o el incumplimiento de una mohosa acta colonial de secretos de Estado, por hacer la lista corta. Sobre Suu Kyi se amontonan una docena de cargos que suman penas de un siglo de cárcel. La premio Nobel de la Paz niega las acusaciones, sus defensores hablan de motivaciones políticas y las organizaciones de derechos humanos consignan los atropellos procesales.

Tanto Suu Kyi como el presidente, Win Myint, asisten al maratón judicial desde su arresto domiciliario en algún lugar cercano a la capital, Napydaw, desde el que presumiblemente serán enviados a la cárcel. El tribunal está bajo el paraguas de los golpistas, que han cerrado las puertas a observadores internacionales y prohibido que los abogados hablen con la prensa. "El circo procesal de la Junta con sus procedimientos secretos sólo busca encadenar condenas contra Aung San Suu Kyi para que permanezca en la cárcel de forma indefinida", ha afirmado Phil Robertson, subdirector de la oenegé Human Rights en Asia. "Es obvio que el general Min Aung Hlaing y el resto de líderes militares la ven como una gran amenaza política que necesita ser neutralizada permanentemente. Sólo así se explica su deseo por erigirse en el hazmerreír global", ha continuado.

Violencia contra los civiles

También ha sido condenado un antiguo guardaespaldas de Suu Kyi a tres años de cárcel por colgar mensajes en Facebook en los que decía echar de menos a su jefa y comunicarse con el Gobierno de Unidad Nacional, un presunto poder en la sombra que se arroga la legitimidad interna y busca el reconocimiento externo.

Birmania recuperó su normalidad dictatorial el pasado febrero con el golpe de Estado. Los militares tomaron el Parlamento en la sesión de investidura tras las elecciones de noviembre que habían otorgado otra victoria aplastante a la Liga Nacional por la Democracia, el partido de Suu Kyi, y detuvieron al grueso de diputados electos. Los golpistas prometieron primero que no repetirían los excesos del pasado y se han esforzado después en desmentirse. Casi 1.500 civiles han sido asesinados y unos 8.500 han sido detenidos en los once meses de gobierno militar, según la Asociación de Presos Políticos de Birmania. En la última masacre, perpetrada en la víspera de Navidad, los militares asesinaron a 35 vecinos de una zona rural y quemaron sus cadáveres. Entre las víctimas había dos trabajadores de la oenegé Save The Children.