Líder en horas bajas

Johnson pasa por su peor momento enredado en escándalos y mentiras

Cuando se cumplen dos años de su mandato, el primer ministro británico se desploma en los sondeos

El primer ministro británico, Boris Johnson, el pasado miércoles en una rueda de prensa en Downing Street.

El primer ministro británico, Boris Johnson, el pasado miércoles en una rueda de prensa en Downing Street. / ADRIAN DENNIS / POOL

Begoña Arce

Begoña Arce

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el mandato de cualquier primer ministro hay momentos inevitables de crisis. Lo excepcional de la actual situación británica es que el responsable de esas crisis es precisamente el propio primer ministro. Boris Johnson está enredado en una cadena de escándalos que él mismo ha provocado y de los que es único responsable. Dos años después de la desbordante victoria, que le proporcionó una mayoría de 80 diputados, el político con el toque mágico en las urnas ha perdido la autoridad y el respeto. Con absoluto desdén ha insultado a los ciudadanos y les ha tomado por tontos, un desprecio que incluye a sus propios diputados. Incluso la prensa conservadora se pregunta si este momento es "el principio del fin" para él.

Desde que llegó a Downing Street Johnson ha ido dando traspiés, pillado en su estilo de ignorar los hechos, tergiversar los actos, dar marcha atrás a sus propias propuestas y conceder escasa importancia a la verdad. Este último mes ha habido escándalos a diario. Trató de cambiar las normas del Parlamento para proteger a uno de sus colegas, Owen Paterson, pillado en una corruptela. La repulsa de la opinión pública lo impidió. También se supo de la fiesta secreta de Navidad en la residencia oficial el pasado año en pleno confinamiento, fiesta que el 'premier' sigue negando. Volvió a resurgir la dudosa financiación de la decoración del piso de los Johnson porque según mensajes de WhatsApp, el primer ministro mintió al asesor que investigaba los pagos. "Mentiras, mentiras y más mentiras", clamaba uno de los titulares de esa jornada.

La consecuencia ha sido un desplome en los sondeos. En el último de YouGov difundido el viernes, Johnson ha perdido 42 puntos y se halla en el nivel más bajo de todos los tiempos. Sólo un 24% de los consultados tiene de él una opinión favorable, frente al 66% negativa. Los laboristas han pasado a aumentar de 4 a 8 puntos su ventaja sobre los conservadores en sólo 24 horas.

Incitación a la desobediencia

El principio practicado por Johnson de "una norma para todos y otra para mí" es una incitación a la desobediencia de la ciudadanía, en medio de otra ola de coronavirus. El mismo miércoles, mientras el escándalo de la fiesta y el vídeo con las risas de su entonces asesora, Allegra Stratton, levantaba una ola de indignación, Johnson anunció nuevas restricciones anticovid. "Por favor cumplan con la parte que les toca", pedía, apelando al sentido de la responsabilidad de cada uno. Los científicos temen que el público haga oídos sordos. Los votantes ya no confían en cómo el Gobierno está manejando la pandemia. Los propios diputados conservadores preparan una rebelión en el Parlamento cuando las nuevas normas sean sometidas a votación esta semana.   

En medio del ruido de las fiestas secretas pasaron casi desapercibidas las vergonzosas revelaciones sobre el comportamiento del Gobierno de Johnson durante la evacuación de Afganistán este verano y de cómo se pudieron haber salvado muchas más vidas. El ministro, Dominic Raab, estaba de vacaciones al igual que el más alto cargo del funcionariado, quien no retornó a su puesto hasta 11 días después de la caída de Kabul. Un exdiplomático de 25 años, que ha contado lo ocurrido, fue la única persona manejando la evacuación un sábado del mes de agosto, con los despachos vacíos y sin nadie para responder a los correos desesperados que llegaban de quienes trataban de escapar a los talibanes. Al primer ministro tampoco se le aceleró el pulso. Nadie estuvo al mando.

Un líder diferente

La solvencia internacional del Reino Unido se ve comprometida. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha lamentado que Johnson siempre responda a las situaciones críticas "con el mismo circo". "Es muy triste ver a un gran país, con el que podríamos hacer mucho más, liderado por un payaso". Desde la entrada en vigor del Brexit, las refriegas entre los dos vecinos han ido a más por las cuotas de pesca y la inmigración en el Canal de la Mancha. Con Bruselas sigue sin estar resuelto el Protocolo para Irlanda del Norte, y envenena las relaciones de Londres y Washington.

El final de Johnson no es inminente. El 'assassination moment', el momento en que los suyos decidan deponerle aún no ha llegado, pero el descontento y la crispación de los conservadores es papable. "Sigue teniendo enormes poderes como jefe del Gobierno, como político a la hora de hacer campaña y como celebridad", afirma la jefa de política de la BBC, Laura Kuenssberg. "Pero esta semana el ambiente ha cambiado en el partido 'tory' con más gente de la suya imaginando cómo serían las cosas con un líder diferente.

Suscríbete para seguir leyendo