Elecciones presidenciales
Chile, entre el pánico a la ultraderecha y la abulia electoral
Dos encuestas le dan la victoria al candidato de la nueva izquierda, Gabriel Boric, en la segunda vuelta pero esos augurios no reducen el temor a una posible victoria del ultraderechista Kast
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
"Esto es algo a vida o muerte". Hasta un viejo y caritativo rockstar como el inglés Roger Waters se sintió en la obligación de tomar partido en la segunda vuelta electoral chilena. Las alarmas suenan desde que en la primera vuelta de las presidenciales, el pasado 21 de noviembre, el ultraderechista José Antonio Kast aventajó por un poco más de dos puntos al joven diputado de izquierdas Gabriel Boric. El 19 de diciembre se conocerá el nombre del sucesor del magnate Sebastián Piñera. Según el centro de estudios Plaza Pública Cadem, Boric, el candidato de Apruebo Dignidad, la coalición integrada por una nueva izquierda surgida de las protestas estudiantiles de hace una década y el Partido Comunista, obtendría un 39% de los votos, contra 33 % del efusivo cultor de la figura de Augusto Pinochet. Para la consultora Activa Research, el abanderado de Apruebo Dignidad llegaría al 40,4% de los votos, frente al 24,5% de su rival. Las encuestas deberían haber traído algo de calma. Sin embargo, eso no ocurre necesariamente en Santiago.
"Las visiones de Kast son muy retrógradas y nos harían retroceder años en los avances para respetar la dignidad de las personas", ha dicho Pablo Simonetti, quien acaba de publicar su novela, Los hombres que no fui. Su historia se despliega a partir del momento en que Chile deja atrás la dictadura, en 1990. De esta manera, esa ficción se suma a un debate candente en medio de la campaña electoral.
Muchos especialistas se preguntan, frente al peligro que se insinúa en el horizonte, si en Chile lo que se ha desmoronado es el modelo neoliberal a partir de las inéditas protestas de hace dos años o el derrumbe, de hecho, atañe a la transición democrática que se inició hace 31 años.
Los que se inclinan por el primer escenario se apoyan en un hecho en principio irrefutable: a la par de las elecciones, una Asamblea Constituyente remueve la matriz institucional forjada durante el régimen militar. Esa certeza choca, sin embargo, con la posibilidad de que se redacte una Carta Magna progresista, pero que el próximo presidente se ubique en las antípodas de aquel texto fundamental.
La moderación imposible
De cara a la segunda vuelta, Kast ha comenzado a buscar apoyos en las fuerzas conservadoras tradicionales, Renovación Nacional, a la que pertenece Piñera, y la Unión Democrática Independiente (UDI), un partido que abandonó años atrás por haber moderado un discurso inicialmente radical. Kast viajó además a Estados Unidos para encontrarse con los sectores más duros del Partido Republicano y empresarios con fuertes intereses económicos en Chile.
En Santiago, Sebastián Sichel, el fallido delfín de Piñera, quiere cobrarle muy caro su apoyo en la segunda vuelta. Le ha pedido asumir "nueve compromisos para reforzar la democracia", entre ellos el mantenimiento del multilateralismo, el "respeto irrestricto a los derechos humanos” y el rechazo a las medidas de excepción.
Sichel pidió también a Kast que defienda "a las minorías y diversidades" y condene los "discursos de odio esparcidos por redes sociales de adherentes y parlamentarios afines". El entorno del candidato Republicano consideró intolerable esas exigencias y reclamó un respaldo sin condiciones. Lo mismo le solicitará a Franco Parisi, quien quedó en tercer lugar en la primera vuelta e hizo campaña desde Estados Unidos y a través de las redes sociales. Por el momento, Parisi se ha llamado a silencio y no se descarta que deje en libertad de acción a sus votantes.
Las jugadas de Boric
De momento, Boric ha conseguido el aval de la Democracia Cristiana. Frente a la encrucijada histórica, uno de los pilares de la Concertación Democrática que gobernó entre 1990 y 2010, ha optado por el mal menor. Sus socios socialdemócratas hicieron lo mismo. Boric también se reunió con la patronal chilena y la llamó a ser "parte de este proceso de transformación". Sus palabras no despertaron demasiado entusiasmo. ¿Le alcanzará con esos tibios deslizamientos hacia el centro para frenar a Kast?
La sagaz analista Marta Lagos recordó que el resultado dependerá del grado de participación electoral, que en Chile suele ser muy baja. De hecho, en la primera vuelta votó menos del 50% del electorado. Lagos no descarta que el 19 de diciembre acuda menos gente a las urnas, especialmente los que eligieron en la primera vuelta a Parisi. A la vez lanzó una advertencia: "si este país no tiene grandes transformaciones sociales, lo que vamos a tener es un pueblo levantado, una revolución callejera que no va a ser dominada por ningún dirigente social".
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