Elecciones presidenciales
Chile celebra las elecciones más polarizadas de los últimos años
El joven dirigente de la alianza Frente Amplio-Partido Comunista, Gabriel Boric, logrará pasar a la segunda vuelta, según las encuestas
El posible rival será probablemente de José Antonio Kast, de extrema derecha, o Sebastián Sichel, de derecha moderada
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Los chilenos acuden este domingo a las urnas con la sensación de que el suelo tiembla debajo de sus pies. Esos remezones no son telúricos sino políticos. La primera vuelta entre siete candidatos definirá el nombre de los que pasen a la segunda, el 13 de diciembre. Las encuestas dan por seguro que lo logrará el joven izquierdista Gabriel Boric, que lidera la alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista. Si no hay sorpresas de última hora durante el escrutinio -un vuelco en la alta franja de indecisos- el rival del dirigente izquierdista será José Antonio Kast (extrema derecha) o Sebastián Sichel (Chile Vamos Más, derecha moderada).
La diferencia no es menor. Un 'ballotage' entre Boric y Kast ahondará la polarización, desconocida para las generaciones que no vivieron el Chile de la Unidad Popular (1970-73), con la fallida experiencia de la vía pacífica al socialismo, o el plebiscito de 1988 que frenó las ambiciones de perpetuidad del dictador Augusto Pinochet. Para salir airoso, Boric no tendrá otra alternativa que llegar a un acuerdo programático con los partidos de la centro-izquierda que, bajo el nombre de la Concertación Democrática, administraron el país sin interrupciones entre 1990 y 2010 y que este domingo tienen como abanderada a la senadora democristiana Yasna Provoste.
Los comicios renovarán parcialmente un Congreso que también puede representar una vuelta de página en la historia institucional de este país. Su composición puede estar en sintonía con las relaciones de fuerzas que existen en la Asamblea Constituyente que debe redactar la nueva Carta Magna sin el poder de veto de la derecha, o dar cuenta de una nueva realidad que se superpondrá con el trabajo de la convención por unos meses.
El estallido inconcluso
En cierto sentido, las elecciones de este domingo son la consecuencia más elocuente del estallido social de noviembre de 2019. Las protestas tuvieron, ante todo, un fuerte rechazo a las elites y los estamentos tradicionales. Boric y Kast expresan, desde espectros ideológicos encontrados, el sentimiento que se esparció en las calles. Según Robert Funk, de la Universidad de Chile, tanto los episodios de 2019 como el covid-19 configuran un cuadro muy diferente a las anteriores elecciones. "El estallido social nunca terminó. Se calmó porque apareció la pandemia, pero seguimos en su lógica".
Ni siquiera la recuperación económica, gracias a la subida del precio internacional del cobre, ha modificado estas circunstancias. En ese contexto, los comicios y la Asamblea Constituyente se han influenciado mutuamente. Y es por eso que durante la campaña electoral han abundado las discusiones sobre el sistema que debe surgir de la Carta Magna: parlamentario o uno presidencialista de un nuevo tipo. La difamación de las actividades de la Asamblea es de tal magnitud en las redes sociales que se ha creado un Observatorio del Discurso de Odio que mide las injurias y 'fake news' de los sectores más radicales de la derecha.
Otras tensiones
Pero no son solo las calles de las grandes ciudades donde se perciben las zozobras. El presidente Sebastián Piñera ha militarizado la región de La Araucanía, a 720 kilómetros al sur de Santiago. El Gobierno analiza extender el estado de excepción hasta el 26 de noviembre debido a las protestas de la comunidad originaria mapuche que, desde hace años, reclama tierras que considera ancestrales y se encuentran en poder de terratenientes y empresas forestales. Casi 2,2 millones de personas se considera perteneciente a un pueblo originario. Un 79,8% de ellas aseguró pertenecer a la nación mapuche que tiene a una de sus integrantes, la académica Elisa Loncon, al frente de la Convención Constituyente.
"La élite política, ensimismada en su burbuja electoral, vive su competencia prometiendo reformas globales o soluciones milagrosas de Estado o de mercado, que la realidad del país desmiente de manera rotunda. El mayor riesgo hoy es que la violencia incubada, tanto en La Araucanía como en el resto de nuestras ciudades, termine por crear imágenes artificiales de poblaciones peligrosas, sean migrantes o mapuche, con incitación a la xenofobia irracional o la justificación de la limitación de libertades civiles de los ciudadanos", advirtió el portal 'El Mostrador'. Una parte de Chile se radicaliza. Otra se ausenta. Piñera ganó las elecciones con la participación de menos del 50% del electorado. La legitimidad del futuro presidente también dependerá de cuánto cambie esa ecuación.
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