Elecciones en Centroamérica

La ambición desmedida de Rosario Murillo, la futura "copresidenta" de Nicaragua

Más impopular que su marido, el presidente Daniel Ortega, desempeñó un rol vital en el regreso del exguerrillero al poder en 2007

Ortega se impone con el 75% de los votos en unos comicios calificados de "farsa" y "pantomima"

Rosario Murillo

Rosario Murillo / AFP / PRESIDENCIA DE NICARAGUA / CÉSAR PÉREZ

Abel Gilbert

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La sociedad político-matrimonial entre Daniel Ortega y Rosario Murillo tendrá, a partir del nuevo período de Gobierno, una nueva figura institucional fruto de la imaginación del excomandante guerrillero. Ortega le ha regalado a su esposa un cargo que no existe, el de "copresidenta", como si se tratara de un título. Lo de "vice", sugirió, no haría justicia a esa mujer de 70 años que es sobrina del general Augusto César Sandino e hija de un próspero ganadero. Educada en Inglaterra y Suiza, poeta vocacional y seguidora del gurú Sai Baba, a Murillo ya se le han quedado pequeñas las tareas que ha acumulado desde 2007, entre ellas dirigir la Fundación para la Promoción del Amor (FUNDAMOR) que promueve el "autoconocimiento humano" y "el desarrollo de la autoestima individual y colectiva".

Rosario es incluso más impopular que su marido, pero no menos ambiciosa o propensa a todo tipo de veleidades. "Le gusta llamar la atención. Tres anillos en cada dedo, una decena de collares que adornan su delgado cuello y otra decena de pulseras. Colores vistosos, telas floreadas y combinaciones que muy pocos se atreven a llevar", señaló el diario La Prensa. Hasta el sitio oficial El 19 digital se permitió dar cuenta de los 462 vestidos que acumula. Ha instituido, según La Prensa, "una forma de patrimonialismo familiar siguiendo las mismas tendencias y prácticas de la familia Somoza, que gobernó Nicaragua de 1937 a 1979".

La Chayo no conoce la mesura, y por eso se dirige a los nicaragüenses todos los días para contarles cuánto hace por ellos. Las alocuciones siempre tienen un toque espiritual y biográfico. Recuerda que conoció a Ortega en Costa Rica en 1978 y que pertenecían, aunque con diferentes responsabilidades, al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que buscaba derrocar al somocismo. Aquellos días de rojo y negro, como las banderas de la guerrilla, se han transformado, gracias a las cabriolas políticas y estéticas, en morado y rosa. La gradación cromática parece combinar mejor con los ideales de un matrimonio que, en muchos aspectos, se comporta como una familia real.

Papel determinante

Murillo desempeñó un rol vital en el retorno de Ortega a la presidencia, en 2007. Entonces se juraron no volver a repetir el error cometido 17 años antes, cuando el sandinismo fue derrotado en las urnas. Detrás de sus arrebatos kitsch y la combinación de una jerga new agecon rudimentos el catecismo, Rosario manejó con astucia los resortes del Estado.

Ella ha tenido 10 hijos, de tres parejas. Todos se han integrado en el proyecto matrimonial con la excepción de la hija mayor, Zoilamérica Narváez, quien en 1998 denunció a su padrastro Ortega por haberla violado cuando era niña. Murillo nunca dudó a quién le debía lealtad. "Me ha avergonzado terriblemente que a una persona con un currículo intachable se le pretendiera destruir", dijo en defensa de su marido. Zoilamérica partió al exilio y quedó al margen del sistema de favores y privilegios familiares. Padres e hijos, bajo la supervisión materna, participan de negocios petroleros, televisivos y en otros rubros.

Aires de clan

Laureano Ortega Murillo es el hijo que parece resumir parte de las aspiraciones de los padres. Tiene la fisonomía del presidente y las excentricidades de la "copresidenta". Las actividades comerciales no lo desvían de su principal vocación: ser tenor de ópera. "Mi mundo es la música", ha repetido. No dudó en valerse de los recursos públicos para cantar en Managua arias de Tosca y La Traviata, las óperas de Giacomo Puccini y Giuseppe Verdi. Cree tener una voz tan portentosa como versátil, y por eso, en medio de las elecciones y la crisis política, decidió ser parte del elenco de La Verbena de la Paloma, el sainete lírico de Ricardo de la Vega y Tomás Bretón. Fiel a su prosapia, le gusta estar en todo, y por eso también ha amenizado un festival internacional de bolero. Reloj, no marques las horas/ Porque voy a enloquecer, bramó.

Pese a sus esfuerzos vocales, Laureano no ha podido disputarle a su hermano Juan Carlos, de 40 años, la condición de favorito de Rosario. "No hay ni habrá fuerza imperial o colonialista capaz de doblegar a este pueblo que avanza en unidad en la construcción de sus propios sueños", dijo en vísperas de la contienda. Él maneja el aparato de comunicación que le da a su madre un espacio para el sermón diario. Al igual que Laureano, también se interesa por la música y toca la guitarra en un grupo de rock, Ciclo. Nuestra mística es más fuerte/ Aquí nos tienes hoy como ayer/ Aquí dispuestos para vencer, canta, y parece estar hablando de su dinastía.