Elecciones en Centroamérica

Las claves del futuro en Nicaragua: represión, crisis económica y exilio

Abel Gilbert

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"No quieren la paz, son sembradores de muerte, sembradores de odio, sembradores de terror". Daniel Ortega cantó victoria este domingo después de emitir su voto. Su jactancia triunfal, dedicada a los adversarios, no fue otra cosa que el retrato de la situación política nicaragüense. Ortega y su esposa, Rosario Murillo, compraron caro su cuarto mandato consecutivo en unas elecciones de muy baja legitimidad. El exguerrillero acumula 31 años en el poder: 26 como presidente y cinco como coordinador de la Junta de Gobierno tras el triunfo de la revolución sandinista de 1979, muchos más que la dinastía Somoza. El proyecto vitalicio está lejos de tener bases de aceptación mientras la crisis promete agudizarse.

Presión internacional

"Orquestaron una elección de pantomima que no fue ni libre ni justa, y ciertamente no democrática". La sentencia del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, augura una mayor presión internacional sobre Managua. Washington, dijo, "usará todas las herramientas diplomáticas y económicas" para forzar a Ortega a abandonar sus sueños de permanencia. De hecho, antes de los comicios, el Departamento de Estado hizo saber que buscará con la UE y sus socios latinoamericanos promover un nuevo paquete de sanciones. No se descarta que EEUU impugne la participación de Nicaragua en el <strong>Tratado de Libre Comercio centroamericano (CAFTA-DR) </strong>que rige desde 2006. Según el Banco Central, entre enero y diciembre de 2020, las exportaciones a Estados Unidos ascendieron a los 3.564 millones de dólares, contra los 3.883 millones de 2019. En caso de agudizarse el enfrentamiento, con su correspondiente coste económico, no se descarta que el Gobierno redoble el ritmo de su alianza con Pekín y Moscú.

Represión

Ortega ha creado una condiciones inéditas para garantizar su nuevo mandato. Los comicios se han realizado con <strong>150 presos políticos</strong>, entre ellos siete candidatos en las elecciones que fueron detenidos por conspiración y traición. Tres partidos fueron despojados de su entidad jurídica. Durante la legislatura, Ortega arremetió contra el funcionamiento de casi 50 oenegés a las que el Gobierno considera herramientas conspirativas. Los medios de comunicación han pasado a ser tierra arrasada. "El primer paso, a partir del 8 de noviembre, es encarar la crisis de los presos políticos", señala Carlos Chamorro, de la revista Confidencial. Esa demanda, debería "convertirse en la principal estrategia política nacional e internacional", añade. Para Chamorro, esa lucha puede "cambiar el equilibrio de poder". Sin embargo, advierte de que la "derrota política" de Ortega "será siempre incompleta" si no se converge en una agenda que permita "recuperar las libertades de reunión, movilización, prensa, y de expresión, y el derecho a elegir y ser electo".

Problemas económicos

Nicaragua tiene uno de los más bajos indicadores de inversión regional. Importa el 51% de los productos y servicios que consume. Si bien se espera que el PIB crezca este año un 5%, en 2020, y como consecuencia de la pandemia, la contracción fue de casi nueve puntos. La crisis política ha tenido su contrapartida económica. El crecimiento promedio del 3,9% entre 2000 y 2017 se hizo trizas con el estallido social de 2018 y la ruptura de la alianza entre el Gobierno y la patronal. Los analistas dudan de la posibilidad de una recomposición de las relaciones entre el matrimonio y el empresariado. Parte de la economía doméstica depende de las remesas de los emigrantes, que en 2020 fueron de 1.851 millones de dólares. El dinero que se envía desde el exterior representa un 14,8% del PIB de un país que, en breve, necesitará financiación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).

Crecen los exiliados

Desde el estallido social de 2018, y en virtud del deterioro de las condiciones políticas y económicas, Nicaragua experimentó una nueva ola de emigración. Como sucede con otros países vecinos, la mayoría ha intentado instalarse en Estados Unidos. En 2020 buscaron ese destino 1.100 nicaragüenses. Entre comienzos de año y agosto de 2021, las autoridades norteamericanas interceptaron en su frontera sur a casi 41.500 nicaragüenses que intentaban entrar ilegalmente a EEUU. Solo en julio abandonaron el país 13.456 migrantes. "Vienen muchachos, estudiantes. Muchos de ellos participaron en las protestas de 2018", señaló la Alianza Nicaragüense-Estadounidense por los Derechos Humanos (NAHRA, por sus siglas en inglés). Para el Gobierno, el exilio no solo es una válvula de escape que permite reducir la presión interna. También puede representar un mayor flujo de remesas desde Estados Unidos como España y Costa Rica.

 

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