Crisis política

Portugal celebrará elecciones el 30 de enero bajo la amenaza de un nuevo bloqueo

El presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa, disuelve el Parlamento y anuncia la fecha de los comicios anticipados tras la ruptura de la coalición de gobierno encabezada por el Partido Socialista

La fragmentación del escenario político dificulta la formación de un ejecutivo estable, aunque por ahora nadie quiere hablar de alianzas

Portugal

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Lucas Font

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La celebración de elecciones anticipadas en Portugal el próximo 30 de enero, como ha anunciado esta noche el presidente del país, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, abre un escenario de incertidumbre. Tras el intercambio de acusaciones con sus antiguos socios de izquierdas por la fallida votación de los Presupuestos, el Partido Socialista (PS) ya se está movilizando para obtener una mayoría reforzada que le permita gobernar con comodidad, sin depender de los votos del Bloco de Esquerda (BE) ni del Partido Comunista Portugués (PCP). La fragmentación política, sin embargo, dificultará que el PS obtenga los 116 escaños que le darían la mayoría absoluta, ocho más de los que tiene en la actualidad. 

A pesar de que el PS se perfila como vencedor de los próximos comicios, son pocos los que apuestan por una mejora sustancial de los resultados obtenidos en 2019. Según un sondeo publicado este jueves en Diário de Notícias, un 43% de los encuestados creen que los socialistas se alzarán con la victoria, frente a un 29% que consideran que el vencedor será el principal partido de la oposición, el conservador Partido Social Demócrata (PSD). En cuanto a la necesidad de conformar alianzas, el sondeo es mucho más revelador: casi un 70% considera que los partidos tendrán que pactar.

Izquierda dividida

Pero por ahora los socialistas no quieren hablar de posibles acuerdos. Tan solo el ministro de Infraestructuras, Pedro Nuno Santos -que se perfila como un posible sucesor del primer ministro, António Costa-, se mostró abierto a un nuevo entendimiento con sus antiguos socios, a pesar de que el propio Costa pidió la movilización de los portugueses para conseguir una mayoría estable y duradera. El líder de los comunistas, Jerónimo de Sousa, agradeció las palabras de Santos pero indicó que la reedición de un pacto de izquierdas ya no es “un sentimiento prevalente” en las filas socialistas.

El primer ministro portugués, Antonio Costa.

El primer ministro portugués, Antonio Costa. / VIOLETA SANTOS MOURA / REUTERS

Tanto el PCP como el BE se han mostrado abiertos a dialogar después de las elecciones, en caso de que los socialistas necesiten sus votos para gobernar, aunque por ahora los tres partidos se mantienen firmes en sus posiciones. La líder del BE, Catarina Martins, aseguró este fin de semana en una entrevista al semanario Expresso que no es momento de “hacer autopsias” sobre lo ocurrido, aunque insistió en achacar el fracaso de las negociaciones al inmovilismo de los socialistas. 

Desde las elecciones de 2019, el objetivo del Gobierno ha sido intentar mantener un equilibrio entre la reducción del déficit y los apoyos sociales, pero los partidos de izquierdas consideran que la balanza se ha decantado más por el lado de la austeridad. El PS incluso se ha apoyado en el PSD para aprobar algunas medidas como la renovación del estado de emergencia durante la pandemia o para la aplicación de reformas importantes en materia de descentralización, aunque los socialistas también han rechazado un entendimiento con el centroderecha pasadas las elecciones. 

Geringonça de derechas

En el lado derecho del espectro político, el escenario no es mucho más alentador. La división interna entre el actual líder del PSD, Rui Rio, y su principal rival, el eurodiputado Paulo Rangel, puede generar un desgaste a la formación que beneficie a otros partidos de la derecha, a pesar de que la victoria del PSD en Lisboa en las elecciones municipales ha dado motivos para pensar en un buen resultado en las próximas legislativas. Sea quien sea el vencedor de las primarias, las posibilidades de superar a los socialistas siguen siendo muy escasas, aunque la suma de los partidos de derechas sí podría alcanzar para conseguir un cambio de Gobierno, como ya ocurrió con la izquierda en el año 2015. 

Las encuestas apuntan a un crecimiento del partido Iniciativa Liberal (IL), y sobre todo de Chega, el partido de extrema derecha, que en la actualidad cuenta con un solo diputado. Tanto Rio como Rangel han cerrado la puerta a posibles pactos con la formación ultra, pero un escenario de bloqueo en la izquierda podría llevar al vencedor de las primarias del PSD a replantearse esa opción. Algo que ya ocurrió en las elecciones regionales de las Azores a finales del año pasado, cuando la abstención de Chega permitió al centroderecha gobernar en las islas tras 24 años de control socialista.

Críticas a Rebelo de Sousa

La imagen conciliadora e imparcial del presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, que cuenta con un alto índice de popularidad en el país, se ha visto empañada en las últimas semanas por su intervención en la crisis política. Por un lado, tanto el Bloco de Esquerda (BE) como el Partido Comunista Portugués (PCP) han criticado al presidente por plantear las elecciones anticipadas como única alternativa al fracaso de los presupuestos. 

Los dos partidos consideran que esta decisión ha sido precipitada y que Rebelo de Sousa podría haber dejado gobernar al Ejecutivo con los presupuestos del año anterior, aunque eso suponía limitaciones en el techo de gasto. En respuesta a esas acusaciones, el presidente ha asegurado que prefiere recibir críticas por haber planteado las elecciones como única alternativa “de forma insistente” antes que ser “criticado por omisión''.

Rebelo de Sousa también ha recibido críticas del Partido Social Demócrata (PSD), su propio partido. El actual líder de la formación, Rui Rio, mostró su descontento por la reunión que el presidente mantuvo con su principal competidor en las primarias, el eurodiputado Paulo Rangel, el día antes de la votación de los presupuestos. El motivo de este encuentro era hablar sobre un posible atraso en la convocatoria electoral que permitiera a Rangel preparar la campaña con tiempo, en caso de ganar las primarias.