En un país en guerra
Más de 2.000 migrantes acampan en condiciones inhumanas frente a un edificio de la ONU en Libia
Las redadas de grupos armados del Gobierno de Unidad Nacional dejaron a miles de personas sin hogar y 5.000 migrantes fueron arrestados y trasladados a cárceles hacinadas

Personas migrantes y refugiadas en un centro de detención en Libia. /
Las fronteras de Libia siguen siendo una cárcel. Desde hace más de un mes, más de 2.000 solicitantes de asilo, refugiados y migrantes africanos llevan acampados en terribles condiciones frente a una instalación cerrada de las Naciones Unidas en Trípoli. A principios de octubre, grupos armados del Gobierno de Unidad Nacional (GNU) detuvieron a unos 5.000 migrantes a la vez que demolieron sus refugios improvisados. Desde entonces, un gran número de ellos se concentra a las puertas de un edificio clausurado sin techo, sin comida y sin tratamientos médicos.
“Al demoler los refugios improvisados para migrantes y solicitantes de asilo, las autoridades libias crearon una crisis humanitaria, dejando a miles de personas a la deriva en las calles”, ha declarado Hanan Salah, directora de Human Rights Watch (HRW) para Libia. La organización ha apuntado a los países europeos como cómplices de esta tragedia, ya que “su apoyo permite a las autoridades libias evitar que las personas lleguen a las costas europeas”. HRW ha exigido que se retomen las evacuaciones humanitarias, suspendidas desde agosto a la espera de que las autoridades de Trípoli den luz verde para retomarlas.
Libyan authorities manufactured a humanitarian crisis by demolishing makeshift shelters of asylum seekers & refugees leaving 1000s fending for themselves in the streets
— Hanan Salah (@HananMSalah) 3 de noviembre de 2021
Need to ensure safety, basic needs & urgent restart of humanitarian evacuations @hrw https://t.co/giXunlBL0F pic.twitter.com/A8JwPI6f9g
Cuando grupos armados del Ministerio del Interior del GNU llevaron a cabo redadas generalizadas y detuvieron a centenares de migrantes en una supuesta operación contra redes criminales, dejaron a miles de personas sin hogar. Ahora, todas ellas se concentran a las puertas del Centro Comunitario de Día (CDC), donde hasta hace poco, la agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, brindaba asistencia médica y otros servicios. Durante este mes, han exigido pacíficamente la evacuación de Libia a un lugar seguro.
Unas 5.000 personas arrestadas, incluidas mujeres y niños, fueron llevados a la prisión para migrantes Al-Mabani en Ghot al-Shaal. Las detenciones se llevaron a cabo entre acusaciones de violencia física y sexual. Algunos de los detenidos han denunciado a HRW que las condiciones inhumanas en la cárcel, el hacinamiento severo, la falta de alimentos y atención médica y los malos tratos provocaron unos disturbios que acabaron con una fuga masiva de la prisión el pasado ocho de octubre.
Responsabilidad europea
“Libia y los Estados europeos deben responder urgentemente a esta situación que se deteriora rápidamente, ya que las personas están expuestas a la violencia y carecen de cualquier ayuda básica para las necesidades esenciales”, ha exigido Salah. Se desconoce el número exacto de migrantes hacinados en los centros gubernamentales y de milicias, financiados por las instituciones europeas. Entre enero y septiembre, las autoridades libias interceptaron a más de 27.551 personas en el mar y las obligaron a retornar a Libia.
Noticias relacionadasThe situation for migrants & refugees in #Libya remains dire. Many have no safe place to go.
— International Rescue Committee - UK (@RESCUE_UK) 2 de noviembre de 2021
The IRC is providing emergency medical assistance to those in need, but with thousands afraid and increasingly vulnerable, the world must do more to protect them from further suffering. https://t.co/LlWtyaWUeN
Allí se enfrentan a condiciones de detención inhumanas, violencia sexual, tortura, trabajos forzados, extorsión y muerte. Ya sea aquellos destinados a los centros como los condenados a la intemperie, los migrantes en Libia viven un infierno al tocar tierra. ACNUR decidió cerrar su centro el pasado 4 de octubre alegando preocupaciones de seguridad para el personal por las grandes multitudes acampadas. Desde entonces, este grupo vulnerable no ha recibido ningún tipo de asistencia humanitaria.
El país forzado a acogerlos lleva más de seis años sumido en una guerra civil que lo ha condenado al caos y a la pobreza. Muchos de los migrantes que recalan en Libia escapan de conflictos en sus propios países, como Sudán del Sur, y cuentan con estatus de refugiados. Eso no impide a las autoridades libias ejercer violencia y vulnerar sus derechos hacinándolos en sus cárceles. A su vez, las políticas de la Unión Europea para financiar a los grupos que contienen a estos migrantes hacen que todos los países europeos sean cómplices de estos abusos.
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