Derechos humanos

La pandemia deja aún más desprotegidos a los trabajadores del textil en Asia

Muchos empleados han dejado de cobrar o perdido sus trabajos sin indemnización debido a la reducción o anulación de pedido como consecuencia de la crisis sanitaria

Unas trabajadoras revisan prendas de ropa en una factoría de Ashulia, una zona industrial ubicada en las afueras de la capital de Bangladés, Daca.

Unas trabajadoras revisan prendas de ropa en una factoría de Ashulia, una zona industrial ubicada en las afueras de la capital de Bangladés, Daca. / MUNIR UZ ZAMAN

Laura Puig

Laura Puig

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La industria de la moda lleva años siendo reprendida por las malas condiciones de seguridad y laborales de los trabajadores de las fábricas que, principalmente en países de Asia, elaboran prendas de ropa a destajo para que en las tiendas de occidente cada semana haya una nueva colección. Según la organización Clean Clothes Campaign, con sede en Países Bajos y que trabaja con la Comisión Europea para monitorizar el respeto a los derechos laborales en el sector, la pandemia del coronavirus ha agravado la problemática. Muchos trabajadores de países asiáticos han dejado de cobrar o han perdido sus trabajos sin ser indemnizados debido a la anulación o la reducción de pedidos de las marcas como consecuencia de la crisis sanitaria, cargando así con el mayor impacto del parón global de la producción.

"La pandemia ha puesto de manifiesto más que nunca que muchas marcas de moda utilizan su poder en el mercado para imponer acuerdos comerciales injustos a sus proveedores", destaca la organización.

Salario digno

Pero antes del covid-19, su situación ya era muy precaria. Horarios extenuantes para cumplir con los trepidantes tiempos de entrega y condiciones de trabajo muy duras e inseguras "por la mitad o un tercio del salario mínimo digno, que en estos países está por encima del sueldo mínimo fijado por los gobiernos", explica Mathilde Charpail, fundadora de la oenegé Sustain Your Style. En Bangladés, por ejemplo, el segundo está fijado en unos 85 euros al mes para los trabajadores del textil, mientras que para poder vivir dignamente son necesarios unos 350 euros.

Según una investigación de Clean Clothes Campaign llevada a cabo en 2019, ninguna de las grandes marcas de moda pudo demostrar que los trabajadores que producían sus prendas en Asia, África, América Central o Europa del Este cobraban salarios para salir de la pobreza. "Los propietarios de las fábricas afirman que no tienen más opción que mantener bajos los salarios debido a los bajos precios que pagan los compradores (...). Los gobiernos, por su parte, han mantenido los salarios mínimos bajos por la presión de las marcas y los distribuidores, y en un intento de crear o proteger trabajos, aumentar los niveles de exportación y aumentar el PIB", añade esta organización, que critica la opacidad del sector para identificar qué marcas trabajan con qué fábricas, evitando así que puedan denunciarse las violaciones de derechos.

Código sobre seguridad y salud

A pesar de estos obstáculos, Naciones Unidas, la Unión Europea o la Organización Internacional del Trabajo (OIT) legislan e impulsan acuerdos globales para mejorar las condiciones de estos trabajadores. A principios de este mes de octubre, la OIT adoptó un código práctico sobre seguridad y salud en las industrias del sector, donde todavía está muy presente la tragedia del Rana Plaza, en Daca (Bangladés), un edificio que albergaba talleres textiles que se derrumbó en 2013 y provocó la muerte de más de 1.100 personas. Estas recomendaciones, que podrían beneficiar a más de 60 millones de trabajadores, ofrecen asesoramiento sobre cómo controlar los principales riesgos respecto de sustancias químicas, herramientas, maquinarias, así como la seguridad de los edificios y los incendios.