El Gobierno cubano prohíbe una manifestación que busca retomar las protestas de julio pasado
Plataforma Archipiélago anunció que saldrá a las calles a pesar de la falta de una autorización oficial
Una nueva generación de disidentes busca encabezar el malestar existente en la isla
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Sucedió lo previsto: el Gobierno cubano prohibió una manifestación cívica y pacífica convocada para el 15 de noviembre por una nueva generación de activistas que rechaza cualquier asociación con los Estados Unidos. La llamada Plataforma Archipiélago, que lidera el dramaturgo Yunior García, uno de los nuevos referentes de esta disidencia, se lanzará no obstante a las calles a pesar de la negativa de las autoridades. "Nuestra decisión personal será marchar cívica y pacíficamente por nuestros derechos. Frente al autoritarismo responderemos con civismo y más civismo".
Se avecinan días de tensión en la isla. "Un carácter ilícito tiene la marcha con fines desestabilizadores convocada para desarrollarse de manera simultánea en varios territorios del país", había señalado horas antes Granma, el órgano oficial del partido Comunista Cubano (PCC), sobre las actividades programadas en La Habana, así como otras ciudades de la isla. El Gobierno asegura que los promotores de la movilización tienen "vínculos de algunos con organizaciones subversivas o agencias financiadas por el gobierno estadounidense" y tratan de "promover un cambio de sistema político". En ese sentido, el castrismo considera sugerente el respaldo que ha tenido el anuncio de la manifestación por parte de "legisladores estadounidenses, operadores políticos y medios de comunicación que alientan acciones contra el pueblo cubano, intentan desestabilizar el país e instan a la intervención militar".
En principio, la jornada había sido prevista para cinco días más tarde que el anunciado. Pero el Gobierno programó sus ejercicios militares entre el 18 y el 20 de noviembre. Frente a esa situación, Plataforma eligió el 15 de noviembre como la fecha indicada para reactivar las protestas que comenzaron el 11 de julio. De hecho, se busca es ocupar las calles nuevamente para pedir "la liberación de todos los presos políticos, el fin de la violencia". Se reclama a su vez "la solución de las diferencias a través de vías democráticas y pacíficas".
Cuando se conoció la prohibición de la marcha, Plataforma Archipiélago recurrió a las redes sociales para fijar su posición. "La respuesta del régimen demuestra una vez más que no existe en Cuba el Estado de Derecho, que no están dispuestos a respetar ni siquiera su propia Constitución y que violan los Derechos Humanos de los cubanos".
Ridículo
Para esta nueva disidencia que, en general, levanta banderas progresistas, las autoridades estatales dejaron en ridículo al presidente del Tribunal Supremo, Rubén Remigio Ferro, quien había asegurado que se respetaría el derecho a la manifestación. "La respuesta del régimen constituye un crimen", se señala.
Archipiélago denunció a su vez que hace varios días que las personas que firmaron el pedido de autorización de la marcha fueron interrogados por la Seguridad del Estado y "otros sufrieron vigilancia policial en sus domicilios". Señaló al respecto Saily González Velazquez, una ciudadana de la provincia de Santa Clara: "es importante que se sepa que en Cuba el Gobierno no les permite a sus ciudadanos, a la sociedad civil, manifestarse. Utiliza las leyes a conveniencia y desconoce los derechos constitucionales de sus ciudadanos". Según el habanero Leonardo Fernández Otaño "hemos visto un Estado autoritario que se ha quitado todo el ropaje" y ante la iniciativa ciudadana "solo sabe volver a las consignas, a las viejas estructuras que no nos dicen nada".
Un nuevo lenguaje
El dramaturgo Yunior García Aguilera se ha convertido en un portavoz generacional del malestar acumulado a través de los años. Tras el 11J intentó dialogar con Silvio Rodríguez, un intelectual comprometido con el castrismo, pero con matices críticos, para buscar espacios de consenso. "Es una de las personas más coherentes que conozco, un martiano raigal, profundo y audaz. Sus textos son hijos de la postura ética que sostiene con su vida y su ejemplo. Cuando le pedimos que valorara la carta en que se pedía al presidente Biden el cese del bloqueo contra Cuba, no dudó un instante en sumar su firma", dijo Alina Bárbara en el portal Joven Cuba.
En esa misma publicación, José Alejandro Esteve Santos dio también testimonio de que, por primera vez en más de seis décadas, irrumpe un sector opositor con un lenguaje nuevo y desafiante, especial a través de las redes sociales: "los únicos actores políticos y sociales legales en Cuba —tradicionalmente declarados de izquierda—, en su atadura a la esclerótica burocracia se han ido derechizando conforme esta ha persistido en su obliteración estalinista". A su criterio, "no existe nada más conservador que un revolucionario aferrado al poder".
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