Tensión entre los demócratas

Manchin y Sinema, los senadores en el ojo del huracán

Intereses personas con la industria de los hidrocarburos y con ciertos lobis están detrás de las posturas de los representantes de la Cámara alta contrario la agenda social de y de medio ambiente del presidente Biden

senadora Kyrsen Sinema

senadora Kyrsen Sinema

Idoya Noain

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Hace dos semanas “kayaktivistas” de Virginia Occidental se acercaron con pancartas y reclamaciones hasta el ‘Almost Heaven’, el barco donde Joe Manchin tiene su residencia mientras está en Washington. El fin de semana pasado, en Arizona, un escrache persiguió a Kyrsten Sinema hasta el baño de la universidad donde daba una charla y al día siguiente fue increpada también en el avión en que regresaba a la capital y en el aeropuerto.

Son hechos que exhiben vistosamente la indignación entre los más progresistas con los dos senadores demócratas moderados a los que, por su oposición al proyecto legislativo de Joe Biden para ampliar las protecciones sociales y medioambientales, se considera responsables de poner en jaque la oportunidad de sacar adelante programas largamente acariciados por los demócratas. Y las intensas y difíciles negociaciones en el Congreso no solo han hecho que sean dos de los legisladores con los que más conversaciones están teniendo Biden y su equipo en la Casa Blanca, sino que también han vuelto con especial intensidad los focos hacia los dos senadores, y el escrutinio arroja en muchos casos más sombras que luces.

Manchin, que tiene 74 años y llegó al Senado en 2010 y Sinema, de 45 años y con escaño desde 2018, defienden firmemente el filibusterismo. Votaron con frecuencia propuestas de Donald Trump y siguen apostando por el bipartidismo incluso cuando Mitch McConell, el líder republicano en el Senado que en 2010 dijo: “lo más importante que queremos conseguir es que Obama sea presidente de un solo mandato”, ahora no oculta una estrategia idéntica con Biden ( “el 100% de nuestro foco es frenar a esta Administración”, ha dicho). Y acumulan votos conflictivos para los demócratas, desde rechazar un proyecto de ley para proteger los derechos de voto bajo asalto de los republicanos (Manchin) hasta oponerse a incluir en el paquete de ayudas para la pandemia una subida del salario mínimo a los 15 dólares por hora (Sinema).

Estado bisagra

Ambos tienen también intereses económicos que hacen que los críticos cuestionen que su oposición ahora al plan de Biden sea una mera cuestión de conservadurismo fiscal o se explique por la necesidad de responder a sus votantes en estados que son un feudo republicano (Virginia Occidental) y un estado bisagra (Arizona). En el caso de Manchin, y dado que el proyecto de ley hace una fuerte apuesta por las energías renovables y normas para luchar contra el cambio climático, se señala a sus vínculos con el sector de los combustibles fósiles y los millones de dólares que gana con empresas de carbón; en el de Sinema, se denuncia su dependencia del dinero de donantes y lobis opuestos al plan de Biden.

La frustración es si cabe mayor con Sinema. Porque Manchin, que se deleita en la relación con los medios de comunicación, al menos ha mostrado su potencial apoyo a dar luz verde a la ley si la factura se recorta hasta 1,5 billones de dólares. Sinema, hermética hasta el extremo, con la prensa pero también con los ciudadanos y los grupos que le apoyaron para la elección, no ha dicho ni siquiera en reuniones con Biden, qué quiere o con qué cifra podría empezar a contarse con su voto.