Lacra social

Muñecos sanadores para recordar a los desaparecidos en México

Una artesana de Veracruz viste las figuras con ropa de los ausentes para dar fuerza a las familias en la búsqueda de sus seres queridos

En el país azteca hay más de 85.000 personas en paradero desconocido

La artesana textil Araceli Ledezma cose el muñeco de un hombre desaparecido en su taller en la ciudad de Orizaba (Veracruz), el pasado domingo.

La artesana textil Araceli Ledezma cose el muñeco de un hombre desaparecido en su taller en la ciudad de Orizaba (Veracruz), el pasado domingo.

Juan Carlos Espinosa

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A Ana Lilia Jiménez le regresó la vida por unos segundos cuando vio al pequeño Yael. El muñeco no pasa del metro y medio de estatura. Tiene un piercing en la ceja derecha, camiseta blanca a rayas, vaqueros bajos -así es como los usa- y una gorra blanca, su favorita. Es la manera en la que su madre, de 48 años, ha querido estampar su imagen para siempre. Sus nietos se refieren a la figurita como el "tío Yael". La última vez que Lili, como la llaman sus amigos, vio a su hijo fue el 1 de septiembre de 2012. La herida sigue abierta. Eso se nota cada vez que sus ojos se humedecen al hablar de él y de la agotadora búsqueda que ha emprendido desde entonces, con la intransigencia de las autoridades y las amenazas del crimen organizado. Pero el muñeco es gasolina. Le recuerda, de una forma tangible, que bien vale la pena la lucha: "Nuevamente ahora me tocó gritar consignas, pero ahora abrazando a Yael".

Yael no es el único. Forma parte de una iniciativa de la artesana textil Araceli Ledezma. Los muñecos sanadores, como los ha bautizado el colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba, buscan dignificar la memoria de hijos, primos y esposos que un día no volvieron a casa. Las figuras, hechas con una base de tela, están confeccionadas con la ropa de la persona de la que se hará la réplica. En su taller en la ciudad de Orizaba (en el estado de Veracruz, que desemboca en el Atlántico) y con una blusa blanca, Ledezma muestra frente a la cámara a José Fernando Díaz. Tiene una barba de candado y el cabello peinado hacia atrás. Sus familiares no han parado de buscarlo desde 2017. "Hay mucha gente que no quiere que hablemos de esta realidad en México", critica Ledezma.

Las palabras de la artesana no son en balde. De acuerdo con las cifras oficiales, hay más de 85.000 personas desaparecidas en México. Solo en Veracruz, el Estado donde viven Ledezma y Jiménez, hay 5.000 en paradero desconocido. La artesana se acercó a finales de 2020 a Araceli Salcedo, fundadora de Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba, y con quien tenía una amiga en común. Le ofreció hacer una muñeca de su hija Rubí: "Le pedí disculpas muchas veces antes de proponérselo, tú nunca sabes si estás siendo insensible en algo que dices". A Salcedo le gustó la idea y su pequeña quedó lista al poco tiempo. A partir de ese momento, Ledezma continuó confeccionando figuras para varias de las integrantes del colectivo, que aglutina a más de 300 familiares.

Agua y flores para cada muñeco

Cada muñeco lleva su tiempo. De acuerdo con Ledezma, el proceso suele tardar hasta un mes. Solamente el bordado de las facciones -que sigue minuciosamente con una fotografía que le envían los familiares del desaparecido- puede extenderse a las dos semanas. Para ella, la elaboración también le pesa emocionalmente. Cuando hizo a Fernanda Rubí, la hija de la fundadora del colectivo y a quien se vio por última vez en septiembre de 2012, tuvo que parar en seco y llamar a una amiga psicóloga. Era demasiado. Ahora tiene un ritual con el que puede continuar cada muñeco sin que su corazón se detenga: "Pongo un vasito con agua, corto una flor de mi jardín y la coloco cerca de la imagen de la persona. Luego prendo una vela y le pido permiso al niño".

Fernanda Rubí tenía 21 años cuando desapareció. Siempre le comentaba a su madre que quería trabajar como chef. Su caso convirtió a Araceli Salcedo en una de las más importantes activistas por los desaparecidos en México. "Lo que vivimos en el país es una barbarie. Yo no creo en Dios pero pido todos los días volver a verla y digo en voz alta 'hoy es un día más [que lucho] por ti, hija'", cuenta al otro lado del teléfono. Cuando recibió a su muñeca, le entró una mezcla de sentimientos de alegría, tristeza y rabia: "No podía oler su ropa porque el aroma me lo acabé hace mucho, pero me podía imaginar que lo olía. También me da un sentimiento de impotencia porque quien debería de portar esa ropa es ella".

Integrantes del colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba con sus muñecos sanadores durante una exposición fotográfica sobre desapariciones, en Ciudad de México.

Integrantes del colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba con sus muñecos sanadores durante una exposición fotográfica sobre desapariciones, en Ciudad de México. / CEDIDA POR EL COLECTIVO FAMILIAS DE DESAPARECIDOS ORIZABA-CÓRDOBA

Ana Lilia no estaba segura si también quería a su muñeco. Cuando Ledezma comenzó a entregar sus primeros trabajos, y que además le comenzaron a pedir gente ajena al colectivo, la madre de Yael seguía reacia. Se alejó al principio por "sentimentalismo", pero decidió dar el paso: "Lo tenía que hacer. Es una manera para tener a mi hijo nuevamente representado a través de este muñeco sanador". La figura no puede reemplazar un sumario bien hecho por alguno de los nueve fiscales que han pasado por el caso de su hijo sin llegar a una respuesta. Pero sí ha sido un bálsamo en medio de tanto desgaste y amenazas.

"Temo por mi vida y la de mi familia"

La madre de Yael tiene una patrulla de la policía que la protege desde que hizo público que una persona vinculada a uno de los cárteles más peligrosos en México estuvo involucrada en la desaparición de su hijo. "A mí me dijeron en el Ministerio Público que meterse con esa gente era como patear el avispero", recuerda con frustración. Así como ella, las demás integrantes del colectivo han dejado en evidencia a los fiscales y al Gobierno de Veracruz. Desde 2016 han buscado restos humanos en fosas clandestinas. Esta búsqueda ha abierto la caja de Pandora en uno de los estados más inseguros del país. Hoy por hoy hay más fosas que municipios en la región: más de 500 desde 2012.

Araceli Ledezma, el cerebro y corazón del proyecto de los muñecos sanadores, también ha estado a nada de tirar la toalla. Su fama como artesana textil se ha catapultado desde que apareció en prácticamente todos los medios nacionales. Sin embargo, ha llegado a sentirse en una posición de peligro: "Hay muchos comentarios feos [en las redes sociales]. Me han acusado de insensible por lo de los muñecos, no lo entiendo. A las mamás les ha encantado", cuenta durante una videollamada. Entre las críticas y comentarios ofensivos, ha decidido alejarse de Facebook -en esa plataforma promociona a su taller, el Ropero de Frida Ka- por un tiempo.

En cualquier lugar del mundo hay trols. Pero Veracruz no es un lugar cualquiera. Hablar de desapariciones y de la inseguridad, aunque sea a través de una iniciativa, puede levantar ampollas a gente con malas intenciones. "Tengo mucho miedo, por mí y por mi familia", dice Ledezma. Ahora mismo, la artesana busca seguir vendiendo vestidos y mascarillas para cofinanciar la iniciativa de los muñecos sanadores. El peligro siempre está presente, pero para ella y las madres que buscan a sus hijos desde hace años, un muñeco lo es todo.

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