Pugna por la cancillería

El socialdemócrata Scholz se perfila como ganador del segundo debate de la campaña alemana

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scholz / John Macdougall / AFP

Andreu Jerez

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En el segundo y penúltimo debate electoral a tres bandas de la campaña electoral alemana, los tres candidatos con opciones de alcanzar la cancillería federal han vuelto a protagonizar este domingo un intercambio de golpes con la esperanza de influir en la intención de voto a dos semanas de la cita con las urnas.

Nuevamente, al igual que en el primer debate del pasado 29 de agosto, el candidato conservador, el democristiano Armin Laschet, y la candidata verde, Annalena Baerbock, han mostrado un perfil más agresivo frente a la estrategia defensiva del socialdemócrata Olaf Scholz, cuyo partido lidera sólidamente las encuestas desde hace semanas y al que los sondeos publicados por la televisión pública alemana este domingo señalaban como el “candidato más convincente” del debate.

La discusión ha arrancado con un tema que supone la mayor amenaza para la candidatura de Scholz y la campaña del SPD: los escándalos financieros que sobrevuelan el ministerio federal de Finanzas, en manos del vicencaciller Scholz durante los últimos cuatro años. El pasado jueves, la fiscalía alemana ordenó registros en las sedes federales de los ministerios de Finanzas y de Justicia – este último, también bajo control del SPD –; los registros responden a sospechas sobre un posible caso de encubrimiento en la Unidad de Inteligencia Financiera, responsable, entre otras cosas, de la lucha contra el lavado de dinero.

Laschet ha acusado a Scholz de ser el responsable político de las posibles irregularidades cometidas por trabajadores de las autoridades de control financiero y ha trazado paralelismos con el escándalo de Wirecard – una compañía alemana de pagos electrónicos que dejó un agujero de 2.000 millones de euros tras cometer, entro otros delitos, falsedad contable –. “Que los controles hayan fracasado responde a su forma de actuar”, le ha dicho Laschet a Scholz, que ha respondido a su contrincante acusándolo de deshonestidad y manipulación de los hechos. Scholz ha sido incapaz, sin embargo, de ofrecer una respuesta convincente a las dudas que se ciernen sobre el ministerio que dirige.

La ecoliberal Baerbock, por su parte, ha aprovechado el intercambio de golpes ente Laschet y Scholz para pedir la introducción de un límite para la compra de inmuebles con dinero en efectivo. La candidata verde ha preguntado directamente a Scholz si estaría dispuesto a plantear esa medida, pero no recibió respuesta alguna.

Pacto con La Izquierda

Sea cual sea el resultado final que salga de las urnas, una cosa está clara a estas alturas: el próximo gobierno federal será un tripartito por primera vez en la historia. El juego de coaliciones será, por tanto, endiablado y marca la campaña electoral desde hace semanas.

Los conservadores de la CDU-CSU intentan despertar el miedo entre una parte del electorado ante un posible gobierno de SPD, Los Verdes y La Izquierda – coalición entre poscomunistas germano-orientales y exsocialdemócratas germano-occidentales –. Laschet ha vuelto a pedir este domingo a Scholz que descarte públicamente un pacto con La Izquierda. “Los demócratas tienen que hablar unos con otros tras la elección”, ha respondido Scholz, que se niega a cerrar la puerta a ninguna posible coalición liderada por él. Baerbock, por su parte, ha acusado a Laschet de igualar a La Izquierda con la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), algo que la líder ecologista cree “altamente peligroso”.

Los analistas consideran improbable un tripartido de centro-izquierda para el ámbito federal y creen que Scholz usará la carta de La Izquierda para forzar a los liberales del FDP a negociar una "coalición semáforo", llamada así por el color rojo del SPD, el verde de los ecologistas y el amarillo del FDP.