20 aniversario

Generación post 11-S

La memoria traumática de los atentados se ha difuminado entre la juventud estadounidense, sin uso de razón cuando los aviones secuestrados por Al Qaeda cambiaron el rumbo de la historia

Los jóvenes neoyorkinos reflexionan sobre el 11S: "Me siento traicionado, siento que no sabíamos la historia al completo".

Los jóvenes neoyorkinos reflexionan sobre el 11S: "Me siento traicionado, siento que no sabíamos la historia al completo". /

Sarah Yañez-Richards

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La primera vez que vieron cómo los aviones se estrellaban contra las Torres Gemelas fue en clase de historia; a duras penas recuerdan a Osama bin Laden o su muerte, y pese a haber crecido en una era post 11-S en la que el temor por otro ataque terrorista siempre estuvo presente, les preocupan más los tiroteos en las escuelas, la desigualdad social o los posibles efectos de la crisis climática.

Laila Iarussi, 21 años

Esta universitaria de Brooklyn no recuerda el 11-S porque tenía menos de un año cuando sucedió, pero en cuanto cumplió cuatro años su familia le contó cómo vivió el evento siendo un bebé. Era el primer día de preescolar de su hermano mayor y ella estaba en la guardería. Su madre se enteró del ataque por teléfono, pero no se dio cuenta de su importancia hasta que vio correr a la gente por la calle. “Fue corriendo a por mí, que era un bebé en un cochecito, y luego corrió con el cochecito para recoger a mi hermano de la escuela”, recuerda.

“Si hubiese sido más consciente, probablemente el impacto hubiera sido mucho mayor en mí”, dice Iarussi antes de constatar cómo los atentados dispararon el miedo y la ansiedad en la ciudad. “Crecí con el miedo a un ataque terrorista o simplemente a un ataque en general. Influyeron los tiroteos en las escuelas. Siempre había simulacros en el colegio y nos teníamos que esconder debajo del escritorio y alejarnos de las ventanas”, rememora. No obstante, la veinteañera dice estar ahora más preocupada por los efectos del cambio climático en su generación y las generaciones venideras que por un ataque terrorista.

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Laila Iarussi / El Periódico

Alfie Massey, 19 años

Massey creció en el estado de Nueva York. Ahora estudia Interpretación y Ciencias Políticas en la Gran Manzana, pero dice no recordar con exactitud la primera vez que oyó hablar del ataque, ya que desde preescolar siempre le hablaban de ello en el aniversario de la tragedia. “Siempre enseñaban vídeos de lo que sucedió, en los que se veía a gente saltar de los edificios gritando y los aviones estrellándose, algo horrible de ver. Eso era todo. Nos lo enseñaban y luego nos decían que había tres aviones, y quién lo hizo. No nos daban ningún contexto, no decían qué sucedió después”.

Lo que sí recuerda es la muerte de Osama bin Laden en 2011. "Sentí un poco de lavado de cerebro porque era algo así como: ‘Sí, lo conseguimos, acabamos con el terrorismo. ¡Hurra!’”. Pero con el paso del tiempo el neoyorquino se fue interesando más por la política y se dio cuenta de que la cuestión era más compleja que la muerte de una persona. “No sé si matar a Osama bin Laden fue la decisión correcta o no. Pero creo que EEUU mata y busca a personas que definitivamente no debería”, señala haciendo referencia a las muertes de civiles e inocentes en la guerra contra el terrorismo.

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Alfie Massey / El Periódico

Youmna Mohammed, 20 años

Hace tan solo unas semanas que Mohammed, quien creció en Emiratos Árabes Unidos, se mudó a la ciudad del Empire State para estudiar un semestre en la Universidad de Nueva York (NYU). La primera vez que oyó hablar de los atentados del 11-S fue en las noticias. “Lo primero que recuerdo es que se echó la culpa a los musulmanes y la forma en que fueron tratados inmediatamente después”, asegura la estudiante. “No me preocupa el terrorismo, lo que me preocupa es poder ser concebida como alguien que representa al terrorismo. Me asusta ir caminando por la calle y que alguien me llame terrorista”, apunta la veinteañera.

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Youmna Mohammed / El Periódico

Jonah W., 16 años

“Cuando tenía cuatro o cinco años, mis padres me hablaron de ello y pensé que era bastante intenso”, recuerda el adolescente neoyorquino. Las primeras versiones que escuchó del 11-S fueron bastante edulcoradas, subraya, pues sus padres no querían asustarle. No obstante, señala que sintió “un poco de miedo”, sobre todo por su madre, quien trabajaba en un edificio de oficinas.

En la escuela le empezaron a contar lo que había pasado cuando tenía 11 años. “Me lo enseñaban con la perspectiva de que formaba parte de la historia e intentaban que no pareciese un hecho reciente para no preocuparnos tanto”. Pero no fue hasta el año pasado, en una clase del instituto, cuando aprendió sobre la muerte de Bin Laden. “Honestamente, no sabía quién era. Sabía que era una persona que dirigía una organización terrorista, pero nada más”.

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Jonah W. / El Periódico

Leah Parrott, 20 años

Parrott creció en una pequeña ciudad de Massachusetts y solo tenía dos meses cuando cayeron las Torres Gemelas, pero recuerda que cuando le contaron lo que pasó le parecía el argumento de una “película de terror”. Hasta los 17 años no tuvo miedo a volar, pero eso cambió después de que un profesor de Historia le pusiese en bucle las imágenes de los aviones chocando contra los rascacielos. “Del mismo modo que pienso que la mejor manera de educar contra la violencia sexual no es ver la violación de una mujer una y otra vez, creo que el miedo no es una educación efectiva”.

Esta estudiante de Ciencias Políticas compara la muerte de Osama bin Laden con la muerte de lord Voldemort, el villano de la saga Harry Potter. “Es fácil matar al tipo malo. Pero es más difícil cambiar todo un sistema malo”.

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Leah Parrott / El Periódico

Sidra D., 20 años

Esta universitaria sirio-estadounidense de la Universidad de Nueva York, crecida entr Michigan, Florida y Dubái, explica que la primera vez que vio imágenes del atentado fue navegando por internet por su cuenta. Una de las cosas que más le afectó del 11-S, más allá de la atrocidad del evento en sí, fue ver cómo se vinculaba “una cosa tan horrible” con su religión. “Siempre supe que eso no era islam”, afirma tajante. Al tener ojos azules y la piel blanca nunca sufrió islamofobia en el colegio, pero sí que escuchó comentarios inapropiados sobre la crisis en Siria y conoce a gente que ha sufrido discriminación en EEUU por ser musulmán.

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Sidra D. / El Periódico

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