A primera hora del sábado

EEUU dice haber matado con dron al cabecilla del atentado de Kabul

Washington asegura que el ataque aéreo, producido al este de Afganistán, ha acabado con la vida de dos miembros de "alto perfil" de la rama afgana de Estado Islámico sin causar víctimas civiles

Evacuación de Kabul

Evacuación de Kabul / REUTERS / MARINE CORPS / VICTOR MANCILLA

Carles Planas Bou

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"Los perseguiremos y haremos que lo paguen". Este viernes, el presidente estadounidense Joe Biden prometió venganza contra los autores del atentado suicida contra el aeropuerto de Kabul, que mató a al menos 170 personas -entre ellos 13 soldados estadounidenses- e hirió a otras 150, y la respuesta no se ha hecho esperar. Las fuerzas militares de los Estados Unidos lanzaron ayer por la noche un ataque con drones que acabó con la vida de dos miembros de "alto perfil" del Estado Islámico del Jorasán (ISIS-K), la filial del grupo yihadista en Afganistán, e hirió a un tercero.

La operación se realizó contra un coche que circulaba cerca de la ciudad de Jalalabad, en el este del país centroasiático. "Las indicaciones iniciales son que matamos al objetivo", ha explicado el ejército estadounidense en un comunicado. El Pentágono informó de que los supuestos integristas asesinados eran "planificadores" y "facilitadores" del grupo terrorista, pero no hay indicios de que estuviesen implicados en el atentado. En el ataque aéreo nocturno, aseguran, no hubo víctimas civiles. La reacción de Washington a la masacre perpetrada y reivindicada el jueves por los yihadistas también se llevó a cabo teniendo en cuenta el temor por "amenazas específicas y creíbles" de nuevos atentados en el aeropuerto y fuera del país.

El Pentágono informó este viernes de que el aeródromo de Kabul fue blanco del ataque de un suicida y no de dos, como inicialmente se había informado. El atentado supone un doble golpe. Por un lado, el grupo terrorista -también conocido por el acrónimo ISIS-K- busca minar la moral de unas potencias occidentales en retirada, forzándolas así a acelerar las maniobras para la evacuación de su personal. Por el otro, los integristas islámicos, enfrentados a los talibanes, boicotean las intenciones del nuevo régimen de una transición pacífica hacia el prometido gobierno "de inclusión".

Controlar el país

Los talibanes y las fuerzas aliadas acordaron darse el martes 31 de agosto como fecha límite para sacar a sus tropas, cuerpos diplomáticos, ciudadanos y colaboradores afganos del país. A partir del septiembre, los fundamentalistas pasarán a controlar el aeropuerto de Kabul y han prometido que seguirá operativo para vuelos comerciales. El aeródromo es y será una infraestructura estratégica clave, pues los talibanes no buscan cerrar su régimen al mundo, como hicieron durante su primera etapa en el poder, entre 1996 y 2001. Además, también servirá para la recepción de ayuda humanitaria y medicamentos. Hasta entonces, quedará en manos estadounidenses. "Seguiremos controlando el aeropuerto para asegurarnos que podemos ejecutar nuestras operaciones", ha explicado el general William Taylor.

Los talibanes dieron ayer un plazo de una semana a todos los exfuncionarios del gobierno depuesto de Kabul para entregar sus bienes y armas del servicio público, un gesto para empezar a consolidar la nueva administración. "Se informa a todos aquellos que tenga medios, armas, municiones y otros bienes del gobierno para que entreguen los objetos mencionados a los órganos pertinentes del Emirato Islámico (como llaman al país) en el plazo de una semana", aseguró en Twitter el principal portavoz de los talibanes, Zabihulla Mujahid. Los yihadistas han prometido un Gobierno en el que reunirán a líderes de todas las etnias y tribus del país.

Sin embargo, gobernar el país no será tarea fácil. Cientos de personas han salido este sábado a las calles de Kabul para protestar contra el cierre de los bancos y los mercados de cambios de divisa que lleva en vigor en la capital afgana por orden de los talibán desde hace 15 días. Esa decisión -tomada para evitar el desplome de la moneda afgana y la fuga masiva de capitales- ha llevado a la capital a atravesar un momento crítico de liquidez.

EEUU, en retirada

En estado de máxima alerta debido a las informaciones sobre amenazas contra sus tropas, Estados Unidos seguirá adelante con sus planes para culminar la evacuación y la retirada de sus soldados de Afganistán. Este sábado el ejército ha destruido Eagle Base (Base Águila), el último centro de operaciones avanzadas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el país y donde se entrenaba las fuerzas antiterroristas, un movimiento más para certificar su salida definitiva de una guerra que empezó hace casi dos décadas. Con la detonación se evitará que los talibanes se hagan con el control de información sensible, como ya hicieron con datos biométricos de colaboradores afganos y con otros detalles confidenciales encontrados en la abandonada embajada británica.

El Reino Unido ha dado por concluida este sábado una "angustiosa" evacuación de civiles que, como han apuntado las autoridades del país, se ha producido "en la fase más dura". Y es que el ejército británico ha cerrado su misión sin poder a alrededor un millar de afganos vinculados al país, cuyas vidas están ahora en peligro.

Washington ya ha evacuado unas 117.000 personas desde el 14 de agosto, un día antes de que los talibanes tomaran Kabul después de hacerse con el control de casi todas las provincias afganas, según un funcionario de la Casa Blanca. El Pentágono confirmó que hasta 6.800 personas han salido de Kabul en las últimas 24 horas, mientras otras 1.400 lo harán este sábado.