Retirada de Afganistán

La Embajada de España en Kabul avisó del peligro hace tres meses

El rastreo de españoles comenzó en junio, con una matrícula consular en la que faltaban residentes que no se habían inscrito

Embarque del segundo vuelo español sale de Kabul a Dubái con unos 110 afganos.

Embarque del segundo vuelo español sale de Kabul a Dubái con unos 110 afganos.

Juan José Fernández

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El mensaje con letra mayúscula "SE RECOMIENDA NO VIAJAR BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA A AFGANISTÁN" se ha quedado congelado desde el 10 de agosto en la página web de la Embajada de España en Afganistán. Ese martes, el personal de la legación ya no pudo actualizar: al embajador, Gabriel Ferrán, y a la segunda jefa de la legación les esperaba un coche conducido por un GEO de la Policía Nacional con destino al aeropuerto de Kabul.

"Se recomienda a los españoles que puedan encontrarse en este país que lo abandonen a la brevedad posible haciendo uso de los vuelos comerciales actualmente disponibles", dice todavía el mensaje. Ya no hay vuelos comerciales, solo militares, y solo cuando las fuerzas norteamericanas -6.000 soldados- y británicas -900- consiguen calmar los alrededores para permitir la sucesión de slots de salida, cada día más lenta y dificultosa.

Esa recomendación era la enésima. Desde junio pasado, el personal de la embajada se había embarcado en un rastreo de españoles, relatan fuentes diplomáticas, para advertirles de que la situación se deterioraba y de que no convenía estar allí cuando culminara la retirada del Ejército norteamericano del país.

Fue el 14 de abril cuando la OTAN decidió que Resolute Support (Apoyo Decidido), la última operación de la coalición internacional en Afganistán, acabaría el 11 de septiembre. Dos meses después, el derrumbe de las instituciones afganas empezaba a hacerse evidente.

Pequeña colonia

La colonia española en el país no era numerosa: medio centenar, en su mayoría hombres. No hay una contabilidad exacta, porque "no todo el mundo cumple con el trámite" -obligatorio pero de incumplimiento no sancionable- de apuntarse en el Registro de Matrícula Consular, relatan las mismas fuentes. Y ese archivo puede ser más que útil en momentos de tribulación. Se inscribe en él el nombre del residente, su teléfono, su domicilio... datos esenciales que en varios casos de residentes les faltaban a Ferrán y su gente.

"Por suerte no eran muchos", cuentan las fuentes consultadas. No todos llevaban seis meses viviendo en el país, el plazo en el que se hace preceptivo matricularse. La mayoría de los españoles eran empleados de organizaciones internacionales y de varias multinacionales, dos de ellas españolas. No fue necesaria mucha persuasión. La proximidad de una situación peligrosa era comentario habitual en la comunidad de expatriados de diversos países. Pronto casi la mitad de los españoles habían salido por sus propios medios en vuelos comerciales.

Gabriel Ferrán, embajador en funciones de España en Afganistán

Gabriel Ferrán, embajador en funciones de España en Afganistán. / El Periódico

Por 'e-mail', por teléfono o con mensajes en la web, la embajada iba avisando a los más remisos. Tres de ellos dejaron de coger el móvil a finales de julio, y devolvieron la llamada desde el aeropuerto, a punto de embarcar. "SE RECUERDA QUE EXISTE UN SERIO RIESGO EN TODO EL PAÍS DE QUE SE PRODUZCAN ATENTADOS Y SECUESTROS", insistía la legación en un mensaje renovado tres veces desde junio. "Se pueden producir manifestaciones o alteraciones del orden público en cualquier momento, pero, sobre todo, ataques con bombas y ataques suicidas, especialmente en lugares públicos, edificios gubernamentales, sedes de organizaciones internacionales y de ONGs y hoteles", advertía.

El rastreo y la repetición de llamadas y correos "hizo efecto". "Estamos satisfechos. No fue clarividencia, es que la situación iba empeorando", dicen en Exteriores. Cuando ya era irreversible, con los talibanes disparando al aire en los alrededores del aeródromo Hamid Karzai, en Afganistán solo quedaban cinco españoles. Dos son personas con doble nacionalidad; con ellas llegaron tres más a Torrejón de Ardoz a las cuatro y media de la madrugada del 19 de agosto en un avión militar: un padre que ya no es de mediana edad, una mujer con velo negro y una hija con cansancio y tristeza en sus rostros y ninguna maleta en la panza de la aeronave.

Los últimos de Kabul

Gabriel Ferrán Carrión, madrileño de 60 años, diplomático de carrera, ya había sido cesado como embajador de España en la República Islámica de Afganistán cuando la situación en ese país no tenía retorno. El 4 de agosto publicó el BOE su sustitución por Ricardo Losa, diplomático casi coetáneo, que ha sido subdirector general para el Pacífico, Sureste Asiático y Filipinas, y que de momento no podrá ejercer. Pero Ferrán apenas tuvo tiempo de recoger bártulos.

Policías y militares españoles reciben refugiados en el aeropuerto de Kabul, en una imagen difundida este sábado por el Ministerio de Defensa.

Policías y militares españoles reciben refugiados en el aeropuerto de Kabul, en una imagen difundida este sábado por el Ministerio de Defensa. / Ministerio de Defensa

Antes de verse organizando la evacuación de colaboradores de España en el aeropuerto de Kabul, Ferrán pasó por las embajadas del Líbano, Malasia, Costa Rica y Marruecos, y había asesorado a la Secretaría de Estado de Seguridad y a la Subsecretaría de Exteriores, dirigiendo la Obra Pía de los Santos Lugares, vieja institución ministerial que se dedica a la preservación de la presencia histórica de España en lo que fue "Tierra Santa".

Su actual destino es mucho menos apacible. En el final de su primer puesto como embajador asiste Ferrán a la trágica huida de los afganos. La primera semana de drama la ha pasado con la sola ayuda de Paula Sánchez, diplomática joven, segunda jefa de la embajada. Exteriores decidió el día 19 enviar a otros dos diplomáticos de refuerzo para ayudar en la evacuación.

Serán los últimos en salir, prometió el ministro José Manuel Albares. Ellos y los 17 policías del Grupo Especial de Operaciones y de las Unidades de Intervención Policial que custodiaban la embajada, y que van a recibir refuerzos. "Cuando se estime conveniente, todos ellos retornarán a España a la vez", han indicado fuentes de la Dirección General de la Policía.

A esos agentes les corresponde ahora el rastreo. Localizan a colaboradores de las misiones españolas, salen de la burbuja a buscarlos y los custodian hasta un punto de intercambio donde soldados del batallón CIMIC (Cooperación Cívico Militar del Ejército de Tierra) y del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (Ejército del Aire) reciben y embarcan en el avión a los evacuables de la lista de España -hasta 500, si lo consiguen- y a los de las listas de otros países de la Unión Europea. El total de militares enviados a la zona para la evacuación, según confirmó Defensa este sábado, es de 110, entre los desplegados en la base aérea dubaití de Al Minhad y los que trabajan en el aeropuerto de Kabul.

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