Vuelos preparados

Personal de cuatro ministerios prepara la evacuación de Afganistán de españoles y afganos

Colaboradores locales en proyectos de cooperación y con las fuerzas militares españolas podrían recibir asilo político

Población afgana en Kabul

Población afgana en Kabul / STRINGER

Juan José Fernández

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El Estado Mayor de la Defensa (EMAD) trabaja en la preparación de la logística para una evacuación rápida de españoles y de afganos que colaboraron con las fuerzas militares españolas desplegadas en Afganistán, confirman a EL PERIÓDICO fuentes de ese organismo militar.

El EMAD planifica la operación integrado en un grupo de trabajo constituido por el Gobierno en el que, bajo liderazgo de Exteriores, se coordina personal del Ministerio de Defensa, del Ministerio del Interior y también del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. En la noche de este domingo, Exteriores y Defensa han emitido un breve comunicado para anunciar que este lunes saldrán dos aviones A400 desde España y aterrizarán en Dubai en lo que se considera "primera fase" de la repatriación del personal de la embajada y de los españoles que quedan en Afganistán, así como de "todos aquellos afganos y sus familias que durante años han colaborado con nuestro país", dice la nota.

El objetivo, según fuentes militares consultadas, es repatriar al personal de la embajada y a media docena de españoles residentes en el país, además de organizar la salida de un número no determinado de colaboradores locales y sus familias más cercanas a través del aeropuerto de Kabul, mientras este no esté bajo control de la insurgencia talibán, que ya está en parte de la ciudad y sus alrededores.

Defensa no da detalles concretos del operativo, como su número de integrantes y sus destinos, “por motivos de seguridad”, dice una de las fuentes consultadas.

El grupo de evacuados podría ascender a varios centenares, ha informado Efe de fuentes de Exteriores. Están seguro entre los evacuables todo el personal de la embajada, una decena de trabajadores de la legación y el personal de seguridad, dependiente de Interior.

Otras fuentes militares indican que la evacuación es “inminente” y que, en un primer estadio, no necesariamente todo el grupo aterrizará en España.

Inquietud militar

La confirmación por parte del Gobierno de la evacuación en marcha da respuesta a la inquietud que durante toda la semana han vivido, y aún viven, cientos de militares, personal de inteligencia y diplomáticos que trabajaron en misiones en Afganistán desde que, en enero de 2002, España se incorporó al despliegue internacional en el país para luchar allí contra el terrorismo yihadista. Fue primero en la misión Libertad Duradera, tras los atentados del 11-S, después en el operativo de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) y por ultimo en la operación Apoyo Decisivo, siempre bajo liderazgo internacional de Estados Unidos.

“Llegamos a hablar de pagar a escote el avión aunque fuera, pagar entre todos los pasajes para sacar a los amigos de allí”, relata desde Alicante un mando de unidades de Operaciones Especiales que participó en varios relevos afganos y choques con la insurgencia talibán. “No son muchos más que las personas que pueden venir un par de pateras una noche cualquiera; es perfectamente asumible por España, y una cuestión de honor: no se puede dejar colgados a quienes nos echaron una mano”, opina.

Su grupo de compañeros y compañeras de otras unidades del Ejército comentaban durante toda la semana el avance talibán con preocupación. Y según iba pasando el tiempo, “veíamos que se podía complicar una operación de extracción si hubiera sido necesario ir allí a por ellos, porque estaban avanzando muy deprisa y caían Herat y Badghis”, cuenta en relación con las dos provincias donde estuvo el grueso del despliegue español.

“Había que traerlos, aunque fuera con una visa de turistas, y luego ya veríamos cómo tramitábamos su estatus de refugiados, porque son claramente refugiados con su vida en peligro y se les tendría que dar asilo político… Pero sobre todo había que darse prisa”, subraya este veterano de Afganistán.

Los traductores, con más riesgo

Cientos de trabajadores locales de la limpieza, restauración y mantenimiento fueron asalariados de las instalaciones militares españolas en Herat, Quala-e-Naw y Kabul, pero las fuentes militares consultadas creen que, de entre todos los colaboradores que tuvo España en la acción contra los talibán, son las y los intérpretes y guías quienes corren más riesgo de venganzas de los integristas. La mayoría de ellos traducían del pastún al inglés, pero hay algunos con alta preparación académica y que dominan el español. “Nos acompañaban a negociaciones políticas con distintas facciones y señores de la guerra, y ellos les veían la cara”, explica una de estas fuentes.

Un soldado de Operaciones Especiales es recibido por familiares en la base aérea de Torrejón (Madrid) en el retorno del último contingente español de Afganistán, el pasado 13 de mayo.

Un soldado de Operaciones Especiales es recibido por familiares en la base aérea de Torrejón (Madrid) en el retorno del último contingente español de Afganistán, el pasado 13 de mayo. / M Defensa

El general de división en la reserva Jaime Íñiguez, ex jefe del Mando Conjunto de Operaciones Especiales y asesor de esa especialidad para la OTAN, cree que el trabajo de los colaboradores afganos fue clave. “Sin ellos la misión no se habría desarrollado igual, en absoluto –explica a EL PERIÓDICO- Cuando uno va a estos lugares intenta aprender lo básico del idioma, pero es imposible trabajar allí sin los intérpretes, los trabajadores locales… y las mujeres que han colaborado. España tiene un compromiso con ese personal, y hasta donde yo sé lo están intentando solucionar. Que yo sepa, no se les va a dejar. Hace dos años ya había un interés enorme del Estado Mayor de la Defensa de sacar a personal que había colaborado con los españoles, porque se sabía que son personas que podrían tener muchos problemas cuando se fuera el contingente español. Y me consta que hay un esfuerzo sincero en sacarlos de allí”.

El pasado 13 de mayo, cuando el Rey, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, recibieron al último contingente español que volvía de Kabul, además de los 24 militares del grupo venían en el avión dos traductores locales. Otro traductor evacuado anteriormente ha pedido reiteradamente, y todavía sin resultado, traerse a España a famliares, relatan fuentes militares.

Para esta evacuación, “no es tanto un problema de traerlos a España como de sacarlos por lo menos de la zona conflictiva. Y ver dónde quieren ir, y de dónde se les puede colocar”, explica el general Íñiguez. “El problema de la parte táctica de la extracción puede ser el llegar tarde porque los talibán hayan ido más deprisa. Pero si están en Kabul es menos problemático”, calcula.

Mujeres en peligro

Iñaki Unibaso, subteniente del Ejército de Tierra y secretario general de la Asociación Unificada de Militares (AUME), no estuvo de misión en Afganistán, pero participa también de la inquietud de sus compañeros por la situación en la que quedan los ayudantes locales que contrató el Ejército en la zona. Algunos de los miembros del cuadro de colaboradores de la asociación, mujeres incluidas, formaron parte de los contingentes españoles desplegados por ISAF. "Esperábamos que Defensa percibiera la importancia que tiene que no dejemos solos a los colaboradores del Ejército en Afganistán, y del mensaje peligroso que estaríamos dando a todo el mundo si no se les ayudara a ellos y a sus familias", dice a EL PERIÓDICO, en referencia a la desconfianza que, en futuras misiones, podría suscitar una coalición occidental entre la población del país de despliegue.

En la AUME subrayan que traductores y guías afganos fueron "una ayuda imprescindible, una colaboración esencial para la vida de nuestros militares allí".

Varias mujeres soldado,  suboficiales y oficiales de la AUME observaban estos días también con preocupación los acontecimientos. Un grupo de mujeres afganas ayudó en labores médicas, y también sociales e incluso educativas, en el despliegue español, y entabló relaciones de amistad con las españolas. Sin las afganas, los sanitarios del Ejército no habrían podido recibir la confianza de la población femenina local. “Consideran que ellas quedarían ahora allí en doble peligro, como colaboradoras de Occidente y como mujeres, si no se las ayuda”, explica Unibaso.

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