Bolsonaro y el juego de la amenaza permanente

El líder ultraderechista no deja de tensar la cuerda e invoca el respaldo ilimitado de los militares a su gestión

El presidente brasileño está siendo investigado por dos de las principales instancias judiciales del país

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bolsonaro / Adriano Machado / Reuters

Abel Gilbert

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"¿A quién quieren intimidar?". Jair Bolsonaro redobló su apuesta de bravucón después de una semana de sucesivos tropezones. El líder ultraderechista brasileño no acepta más límites que los de su propia verborrea. La pregunta que lanzó de modo pendenciero el último jueves suscitó otros interrogantes en Brasil: ¿hasta dónde tensará la cuerda el capitán retirado en un momento en que decrecen sus probabilidades de ser reelegido y se mantiene latente la amenaza del juicio político?

Bolsonaro sufrió una sonora derrota en la Cámara de Diputados. El proyecto que buscaba erradicar el voto electrónico, vigente desde 1996, no contó con los avales suficientes para ser debatido. El presidente había hecho una encendida defensa del retorno de la papeleta, al punto de amenazar al mejor estilo de Donald Trump con la suspensión de las elecciones presidenciales de octubre de 2022, que afronta desde una posición desfavorable. Para presionar a los legisladores llegó a promover un desfile militar en las inmediaciones del Congreso. Los simpatizantes del Gobierno saludaron el paso de los vehículos blindados con consignas favorables a una intervención castrense en los asuntos de la República.

La bravata provoca por ahora el efecto contrario. Días después, el magistrado del Tribunal Supremo, Alexandre de Moraes, aceptó una petición del Tribunal Superior Electoral (TSE) para que se investigue a Bolsonaro por la supuesta filtración de datos sensibles sobre la actuación de la policía federal contra el presunto ataque de unos hackers contra el sistema informático electoral en 2018. El presidente ya es objeto de otra investigación del TSE por propagar fake news sobre fraudes en las urnas electrónicas.

Algunos analistas creen que las decisiones de los tribunales están destinadas a minar las posibilidades del capitán retirado de mantenerse en la presidencia más allá del año venidero. Nadie espera por ahora sentencias en su contra, motivo por el cual se considera poco probable que Bolsonaro abandone su actitud altisonante. De hecho, lo primero que hizo al conocer la resolución del TSE fue reivindicar el "poder moderador" de las Fuerzas Armadas. A su vez dijo tener la certeza de que cuenta con el apoyo de los uniformados para tomar medidas "por el bien de la nación" para "garantizar nuestra libertad".

Gobernanza con los militares

Brasil, reiteró, tiene por primera vez un Gobierno "que cree en Dios, respeta a los militares, defiende a la familia y le debe lealtad a su pueblo". Bolsonaro no ha dudado en cogobernar en la práctica con la institución castrense. Más de 6.000 hombres de uniforme han asumido cargos de importancia, entre ellos ministerios, agencias reguladoras y empresas estatales. Hasta se ocuparon, de un modo desastroso, del combate contra el covid-19 que ha matado a cerca de 570.000 personas. La política sanitaria está en estos momento siendo investigada por una comisión parlamentaria. La correlación de fuerzas puede abrir en cualquier momento el camino del impechment de Bolsonaro.

Por ahora, el presidente ha alejado ese horizonte con la compra de voluntades de políticos centristas. Pero su principal escudo, insiste, son los militares. "Se refiere a ellos como si fueran su propiedad", señaló la revista Carta Capital. Miriam Leitão, columnista del diario carioca O Globo, sostiene sin embargo que el frente castrense no lo respalda de manera unánime. "Personal militar activo y enfocado en su rol institucional denuncia a interlocutores que se sienten acosados por el presidente para participar en actos que dan la impresión de que las Fuerzas Armadas lo apoyarán en su proyecto político".

El factor Lula

La trama política no estaría completa sin Luiz Inacio Lula da Silva. El líder del Partido de los Trabajadores (PT), favorito en las encuestas de cara a las próximas presidenciales, disputa una sigilosa partida de ajedrez de cara a 2022. De un lado, advierten algunos analistas, se ve obligado a mostrar intransigencia frente al capitán retirado. Pero, a la vez, tiende puentes con los sectores moderados e intenta abrir oportunidades de diálogo con sectores castrenses a través de emisarios como el ex ministro de Defensa, Nelson Jobim. Por el momento, según publica O Globo, no ha obtenido los resultados esperados. "Hay muchos que dicen hoy que el rechazo al PT entre los militares es mucho mayor que el respaldo a Bolsonaro". Esa es la carta que se guarda el presidente para futuras tempestades.