Crisis ambiental
El río Paraná se seca por el cambio climático y la deforestación
El caudal histórico, de 16.000 metros cúbicos por segundo, ha llegado a un mínimo desconocido hace 77 años que suscita imágenes apocalípticas.
Brasil ha perdido el 8% de sus bosques y selvas de la Amazonía y el Pantanal durante las dos últimas décadas, 30 millones de hectáreas
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
El futuro ha llegado y eriza, debió pensar la mujer que atravesó a pie una de las zonas más caudalosas del río Paraná, el segundo más grande de Suramérica, detrás del Amazonas. "Estamos caminando sobre el lecho. Es realmente muy triste", dijo mientras abandonaba la costa de la ciudad de Montecarlo, en la provincia argentina de Misiones, y apuntaba con la cámara de su teléfono celular hacia las costas de la ciudad de San Marcos, en Paraguay.
El Paraná nace en Brasil, pasa por tierras paraguayas y recorre miles de kilómetros del territorio argentino hasta desembocar en el Río de la Plata. Su caudal histórico, de 16.000 metros cúbicos por segundo, ha llegado a un mínimo desconocido hace 77 años que suscita imágenes apocalípticas. Los especialistas sabían que esto podía llegar a suceder como consecuencia de la deforestación de la Amazonia. La situación golpea a todas las provincias argentinas de la cuenca del Paraná: Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires. El Gobierno del presidente Alberto Fernández ha decretado la emergencia hídrica por 180 días.
De acuerdo con el portal de Periodistas por el Planeta, algunos científicos estiman que esta puede ser la "nueva normalidad" del Paraná que trae la crisis climática. Los cambios en el usufructo del suelo permiten entender en parte "las razones por las cuáles el río muestra un comportamiento pocas veces visto o registrado: lo que antes era selva, monte, pantano o pastizal se ha reconvertido en las dos últimas décadas en tierras aptas para el desarrollo agropecuario".
La deforestación ha modificado la morfología de la región. El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) da cuenta de que el gigante suramericano ha perdido el 8% de sus bosques y selvas de la Amazonía y el Pantanal durante las dos últimas décadas: se trata de 30 millones de hectáreas. Paraguay experimenta un problema similar: el agronegocio ha devorado seis millones de hectáreas desde que comenzó el nuevo siglo. En cuanto a Argentina, la pérdida es de 12 millones de hectáreas. Graciela Klekailo, doctora en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), estima que se ha alterado la capacidad del delta del Paraná de resistir y mitigar los fenómenos extremos como las inundaciones y las bajantes pronunciadas. La destrucción de los humedales, las urbanizaciones, las obras de dragado y la expansión del agronegocio dejan su marca indeleble.
Desastre natural
El Instituto Nacional del Agua (INA) ha advertido que la tendencia descendente del río se mantendrá al menos hasta cerca de fin de año. La bajante del Paraná hace peligrar la provisión de agua potable, en cantidad y calidad, así como el riego de los cultivos, a la vez que amenaza la fauna ictícola. "No es un castigo divino: el origen es socioambiental, está asociado a un modo de producción y consumo", dijo el viceministro de Ambiente, Sergio Federovisky, al diario Página 12. El "desastre natural", como lo calificó el funcionario, obliga a la represa de Yacyretá, la principal proveedora de energía del país, a operar al 50% de su capacidad. La ciudad bonaerense de Zárate se ha visto obligada a garantizar la disponibilidad de agua de la central nuclear de Atucha en condiciones extraordinarias. Las termoeléctricas de la zona también pueden enfrentar inminentes problemas de funcionamiento.
"El problema ambiental es multicausal. Sobre este escenario se montan 'acciones' productivas que potencian negativamente ese fenómeno: se ha dicho hasta el hartazgo que los humedales funcionan como esponjas. Bueno, para decirlo brutalmente, esas esponjas desaparecieron", recordó Federovisky. Las cooperativas de pesca artesanal fluvial pusieron en escena esa advertencia cuando ofrecieron frente al Congreso sus productos a precios populares. El "pescadazo" buscó hacer visible la emergencia del sector, hija de los incendios y de la bajante del Paraná.
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