Incendio en la isla griega de Euba: "Estamos solos. Nuestro fin está cerca"

El fuego no da tregua en Grecia y todavía hay muchos frente activos. Uno de los que preocupa más a las autoridades es el de la isla de Euba, la segunda más grande del país. Los miles de habitantes desesperados de la isla en llamas observan como "muertos vivientes" el fuego que consume sus pueblos y bosques, en el décimo segundo día de la ola de incendios que azota al país heleno. "El fuego no está bajo control", ha dicho a la televisión Skai TV el alcalde de la localidad de Mantoudi, una comuna de esta isla montañosa, cubierta de pinos y que acoge tradicionalmente los veranos a turistas griegos y extranjeros.

Los bomberos intentan evitar por todos los medios que el foco se acerque al centro de la isla en lo que supondría una auténtica "catástrofe", según el gobernador de la región de Grecia Central, Fanis Spanos. Cerca de 500 bomberos trabajan sin descanso en un intento por controlar las llama, entre ellos 200 que han llegado de Ucrania y Rumania, apoyados por siete aviones y helicópteros.

El frente norte de las llamas ha rodeado las poblaciones de Galatsona, Ellinika y Agriovotano, entre nuevas consignas de evacuación para las localidades de Gouves, Artemisio, Kastri, Vouliki y Pefki, cuyos ciudadanos han recibido la orden de dirigirse inmediatamente al puerto de Istiaia para ser trasladados al continente. Alrededor de 2.000 habitantes ya han sido evacuados y realojados en hoteles. Los ferris y los barcos militares están en alerta por si es necesario llevar a cabo más evacuaciones por mar. Los equipos de rescate han atendido a 350 vecinos que se habían refugiado en la playa de la localidad de Pefki.

Medios insuficientes

Las operaciones de los bomberos continúan pero con pocos resultados en las últimas horas. "Los frentes no terminan. Todos los pueblos son un frente. El fuego se está extendiendo a otros lugares. El fuego no se combate con excavadoras", se lamenta Angelos Misirlis, teniente de alcalde encargado de protección civil en el municipio de Istiaia.

"Hemos vivido incendios en el pasado, pero esta situación nunca la habíamos visto antes", afirma, por su lado, Nikos Papaioannou, un vecino de Gouves. El principal frente del incendio abarca unos 30 kilómetros de largo, según las autoridades. "Es demasiado grande. Hemos intentado salvar el pueblo (de Gouves) pero los medios han sido insuficientes", explica Papaioannou. "Es dramático, todos vamos a acabar en el mar".

"Los efectivos no son suficientes", denuncia Giorgos Kelaïtzidis, el vicegobernador de Euba. Según sus datos, las llamas han devorado 35.000 hectáreas de terreno y centenares de casas. "Estamos librando un combate titánico y tardaremos mucho tiempo en la reconstrucción".

Euba está ahora mismo partida en dos por las llamas. "Estamos solos. Nuestro fin está cerca", proclamó el alcalde Istiaia, Giannis Kotzias, a la cadena estatal griega Skai. Este domingo, y por vez primera desde la declaración de los incendios, ha aparecido apoyo aéreo para auxiliar a los bomberos. "No podemos estar en todas partes", ha lamentado uno de los efectivos a la misma cadena.

"Estamos abandonados"

Las llamas avanzaba esta mañana hacia Istiaia, devorando casas y bosques de pinos. "40.000 personas viviremos como muertos vivientes estos próximos años por la destrucción de la región", dice Iraklis, uno de los vecinos. "Durante los próximo cuarenta años no habrá trabajo y en el invierno será más duro porque no tendremos los bosques para protegernos del frío" advierte Yannis Selimis, vecino de Gouves. "El Estado está ausente. Si la gente se va, los pueblos arderán (...) Estamos abandonados de la manos de Dios", se queja.

En el Peloponeso, los principales frentes de las regiones de Mani, Ilia y Messinia, donde varios pueblos fueron evacuados el sábado, siguen activos este domingo. Más de 56.000 hectáreas han sido devastadas en los últimos 10 días en Grecia, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS). Unas 1.700 hectáreas se quemaron de promedio durante el mismo período de tiempo entre 2008 y 2020, lo que da cuenta de la dimensión de la catástrofe.