Dependencia exterior de la UE en microchips

La Comisión Europea propone doblar la capacidad de producción de la Unión Europea (UE) de semiconductores de cara al 2030 para corregir su actual debilidad tecnológica estratégica y su retraso respecto a EEUU, Corea del Sur y Taiwán. Pero la falta de concreción en las ayudas contrasta con los planes multimillonarios de sus rivales

 

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Eliseo Oliveras

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Las paralizaciones de las cadenas de montaje de automóviles por la falta de microchips, que se han ido sucediendo este año en la Unión Europea (UE), revela la enorme dependencia exterior de este componente tecnológico esencial para el futuro económico del continente y su soberanía estratégica. La UE producía en 1990 el 44% de los microchips mundiales. Actualmente, sólo produce el 9%, lamenta el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton. La industria europea de chips también ya sólo produce el 54% de sus componentes, cuando en 2012 aún era el 70%. La cancillera alemana, Angela Merkel, señaló que "no es normal que la UE no sea capaz de producir sus propios microchips".Un nuevo modelo de automóvil puede requerir más de 3.000 microchips y la electrónica representa más del 40% del coste de su fabricación, según un informe de la consultora Deloitte.

Ante la elevada inversión requerida para fabricar microchips cada vez más pequeños y el reducido margen de beneficios en la producción, las firmas europeas deslocalizaron o subcontrataron la producción en Taiwán (TSMC) y Corea del Sur (Samsung), conservando en Europa las actividades más rentables de diseño. Debido a las reglas restrictivas de la UE, las compañías europeas tuvieron un respaldo gubernamental muy inferior al de las de EEUU, Japón, Taiwán, Corea del Sur o ahora China. Algunas empresas europeas aún mantienen una parte de su producción en la UE para sectores industriales y automóviles, pero no son chips de última generación, indica un informe del thinktank Bruegel.

Veto regulador chino

Los principales industrias del sector en la UE son: Global Foundries (Alemania) STMicroelectronics (Francia-Italia, pero con la sede central en Ginebra, Suiza), Bosch (Alemania), Infineon (Alemania) y NXP (Holanda). Esta última estuvo a punto de ser adquirida en 2018 por la norteamericana Qualcomm, con la bendición de la Comisión Europea. La operación fracasó por el veto del regulador chino, que temía que EEUU privara a China del acceso a los chips de NXP, claves para automóviles, identificaciones de seguridad, radio frecuencia, energía y redes.

EEUU ya veta a las firmas chinas el acceso a productos que incorporan al menos un 25% de copyright norteamericano. La UE denuncia que esto perjudica a sus compañías, porque Washington concede permisos a las firmas de chips norteamericanas para vender a las empresas chinas, mientras las europeas que dependen de licencias quedan excluidas del mercado chino que representa el 50% de las ventas mundiales de chips.

Las paradas de la producción en Asia por la pandemia y la acumulación masiva de microchips por parte de China ante la guerra fría de Washington han contribuido a la actual penuria de suministros, que podría prolongarse hasta 2023. Esta falta de microchips recortó la producción de automóviles el 18,9% en el primer trimestre de este año en la eurozona.

Ayudas públicas

La Comisión Europea ha propuesto doblar la capacidad producción de microchips de la UE para que representen el 20% del mercado mundial en 2030, mediante ayudas publicas y una alianza industrial. La Comisión Europea también aspira a que la UE fabrique en 2030 los microchips de última generación de nodos por debajo los 5 nanómetros.

De las firmas europeas, sólo Global Foundries y STMicroelectronics tienen fábricas propias capaces de producir chips, pero sus modelos están varias generaciones por detrás de los de EEUU, Taiwan y Corea del Sur, que fabrican chips de nodos de 10 nanómetros o menos, precisa el informe Bruegel. Los últimos modelos de smartphones usan chips de nodos de 5 nanómetros, pero sólo la coreana Samsung y la taiwanesa TSMC son capaces de fabricarlos. La Comisión Europea reconoce que la UE carece de fábricas capaces de producir por debajo los 22 nanómetros, que se requiere en los chips de computación y memoria.

El plan de la UE genera escepticismo en el sector, dada la falta de concreción de las ayudas, que contrasta con los 43.000 millones de euros del plan norteamericano de apoyo a su sector de semiconductores, los 67.000 millones de euros de ayuda coreana y los 144.000 millones de euros del plan de China hasta 2024.

La Comisión Europea estima que diseñar y desarrollar un nuevo microchip de vanguardia requiere 1.000 millones y que una nueva planta para fabricarlo supone una inversión inicial de 20.000 millones. Intel (EEUU) ha ofrecido invertir en una nueva factoría en la UE y doblar su capacidad de producción en su planta de Leixlip (Irlanda), pero reclama una subvención del 40% de la inversión.

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