Una hipótesis recuperada

China no quiere que la OMS investigue el origen del covid en los laboratorios de Wuhan

Tilda de "sin sentido" la hipótesis de que el virus haya escapado de una instalación

Instituto de Virología de Wuhan

Instituto de Virología de Wuhan / REUTERS / Thomas Peter

Adrián Foncillas

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La teoría del laboratorio ha agotado el temple chino. “Un desprecio a la ciencia”, han bramado este jueves sus autoridades sanitarias al anunciar que no colaborarán con la segunda fase de investigación de la Organización Mundial de la Salud. Esta preveía la “auditoría de laboratorios relevantes e instituciones de investigación que operaban en el área cuando se identificaron las primeras transmisiones humanas en diciembre de 2019”. Alude al célebre laboratorio de Wuhan, separado apenas por unos kilómetros del mercado de Huanan. Es seguro que la negativa alimentará las teorías conspiranoicas pero a China le ha podido el hastío.  

Zeng Yixin, viceministro de la Comisión Nacional de Salud, ha recordado las conclusiones de la comisión internacional de expertos que visitó el laboratorio a principios de año y la mayoritaria opinión del gremio científico global que apunta al origen zoonótico. “¿De donde viene la teoría que apunta a la violación de los protocolos del laboratorio? La fase segunda no sólo le falta el respeto al sentido común sino a la ciencia. De ninguna manera lo aceptaremos”, ha sentado. La investigación, ha continuado, debería abandonar hipótesis ya descartadas y centrarse en los casos detectados en el mundo con anterioridad al brote de Wuhan. El director del Laboratorio de Bioseguridad Nacional del Instituto de Virología de Wuhan, Yuan Zhiming, ha aludido a las informaciones periodísticas “nacidas de la nada”. 

El laboratorio subrayó las diferencias entre Pekín y Washington. Donald Trump pasó de elogiar la respuesta de China a demonizarla en cuanto se le amontonaron los cadáveres y las críticas. Acusó a China de crear el virus y prometió pruebas que nunca llegaron a pesar de que fuentes anónimas de la CIA revelaron al diario New York Times que sufrieron las mismas presiones para apuntalar la teoría del laboratorio que para encontrar armas de destrucción masiva de Irak. Biden aparcó la tesis pero la recuperó meses atrás a la vista de “nuevas evidencias”: el enésimo informe de sus servicios de inteligencia filtrado a la prensa que aseguraba que tres trabajadores del laboratorio habían enfermado un mes antes del estallido. No aclaró cómo obtuvieron la información de un laboratorio ultrasecreto, cuáles eran sus síntomas ni, en caso de que fuera coronavirus, por qué no hubo contagios masivos entre enfermos y personal hospitalario cuando aún no había protocolos de seguridad. Pero bastó para que regresara la teoría.  

Primer estudio

Un equipo de la ONU juzgó en febrero, tras un estudio de campo en China que incluyó el laboratorio, que el salto de una especie a otra era el escenario más verosímil. La del laboratorio, añadió, era el más improbable de los cuatro estudiados y recomendaba jubilarlo. Pero las dudas entre parte de la comunidad científica continuaban porque la delegación no había contado con la información en bruto de las primeras infecciones. El director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Ghebreyesus, secundó sus quejas tras haber sido tildado durante meses de títere de Pekín y calificó las conclusiones de “precipitadas”. Recientemente pidió a China que “sea más transparente y abierta a la cooperación”.  

Algunas voces científicas sostienen que, mientras no se sepa con certeza cómo surgió el virus, todas las teorías merecen ser investigadas, incluida la del laboratorio. La comprensible petición no es incompatible con el abrumador quorum del gremio sobre el origen zoonótico de la pandemia del que también participan Anthony Fauci, epidemiólogo jefe de la Casa Blanca, y Francis Collins, director del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. Dos docenas de reputados científicos firmaban la semana pasada una carta en la revista The Lancet recordando que las “conjeturas no ayudan ni facilitan el acceso a la información ni los juicios objetivos”. Las evidencias más poderosas y contrastadas, añadían, apuntan a que el virus surgió de la naturaleza, mientras las sospechas sobre el laboratorio “siguen careciendo de pruebas científicamente validadas en publicaciones revisadas por colegas”.  

China se ha defendido de las acusaciones de opacidad y prometido cooperación. La oferta, ha añadido, no se extiende a investigaciones que entiende más políticas que científicas y que empiezan con las conclusiones ya escritas.