Legislación ambigua

El consumo de marihuana en México se queda en un limbo

El Tribunal Supremo declara inconstitucionales varios artículos de la ley de salud que prohíben el uso del cannabis después de que el Senado rehusase aprobar una norma para regular el consumo

Activistas y expertos critican que la sentencia del Alto Tribunal no deja sin efectos las detenciones y procesos penales en contra de los usuarios por posesión

México marihuana

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Juan Carlos Espinosa

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Una tos súbita termina en sonrisa. A unos metros del Senado mexicano, Gustavo coge su porro y da un segundo golpe. Hasta hace poco, la escena habría parecido una actividad legal en México. El Congreso quedó a un paso de aprobar la regulación del cannabis, y muchos como Gustavo sintieron que por fin llegaría el día. Pero no fue así. “No me sorprende”, dice recostado en una valla de metal. El Tribunal Supremo mexicano declaró inconstitucionales las leyes que prohíben el uso de marihuana. Lo hizo después de que los legisladores rechazaran una normativa que tenía como objeto regular el consumo. Un escenario de fuerte confusión que deja a los consumidores en un limbo administrativo.

Técnicamente, cualquier persona mayor de edad puede consumir cannabis gracias a la sentencia del Supremo. Pero con restricciones inasumibles, como importar semillas desde el extranjero por 140.000 pesos (5.833 euros), tramitar un permiso sujeto a un engorroso proceso burocrático o correr el riesgo de ser detenido por portar más de 5 gramos, el límite que marca el Código Penal.  Esto último ha sido duramente criticado por activistas y oenegés, por dejar a la intemperie a los usuarios.

Gustavo lo vivió en carne propia. Ya ha perdido la cuenta de las veces que lo ha detenido la policía. "Los agentes te ven, sospechan y te agarran. Luego quieren cobrar una mordida. Es todo corrupción”, cuenta.

Orlando Pacheco, de 35 años, también pasó el mal trago de presentarse ante un juez por tener más de los 5 gramos. “Si los policías te ven cholo (miembro de pandilla y con ropa suelta), es un estigma”, cuenta el activista del Club Canábico Xochipilli, mientras se toca sus largos rizos negros y su barba. Pacheco, al que sus amigos llaman Ted, ya veía venir el embrollo legal desde hace tiempo.

Cambios en las leyes

En 2018, el Alto Tribunal decidió que la prohibición atenta contra el libre desarrollo del individuo. Y le dio un año al Congreso —con un sistema bicameral similar al de Estados Unidos— para que hiciese cambios en las leyes. Los legisladores, lejos de tomar nota, pidieron tres prórrogas desde entonces. La última venció el 30 de abril de 2021. Los senadores se negaron a discutir en el pleno el dictamen que aprobaron los diputados en marzo. Esto llevó al Supremo a declarar la inconstitucionalidad. 

Lo que significa la declaratoria es que la marihuana es legal. Pero sin reglas claras, algo que dará pie a muchas interpretaciones. Ahora con el fallo, el regulador de medicamentos Cofepris tendría que entregar directamente permisos de consumo a los usuarios. 

Vista interior del campamento Plantón 420 en Ciudad de México.

Vista interior del campamento Plantón 420 en Ciudad de México. / JUAN CARLOS ESPINOSA

Eso en teoría, pero la práctica deja mucho que desear, según Frida Ibarra, directora de incidencia de la organización México Unido Contra la Delincuencia. Ibarra cree que el organismo no estará por la labor: “Cofepris ha hecho una estrategia burocrática para no dar respuesta a las autorizaciones”.  Desde el organismo rechazan estas acusaciones y aseguran que “como autoridad regulatoria nacional no toma decisiones discrecionales y respeta los marcos regulatorios”.

A unos metros, detrás de la valla donde descansa Gustavo, está el Plantón 420, un campamento frente al Senado que se instaló ahí hace poco más de un año. Un breve recorrido genera la impresión de estar en un jardín botánico de marihuana. Los 20 activistas ya han cosechado sus propias victorias legales. Tras recibir una notificación para ser desalojados, promovieron un recurso de amparo que ganaron. El juez interpretó que el desahucio habría vulnerado el derecho a la protesta de los integrantes del movimiento.

En la tienda principal, Pepe Rivera, de 44 años, termina una reunión. Es uno de los principales portavoces de la asociación. Rivera es severo y tira metralla hacia todos los bandos: “A mí no me han garantizado mis derechos ni la Corte ni el Congreso”, sentencia con tono crudo. 

Ejercer presión

El movimiento 420 comenzó a ejercer presión a las faldas del edificio cuando ya comenzaba a vislumbrarse que el Congreso no tenía voluntad para regular la marihuana. Rivera se ríe por la cantidad de senadores que se le han acercado “como para hacerse la foto”, cuando pasan por el campamento pero no “hacen nada para garantizar los derechos humanos de los consumidores”. 

Todo fue por un problema técnico. El Congreso había aprobado cambios al proyecto al que antes había dado el visto bueno el Senado. Eso no gustó. De acuerdo con el coordinador de los senadores del oficialista Morena, Ricardo Monreal, el documento de los diputados —donde Morena también es mayoría —había cambiado muchas cosas. Es por eso que se dejó pasar el tiempo para que el Supremo se posicionara

Alejandro Madrazo, director del Centro de Investigación y Docencia Económicas, cree que la actitud del partido en el Gobierno se debe a la falta de voluntad del presidente Andrés Manuel López Obrador, muchas veces ambiguo en el tema: “Tenemos un presidente profundamente conservador, moralista e ignorante en materia de drogas”. Además, agrega que desde el Gobierno federal hay intereses creados por los Departamentos encargados de la seguridad, como el Ejército, que suelen llevarse un buen pedazo de la tarta en los Presupuestos por la guerra contra el narcotráfico, que en 2020 se cobró 34.554 vidas en México. 

Desde un banco en Plantón 420, Pepe Rivera se queja de cómo todo se desplomó tan rápido. “Nos ven como enfermos mentales”, se queja. Antes de irse, como protesta, enciende un porro en el límite entre el campamento y el Senado. Por último, suelta una propuesta en caso de que el tema vuelva al Congreso: “Primero nuestros derechos y luego el mercado [de la marihuana]”.

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