Primarias municipales

La batalla demócrata por el Nueva York pospandémico

La pandemia ha expuesto las costuras y fragilidades de la urbe, planteando dilemas profundos sobre cómo retornar a la normalidad

Las primarias demócratas municipales del martes, tras una campaña centrada en la inseguridad, escogerán al demócrata que tomará las riendas de la ciudad en 2022

Gente paseando por Times Square en Manhattan en pandemia

Gente paseando por Times Square en Manhattan en pandemia / EDUARDO MUNOZ

Idoya Noain

Idoya Noain

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Nueva York es una ciudad tejida con muchas ciudades y la pandemia, que ha segado la vida de más de 33.000 de sus 8,4 millones de habitantes, ha expuesto plenamente sus costuras. Por eso ahora, cuando gracias al avance de la vacunación en el estado la urbe tiene la bendición del gobernador Andrew Cuomo para volver a "la vida como la conocíamos", las preguntas se acumulan: ¿Puede? ¿Debe? ¿Cómo?

La recuperación es la meta compartida por los neoyorquinos y el camino que palpablemente ya se recorre, con una visible reactivación de la vida comercial, cultural y de ocio; con las escuelas reabiertas tras la traumática etapa de la educación remota (que también ha obligado a muchas mujeres a abandonar sus trabajos), con el turismo que regresa poco a poco, con los bares y restaurantes a rebosar, sobre todo en esas terrazas que han pasado a formar parte de un paisaje urbano donde el peatón y el ciclista ha reclamado espacios públicos.

La recuperación es también eje del presupuesto municipal de casi 100.000 millones de dólares (con 5.000 de déficit) que firmó en abril el alcalde demócrata Bill de Blasio, al que se sumarán en los próximos años 22.000 millones más de ayuda federal. Es, asimismo, el epicentro de las elecciones primarias que se celebran el martes, de las que saldrá el candidato demócrata a primer edil que, se da por seguro, será elegido en noviembre para dar en 2022 el relevo a De Blasio.

Hay entre los aspirantes y entre los votantes, no obstante, diferencias profundas de planteamiento de cómo debe ser la Nueva York postpandémica. Y se debate sobre cómo puede y debe enfrentar su futuro esta ciudad que, como dice en una entrevista telefónica el periodista pacense Juan Manuel Benítez -que lleva casi dos décadas en el canal local NY1 Noticias y produce, dirige y presenta el programa Pura Política-, "ha tenido una crisis de identidad en la pandemia", "está saliendo de un periodo de shock y es como un paciente que necesita mayor cuidado de lo normal para su estabilidad emocional".

Detrás del escenario

Cuando el virus obligó a la ciudad a paralizarse y a los ciudadanos a confinarse se vio, como dice Benítez, "qué hay detrás del escenario" de esa Nueva York "de cuento" hacia la que habitualmente se vuelve el foco de los medios, "la ciudad brillante, de éxito, atracción turística y de innovación". En primer plano quedaron los hospitales públicos con menos recursos de los que se necesitan o las deficiencias de un mastodóntico sistema escolar público que es también uno de los más segregados del país, con más de la mitad de las escuelas con más del 90% del alumnado negro y latino y donde el 70% de los 110.000 alumnos sin hogar no tenían acceso a wifi u ordenadores.

La pandemia subrayó el abismo que separa a los ricos que podían escapar y veían crecer su riqueza de los trabajadores que se han probado esenciales pero sobreviven con bajos salarios y en una ciudad con escasa vivienda asequible, donde la moratoria a los desahucios expira en verano. Disparó el paro, que va bajando pero sigue en el 10,9% y afecta a 440.000 personas, muchas de ellas de bajos ingresos y sin educación o formación para asegurarse un empleo. Vació las oficinas, esa parte vital por los impuestos para las arcas públicas y a las que por ahora, según datos de la Partnership for New York City, solo han regresado el 12% de los trabajadores.

Además, cuando la densidad humana se desvaneció, ganaron visibilidad los problemas sociales, con las calles y el metro convertidos en refugio de los desamparados y los aquejados por graves problemas de salud mental.

Seguridad y crimen

Desde que empezó la pandemia se ha producido también, como a nivel nacional, un aumento de algunos crímenes violentos en la ciudad, con un 68% más de disparos de armas de fuego y un 12% más de homicidios. Las cifras totales, gracias a la reducción a mínimos históricos del crimen durante la era De Blasio, son aún inferiores a las que se vivieron en los mandatos de Michael Bloomberg y antes Rudy Giuliani, pero eso no evita una percepción de inseguridad creciente entre muchos ciudadanos, especialmente quienes asocian este momento con el inicio de lo que fue la crisis de violencia de los años 70, o quienes consumen los medios conservadores que sensacionalizan la alerta.

Incidentes como un tiroteo en Times Square en el que resultó herida una niña de cuatro años dan la vuelta al mundo y empañan la potencial recuperación del turismo, del que Nueva York ha comprobado cuánto depende. Agresiones en el metro extienden el temor a usar esa arteria indispensable para que la ciudad funcione (aquejada también por problemas de gestión y a la que por ahora solo han vuelto a diario 2,1 millones de pasajeros de los 5,6 de antes de la pandemia, incluso con los 3.250 policías que patrullan sus estaciones y vagones). Y la inseguridad se ha convertido en el asunto central de la campaña electoral, prioritario para los votantes según las encuestas.

Los candidatos moderados, especialmente los favoritos Eric Adams (expolicía) y Kathryn García, defienden que la respuesta solo puede llegar de un refuerzo a la policía (un cuerpo que ya tiene un presupuesto de 10.000 millones de dólares). Y es anatema para las voces progresistas, especialmente en un momento en el que EEUU, con el movimiento por la justicia racial reactivado con fuerza tras el asesinato de George Floyd, debate sobre alternativas.

"Lo normal no era bueno"

"Hay prisa por volver a la normalidad", constata William, un artista de 66 años, tras emitir su voto anticipado en el centro comunitario Campos Plaza, dentro de un complejo de viviendas públicas en Alphabet City. "El problema es que lo normal no era bueno", añade.

La misma idea la expresa en una entrevista telefónica Monxo López, activista en el sur del Bronx, uno de los barrios que mejor retrata las profundas heridas de desigualdad por las que sangra la ciudad y, también, uno de los que más ha sufrido la devastación humana y económica del coronavirus. "Hay dos impulsos y las primarias demócratas son reflejo de eso", explica el portorriqueño, doctor en ciencias políticas: "El de los que quieren volver lo antes posible a la normalidad y el de los que quieren preservar la visibilidad a temas de ciudadanos sin hogar, raza, salud mental o policía que se han expuesto en 2020 y, si no avanzar, al menos mantenerlos vivos y mover la agenda". Nueva York elige.

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